El secretario de Estado de Estados Unidos, Rex Wayne Tillerson, arribó a la Argentina para reunirse con el presidente Mauricio Macri. El objetivo de la visita del enviado de Donald Trump, es conversar sobre la agenda bilateral de “crecimiento económico” y de “cooperación en temas de seguridad”. El jefe de la diplomacia estadounidense aterrizó ayer por la mañana en la ciudad patagónica de San Carlos de Bariloche, y se trasladó al hotel Tunquelén, en el kilómetro 24 de Avenida Bustillo, costera al lago Nahuel Huapi. Tal como habían adelantado fuentes oficiales, el secretario de estado realizó una recorrida a caballo por el Parque Nacional Nahuel Huapi, y se reunió con autoridades de la Administración de Parques Nacionales, así como también habló con la investigadora del CONICET, Noelia Barrios García, becaria del programa Fulbright “sobre intercambios científicos y prácticas de conservación”. 

La visita a la Argentina se enmarca dentro de una gira por Latinoamérica que inició el jueves 1 de Febrero desde la Ciudad de México y que continuará rumbo a Perú, Colombia y Jamaica. Esta gira es la primera de Tillerson a Latinoamérica en un año al frente de la diplomacia estadounidense. Hoy por la mañana se trasladará a Buenos Aires para mantener una reunión con el Ministro de Relaciones Exteriores, Jorge Faurie. Al mediodía comenzará la actividad, con la ceremonia de colocación de una ofrenda floral en el Palacio San Martín. Luego dialogarán y brindarán una conferencia de prensa. El lunes, Mauricio Macri recibirá en la Residencia de Olivos al diplomático estadounidense, con quien tiene previsto analizar temas de la relación bilateral y sobre cooperación en temas de seguridad. 

Puntualmente, una de las cuestiones estratégicas que están en la agenda bilateral es la Cumbre del G-20, que tendrá lugar el 30 de noviembre y el 1º de diciembre y a la que asistirá el presidente Donald Trump. El tema central será la seguridad, ya que estarán en la capital argentina los principales líderes del mundo. Además, también se espera que el secretario de Estado aborde el tema de la situación en Venezuela. Tillerson ha sido muy crítico con el gobierno de Maduro y tiene como objetivo convencer a los países de la región de ser más duros en su relación con el presidente venezolano. Según se informó, reunirá aquí a varios cancilleres de la región para hacer una declaración contra la convocatoria a elecciones convocada por Nicolás Maduro y exigir “el desarrollo pleno de la democracia” en ese país. Macri ya había anunciado que “Argentina no va a reconocer” los resultados de las elecciones en Venezuela. 

A pesar de que el año 2018 plantea desafíos nada sencillos para el gobierno en materia económica, el funcionario de la Casa Blanca antes de viajar a la Argentina brindó una conferencia en la Universidad de Austin, en la que elogió las “reformas” económicas impulsadas por el gobierno de Macri y aseguró que el argentino “hizo grandes esfuerzos por abrir la economía”. En otro tramo del discurso el jefe de la diplomacia estadounidense alertó sobre la “presencia creciente” de China y Rusia en Latinoamérica, así como de su “alarmante” papel. 

Tillerson, como Macri, viene del mundo empresarial. Fue director ejecutivo durante 10 años de Exxon Mobil, la empresa petrolera más poderosa del mundo según la revista Forbes, hasta que lo convocaron para dirigir el Departamento de Estado en 2016. Tillerson es uno de los ministros más duraderos de Donald Trump y lleva un año en el puesto. Su gestión es una de las más criticadas y también de las más difíciles por las constantes declaraciones de su presidente. El secretario de Estado reestructuró la diplomacia norteamericana básicamente imponiendo un recorte del treinta por ciento en presupuestos y personal. Esto, junto al generalizado repudio de los diplomáticos a Trump, significó un éxodo nunca visto en el ministerio, y que varias de las 168 embajadas de EE.UU. en el mundo estén vacantes o hayan tomado meses para lograr nombramientos, como ocurrió en Buenos Aires. Tillerson tuvo además que manejar crisis inesperadas por la falta de planeamiento, como el anuncio de Trump de que se reconocía a Jerusalén como capital de Israel o la prohibición a los inmigrantes de países musulmanes vistos como “terroristas”.