La imagen muestra a un nene y a una nena de no más de 8 años. Miran atentos a través de una valla que los duplica en altura y no los deja avanzar por la calle. Al otro lado de la valla, los observan dos docenas de policías y prefectos armados que cuidan la casa del Bosque Peralta Ramos en donde desde hace mes y medio cumple arresto domiciliario el genocida Miguel Osvaldo Etchecolatz. La foto es una de las cerca de 50 que querellantes en la causa Circuito Camps, organizaciones populares y vecinos del barrio marplatense entregaron al Tribunal Oral Federal 1 de La Plata, como muestra de la “conmoción social” que la presencia del genocida provocó en el barrio desde su llegada, razón entre otras por la que exigen la revocación del beneficio al ex número dos de la Policía Bonaerense durante la última dictadura. Además, pidieron a los jueces Pablo Vega, Alejandro Esmoris y Germán Castelli que viajen hasta el barrio para escuchar a los vecinos y observar por sí mismos lo que ellos denuncian.
Etchecolatz logró la salida efectiva del hospital penitenciario de Ezeiza el 27 de diciembre pasado, luego de que le otorgara el beneficio el Tribunal Oral Federal 6 de la Ciudad de Buenos Aires –que lo está juzgando por crímenes cometidos durante el terrorismo de Estado en centros clandestinos de Monte Grande y Esteban Echeverría–. Mientras los jueces que lo integran –Julio Panelo, José Martínez Sobrino y Fernando Canero– demoran sus decisiones sobre los recursos que las querellas y la Fiscalía presentaron para revertir en Casación la situación de privilegio del genocida, los organismos de derechos humanos, las familias de víctimas y los sobrevivientes que batallan hace décadas para aportar justicia a los hechos sucedidos en la veintena de centros clandestinos de detención del llamado Circuito Camps, redoblaron la apuesta.
Ayer, con un acto en la puerta de Tribunales y la presencia de vecinos del Bosque Peralta Ramos, no sólo les pidieron a los jueces federales de La Plata que revoquen la decisión que emitieron en agosto de 2016 de habilitar a Etchecolatz a cumplir en su casa las múltiples condenas por delitos de lesa humanidad que acumuló en una década de juicios, sino que también les pidieron que visiten el Bosque Peralta Ramos para observar los efectos que la presencia del genocida provocó en la cotidianidad de ese espacio y en la vida de sus habitantes.
“Vinimos a pedirles por favor a los jueces que revoquen la prisión domiciliaria de Etchecolatz, queremos que vuelva al único lugar donde tiene que estar, que es la cárcel”, resumió Nicolás Grooper ayer a la mañana antes de que sus vecinas ingresaran al despacho de los jueces del TOF 1 de La Plata a entregar los escritos, el dossier con fotos y las planillas con más de 1500 firmas de adhesiones barriales, marplatenses y de La Plata al reclamo para que la Justicia devuelva al genocida a la cárcel.
El pedido de revocatoria del beneficio, presentado con el aval de Abuelas de Plaza de Mayo, Asociación Clara Anahí, la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos, la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, además de varias víctimas sobrevivientes de la Noche de los Lápices, se funda en que Etchecolatz “ha quebrantado la prohibición de salir del domicilio sin la debida autorización judicial”, denunciaron en relación a la salida que realizó a la Clínica Colón sin custodia policial uniformada, y en “violación a la obligación inmediata de aviso, evidenciando el deficiente control jurisdiccional”. El TOF 1 no fue notificado de la salida.
A esas razones se sumó la voz de los vecinos del bosque como testimonio de la “conmoción social” que les genera la presencia del represor. Una presencia que “vulnera sus derechos”. Hasta La Plata viajaron 40 vecinos del barrio para hablarles a los jueces. En la puerta de los tribunales, María Susana Barciulli, una de ellos, públicamente les solicitó “que piensen que son parte del Estado y que como Estado deben considerar nuestros derechos. Queremos vivir tranquilos en nuestro barrio, queremos usar el espacio público como antes, sin miedo”.
Tres de ellos, junto a los abogados Guadalupe Godoy, Emanuel Lovelli y Yamila Zavala Rodríguez, la Madre de Plaza de Mayo Nora Cortiñas y el sobreviviente de la Noche de los Lápices y vecino del Bosque Gustavo Calotti, fueron recibidos por el juez Pablo Vega. Ana Pecoraro, cuyo padre está desaparecido, vive a cinco cuadras del genocida bonaerense y le contó al juez que el terreno en el que su hermana está construyendo su casa queda frente al domicilio de Etchecolatz, y que vieron hace días que la esposa del represor le pidió al neonazi marplatense Carlos Pampillón que se comunicara con ella: “No es una sensación. Hay muchísimos hechos reales y concretos que hacen que nosotros hayamos armado esta presentación. Queremos que velen por nuestra humanidad como vecinos, como víctimas, como sociedad”, planteó. Vega es el único miembro del Tribunal que votó en contra del beneficio a Etchecolatz. Castelli y Esmoris, que habilitaron la domiciliaria, se ausentaron ayer por “motivos laborales”.