Menos de una semana después del traslado de las 46 internas, y los once hijos e hijas de varias de ellas desde la Unidad Penitenciaria número 5 a la Alcaidía de 27 de febrero al 7800, el agobiante calor de los últimos días mostró una grieta entre la realidad y las palabras. Falta de agua, deficiente conexión eléctrica, pisos que se inundan y falta de electrodomésticos básicos como una heladera configuran una situación que dista mucho del precepto constitucional de "cárceles sanas y limpias para seguridad y no para castigo". Además, la lejanía hace que la mayoría de las mujeres tenga menos visitas. El viernes pasado, el capellán penitenciario Ariel Barbero -el Padre Ariel- recorrió las instalaciones y, aunque con cautela, manifestó su decepción. "Estoy de acuerdo con el traslado y me parece una medida acertada bajo todo punto de vista, pero hubo detalles que no se tuvieron en cuenta e hicieron que la cosa no sea óptima, ni del todo acorde a la gran inversión. Lo juzgo desde este punto de vista, hubo cierto apresuramiento porque -por ejemplo- ciertas cosas no funcionaron como se suponía que funcionaran como debían funcionar siendo nuevas", dijo con toda mesura el sacerdote. La falta de agua en estos días fue una de las quejas que llegaron extramuros. "No es que están completamente sin agua, sino que no es el servicio del agua que uno espera de una estructura nueva. Están hechas las cañerías, todo el sistema está hecho, pero no funciona como uno esperaría que funcione algo nuevo. Uno comprende que toda mudanza siempre tiene un proceso de adaptación que se debe padecer, hasta que se adapta al nuevo lugar, que es mucho mejor que el anterior que era insostenible. Lamentablemente, no se previó hacerlo más más eficiente, para aprovechar más toda la posibilidad del edificio", expresó el padre Ariel y remató: "Uno en otras reparticiones públicas lo ha visto a eso, pero son estructuras obsoletas, en una nueva no esperaría que pasen estas cosas".
Con todo cuidado, el sacerdote adelantó que la mejoría en las condiciones de detención "van a exigir de parte de todos un esfuerzo". "Lo que más lamento es que no se haya podido cumplir con el objetivo de mejorar totalmente las condiciones". El padre Ariel descartó la mala voluntad del servicio penitenciario pero también instaló una duda. "Debe haber habido una razón por la cual a lo mejor se podría haber esperado dos semanas más y se hacía algo que rindiera mejores resultados. A lo mejor con dos semanas más de trabajo se hubieran superado estos escollos", agregó. Y subrayó que él habla sobre lo que pudo ver personalmente en la visita a las detenidas.
Por otro lado, la organización no gubernamental Mujeres Tras las Rejas, que desde hace once años desarrolla talleres -actualmente de radio, de poesía y de producción textil- tiene dificultades para acceder al lugar, ya que la mayoría de sus integrantes concurren en bicicleta. Además de realizar el programa de radio que se emite por FM Aire Libre, las detenidas escriben y hacen productos textiles que luego venden en ferias municipales. Esas actividades corren riesgos por lo difícil que es llegar hasta la nueva Alcaidía, presentada la semana pasada como un lugar modelo, pero que aún está en construcción. De hecho, hoy las mujeres están de manera provisoria en la Alcaidía y luego irán al nuevo penal.