La intención del Gobierno de que la suba de salarios esté en el 15 por ciento y así los ingresos vuelvan a perder frente a la inflación enfrenta un escenario complejo: en dos años, el poder adquisitivo de los trabajadores argentinos registra el mayor deterioro de la región. Entre 2016 y 2017, la caída de los salarios en términos reales va del 4,1 al 10,8 por ciento según el poder de negociación del gremio y la inclusión (o no) de la cláusula gatillo. El poder de compra del salario mínimo retrocedió un 6,1 por ciento, el mayor deterioro en la comparación con otros países de América del Sur, según datos de la Universidad de Avellaneda.
Uno de los principales desafíos económicos para el Gobierno en el comienzo del año es moderar a la baja la negociación paritaria. En su concepción, es más importante acercarse a la pauta inflacionaria establecida por el Banco Central que la reactivación del bolsillo y, con ello, del consumo. Es una visión que considera al salario más como un costo que como un componente de la demanda, capaz de incentivar ventas e inversiones privadas. El ministro de Trabajo, Jorge Triaca, tiene a cargo lograr una nueva caída del salario real. No lo dice explícitamente, pero el techo del 15 por ciento equivalente a la pauta inflacionaria oficial quedará por debajo de la suba real de precios, que las consultoras privadas ubican en 19,4 por ciento en el último Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) del BCRA. La otra premisa de Triaca es evitar la inclusión de la cláusula gatillo, que demostró ser una herramienta útil para el refugio de los salarios ante la suba de precios.
El escenario salarial sobre el cual se monta esta negociación paritaria muestra un retroceso generalizado en dos años, a pesar de que los gremios más fuertes lograron un avance del poder adquisitivo el año pasado que igualmente no llegó a compensar la merma de 2016. Para todos los sectores de trabajadores, la inflación del 41 y 25 por ciento, respectivamente en 2016 y 2017, fue un escollo muy complicado de saltar.
Un informe del Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad de Avellaneda muestra que entre los gremios más grandes y mejor organizados la caída del salario real acumulada en dos años es del 4,1 por ciento (a partir de una baja del 6 por ciento en 2016 y una suba del 2 por ciento en 2017). Otro grupo de gremios con poco poder de negociación pero con cláusula gatillo perdió 8 puntos hace dos años y enfrentó un recorte del 1 por ciento el año pasado, con una baja acumulada del 8,9 por ciento. Los gremios con poco poder de negociación y sin cláusula gatillo perdieron 10,8 por ciento en dos años. Los sindicatos analizados son transporte, docentes, petroleros, estatales, trabajadores rurales, comercio, bancarios, camioneros, telefónicos, construcción y aceiteros. El mejor ubicado desde que asumió Cambiemos es el gremio de aceiteros, con una suba en términos reales del 3,2 por ciento. En el otro extremo quedó transporte, con una baja acumulada de 8 puntos en términos reales.
La comparación frente a otros países de la región también arroja resultados negativos. Los economistas de la Undav confeccionaron una canasta homogénea de bienes de consumo básico, como aceite de girasol, harina, arroz, fideos, papas, azúcar, pan, pollo, huevos, leche, algunas verduras y frutas. Midieron la evolución de esos precios en varios países frente al avance nominal del salario mínimo. El resultado es que en la Argentina el ingreso mínimo cayó en dos años un 6,1 por ciento, a raíz de una baja del 7,2 por ciento en 2016 y una suba del 1,2 en 2017. En Paraguay la merma acumulada es del 4,7 por ciento; en Brasil, de 3,4 y en Perú, del 1 por ciento. En tanto, hubo subas en Uruguay (4,9 por ciento), Chile (6,2) y Bolivia (8,2 por ciento). Si la medición se realiza calculando el salario mínimo en dólares (sin tener en cuenta el poder de compra), en la Argentina la baja acumulada es del 0,5 por ciento, sólo superada por Brasil, con el 1,3 por ciento. Hay mejoras en Bolivia (2,9), Chile (1,5), Perú (0,8), Uruguay (0,7) y Paraguay (0,4). A pesar de ese desempeño, el salario mínimo en dólares argentino sigue siendo el más alto de la región.