El procesamiento de Luis Chocobar, el policía investigado por la muerte del joven Juan Kukoc, luego de un asalto violento en La Boca, dista por mucho de la escena heroica que montó el presidente Mauricio Macri en la Casa Rosada el jueves pasado. El video de una de las cámaras de seguridad que capta el momento en que el muchacho cae al suelo derribado por los disparos, publicado por este diario, ya muestra que el asaltante no se había dado vuelta, con lo que la supuesta defensa del policía no fue tal. Pero además, tal como consta en la resolución judicial, Chocobar disparó nueve veces, no dos, según consta en los peritajes, y una buena cantidad impactó contra las paredes. Ni tampoco acudió en defensa inmediata del turista herido, ya que cuando llegó a la escena los asaltantes ya habían escapado, y él corrió tras uno de ellos. Por último, y para remarcar, Kukoc fue detenido por dos hombres que lo persiguieron en moto, y un tercero a pie. Cuando llegó Chocobar, ya le habían arrebatado la cámara, que devolvieron al turista, y se retiraron porque había llegado la ley. Todavía no había hecho nada que mereciera el homenaje presidencial. Kukoc aprovechó para correr y fue su perdición. Nunca se dio vuelta.
Chocobar fue procesado por homicidio agravado por el uso de arma de fuego, con exceso en la legítima defensa. Tribunales, que no es un ámbito en el que abunde la posición anti policial, el homenaje de Macri al policía fue como una mojada de oreja, un pasarse de la raya literalmente. No por la defensa en sí (la utilización de abogados oficiales en defensa del policía) sino por la posición indefendible respecto a la defensa abierta a un claramente culpable de homicidio, sin importar que fuera intencional o no, en defensa propia o no.
El turista atacado, Frank Joseph Wolek, se encontraba sacando fotos a unos murales de las Madres, de CFK y alguno más, en Garibaldi, entre Olavarría y Suárez, a una cuadra de Caminito, poco antes de las 8.30 del 8 de diciembre. Wolek relató en la causa, que fue atacado por dos jóvenes, y mientras uno lo inmovilizaba de atrás, el otro tironeó de su cámara. En ese momento, sin que tuviera noción inmediata, el que estaba enfrente le dio dos puntazos en el pecho y cuatro en un costado. Tomaron la cámara fotográfica y escaparon hacia Irala. El turista pidió ayuda y llamó la atención de tres hombres que salían en ese momento de un local. Dos de ellos subieron a una moto a buscar a los asaltantes, y el tercero corrió tras ellos.
n Hasta ese momento, el policía Chocobar no había llegado. Es decir, no disparó para defender al turista, como lo presentó el presidente en su homenaje.
Los dos testigos que subieron a la moto, al llegar a Irala vieron a un joven que caminaba con una cámara (el otro había escapado y bastante más tarde fue detenido). Con la moto se arrimaron a su lado, le advirtieron “quedáte quieto, pasáme la cámara..., en este lugar no vengas a hacer quilombo”. El joven, a la sazón, Kukoc, siguió caminando hasta que lo arrinconaron. Lo apretaron contra la pared, y comenzaron a forcejear. En ese momento, declararon los dos, ninguno supuso que el joven estuviera armado, ni él hizo amague de sacar un arma. Instantes después llegó el tercero, quien confirmó luego lo relatado por los dos de la moto. Kukoc, finalmente, entregó la cámara.
- Dos, y luego un tercero, desarmados, controlaron a Kukoc y recuperaron la cámara. Al menos uno de los tres jóvenes sostuvo que al adolescente “lo conocía del barrio”, con lo que si la intervención policial se hubiera concentrado primero atender al turista, habrían logrado después detener a Kukoc.
Cuando llegó Chocobar, disparó dos veces al aire. Los tres que habían rescatado la cámara se retiraron. Kukoc aprovechó para escapar. Chocobar lo persiguió 200 metros. Al llegar a Irala y Suárez, a unos 15 metros, volvió a disparar. En el video difundido se ve a Kukoc caer sin haberse dado vuelta. - No fue en defensa propia. No parece haber sido tampoco, exceso en la legítima defensa, ya que ni siquiera demostró haber estado armado.
El peritaje balístico determinó que el cargador de la pistola reglamentaria tiene 16 proyectiles. El arma tenía una bala en recámara (lista para disparar) y seis en el cargador. Quedan 9 disparos. Dos impactaron en el cuerpo, otros dos fueron disparados al aire. En las paredes alrededor se encontraron marcas de los faltantes. - Tiró a matar, por la espalda, pudiendo haber herido a terceros. No protegió sino que puso en riesgo.