A partir de una iniciativa de la Secretaría de Deportes de la Nación de dar a los clubes la oportunidad de decidir su forma jurídica y permitir que las Sociedades Anónimas Deportivas avancen sobre el fútbol argentino, el Movimiento Social del Deporte rechazó “terminantemente la intromisión del Estado” para inducir la mercantilización indebida en las asociaciones sociales, culturales y deportivas. Escritores, periodistas, curas, miembros de diferentes movimientos sociales, además de senadores y diputados nacionales y provinciales, destacaron en un comunicado que “los clubes, creados como espacios de reunión para sustentar la práctica del deporte formativo, constituyen la base del deporte comunitario y contribuyen a la formación del patrimonio histórico nacional”.
Tras unas declaraciones del coordinador de Comunicación Estratégica de la Secretaría de Deportes, el ex gerenciador de Racing Fernando Marín, que instaban a dar una apertura para que las sociedades anónimas desarrollen diversos “negociados” en el fútbol, el Movimiento Social del Deporte se opuso a estos “mezquinos proyectos”, parte de la llamada “cultura del podio” que “endiosa el éxito, donde sólo valen los ganadores, se resta importancia a la participación masiva de la población en el deporte y que llevó a una epidemia mundial de sedentarismo y obesidad: en cuatro años, la inactividad física subió de 46,2 a 54,9 por ciento” (por caso, la juventud argentina figura Nº 1 en América latina en esa lid).
“La estructura donde se asentó el deporte argentino está conformada por los clubes, las asociaciones, las federaciones y confederaciones u organismos similares. Sobre este esqueleto se desarrolló, durante décadas, todo el deporte en la Argentina, que se basó en clubes, organizaciones creadas y conducidas por la libre voluntad de sus asociados, que unieron sus esfuerzos para disfrutar de la práctica del deporte y de la recreación”, se afirma en el comunicado, que además sostiene: “El club, junto a la escuela pública, brinda aún la posibilidad de contención e inclusión social que necesitan los niños y jóvenes que se quedaron sin puntos de referencia para su formación tanto intelectual como física. Es también un lugar abierto para que los integrantes de la tercera edad desarrollen sus actividades recreativas. Es lo que el padre Pepe propone para los barrios más humildes con las denominadas tres C (colegio, club y capilla)”.
Pero lamentablemente “estas organizaciones arrastran la misma decadencia institucional y retroceso socio-económico que el resto de la comunidad, sin políticas claras (como la no reglamentación de la Ley de Clubes y Pueblo) y con aumentos desmedidos en los servicios públicos”. “La grave situación económica financiera por la que atraviesan hoy estas asociaciones civiles”, explica Víctor Lupo en su libro Historia Política del Deporte Argentino, “responde a cuestiones complejas y profundas como la pauperización creciente de nuestra sociedad, la impotencia estatal para atender la cuestión y, en particular, la ausencia de un tratamiento específico”. De hecho, en las últimas décadas, “las asociaciones civiles paralizaron la dinámica de su crecimiento global y mostraron una tendencia a un sobreendeudamiento cada vez mayor”.