Desde que Santiago Maldonado desapareció en medio de la represión en la PuLof Cushamen, el Gobierno no dejó de culpabilizar a las víctimas. Tanto a Maldonado como a la comunidad mapuche. Mientras pudo, la ministra de Seguridad afirmó que Santiago nunca había estado en el lugar de los hechos. Las fuerzas de seguridad lo rastrearon por todo el país y fue teoría oficial que había muerto después de que lo hiriera un cuidador atacado tiempo antes por un grupo de personas no identificadas (o sea que para el Gobierno y los medios que lo reproducían y alimentaban Santiago era victimario y no víctima). Todo esto se sostenía ignorando a los testigos de la represión, que describían con lujo de detalles cómo los gendarmes habían perseguido violentamente a Maldonado, entre otros, hasta el río.
Cuando apareció el cuerpo quedaron descartadas esas teorías y, en lugar de investigar el inocultable protagonismo de la Gendarmería (nadie se tira vestido a un río helado sin saber nadar), el Gobierno se concentró en culpabilizar a la comunidad mapuche y construirla como enemigo interno. Para ello, agitó la leyenda del inasible RAM, convertido en la cinematográfica versión patagónica del terrorismo islámico. En ese contexto, Sergio Bufano publicó el 25 de enero en Clarín una nota que volvía a poner la responsabilidad por la muerte de Maldonado en sus compañeros de resistencia a la represión, en línea con lo defendido desde el primer momento tanto por ese medio como por el Gobierno. Eso sí, desde un nuevo ángulo no abordado hasta entonces. Dando por cierta la teoría de los organismos de inteligencia sobre la existencia y alcances del fantasmagórico RAM, los acusó de quebrar las normas no escritas de la guerra y de “traicionar” a Santiago Maldonado, que en esta versión dejó de ser el guerrillero asesino de los primeros días para convertirse en un ingenuo solidario engañado por aquellos a los que estaba apoyando.
La nota de Clarín generó la reacción de Horacio González, que salió publicada en la contratapa de PáginaI12 del lunes 29. La profundidad de los argumentos puestos en juego llevó a que Bufano enviara a este diario su respuesta. Ella se transcribe en estas páginas junto a la reflexión que le generó a González la insistencia en puntos clave de su razonamiento. Las dos miradas contribuyen a iluminar los ejes de un debate imprescindible para comprender y trascender la desgarrada actualidad argentina.