La fiesta tiene un reglamento. Todas las murgas tienen que tener una glosa, una presentación, una crítica, otra glosa y una retirada. También se evalúan los bailes y los bombos. Hay dos categorías, la murga tradicional o centro murga, que es la que respeta a rajatabla la estructura original de bombo con platillos, un presentador, un solista, coros, y alguien que ayuda con los remates. Las agrupaciones murgueras renovaron la escena en los 90, fusionaron con otras artes, sumaron instrumentos, teatralizaron la murga.
Pato Notaristéfano es docente de música y murguista de larga data. Integró murgas durante añares, y hoy es jurado. Pato explica el intríngulis de este concurso, sin vencedores ni vencidos. “Hay un puntaje simbólico, en el que cada ítem aporta distinta cantidad de puntos. Evaluás cómo se comporta el presentador, si se le entiende, si esta bueno lo que dice. Si la glosa es poética, que ritmo tiene, si te llama. También el baile y los trajes”. Hay categorías que van de la A, a la D. Aquellos que queden en A, B y C podrán participar el año que viene, con mayor cantidad de presentaciones para la categoría A, menos para la B, y menos aún para la C. Aquellos que queden en la D, serán los que tienen que reevaluar. “Las que quedan en la D, es porque son desprolijas, o las críticas no tienen humor. La onda es generar la creatividad, y la crítica puede ser cualquier cosa: podés criticar al gobierno, a los políticos, a la vecina. Pero hacelo con humor”. El resultado no se publica, y en la planilla los jurados hacen una devolución justificada. “La idea es que las murgas puedan crecer, porque nos merecemos un carnaval hermoso”.