Empecemos por lo más obvio. Por ahora, hay una mayoría no “correísta” en Ecuador. Es un cambio significativo en relación a lo que fue este país electoralmente hace poco tiempo atrás. La consulta en este sentido no deja lugar a dudas: el 64% del electorado le dice No a la vuelta de Correa. La participación fue alta: un 80%. Lo cual quiere decir que el 51,2% del total de los votantes está por ahora en contra de la vuelta del ex presidente.
Sin embargo, dicho esto, la siguiente conclusión es también evidente: Correa y la Revolución Ciudadana están más vivos que muertos. Si el objetivo era hacer que el “correísmo” desapareciera lentamente tras los primeros meses de gobierno de Lenín Moreno, claramente esto no se ha conseguido de ninguna de las maneras. La consulta ha constatado un hecho irrefutable: hay “correísmo” para rato. Un 36% ha apoyado a Correa en un contexto con todo en contra, esto es, el 28,8% del total de votantes del país. Un valor muy próximo a lo que Lenín lograra en primera vuelta incluso con el apoyo de Rafael Correa: 28,99%. Es decir, Correa con todo en contra obtiene ahora casi lo mismo que Lenín hace un año pero con todo a favor.
Si este dato lo comparamos con lo logrado por otros actuales presidentes de la región, todo nos lleva a la misma conclusión: Correa está más que presente en la política ecuatoriana. Recuérdese que Kuczynski es presidente de Perú con el 14,09% de votos sobre el total de inscritos en primera vuelta; Santos es presidente de Colombia con el 10% de votos sobre el total de inscritos en primera vuelta, con el 23,70% en segunda vuelta; Peña Nieto es presidente de México con el 24,19% de votos sobre el total de inscritos; Macri es presidente en Argentina con el 26,82% de votos sobre el total de inscritos en primera vuelta. En resumen: Correa tiene más porcentaje de votos que lo que muchos presidentes obtuvieron en sus respectivas citas electorales.
El siguiente ejercicio para tener más certeza sobre lo ocurrido es conocer con más detalle cómo se desagrega el 64% que votó en contra de Correa. Siempre es un poco atrevido hacer hipótesis sobre el reparto de un voto con denominador común: el no a la vuelta de Correa, o lo que es lo mismo, el Sí en la consulta para las siete preguntas. Pero hay algo que es inobjetable: ni Lenín Moreno ni PAIS pueden ser los dueños de la totalidad de estos votos porque sencillamente todo el arco opositor se unió en la misma causa. ¿Cuánto le pertenece a Lenín y cuánto a Lasso, Viteri, Bucarán, Moncayo, Rodas o Nebot? Es complejo extrapolar el lote que le toca a cada quién. La distribución por igual sería poco rigurosa. Quizás Lenín sea quién deba tener mayor cupo en ese 64%. Suponiendo que su responsabilidad oscila en torno al 50% de los votos obtenidos, como mejor de los escenarios para él, entonces, tendría como apoyo autónomo el 32% (la mitad de ese 64%). Es decir, menos que lo logrado por Correa (el 36%).
Se mire como se mire, tras la consulta, Lenín queda atado de pies y manos a la oposición para impedir que vuelva Correa. De esta manera, no se acaba con la rabia, sino más bien se “mata a quién pretendía matar al perro”. Esto es: Lenín Moreno ya no tiene fuerza propia electoral para liderar este proyecto político. La oposición ya lo sabe. Hizo sus cuentas. Sabe cuánto tiene cada uno: Lenín por un lado y Correa por otro.
A partir de aquí, la oposición política y económica sacará provecho del “secuestro” del presidente para encaminar a Ecuador hacia donde siempre lo quiso. En economía, seguramente se pedirá “ajuste y más ajuste” para replicar políticas neoliberales que ya se sabe en qué desencadenan. La reforma laboral será lo primero; lo segundo, una política restrictiva de inversión social con fuerte exoneración tributaria; lo tercero, liberalización comercial a favor de importadores y exportadores de materia prima sin valor agregado; lo cuarto, mayor dependencia del FMI. En lo político, vendrá más judicialización del “correismo” y progresivas reformas para desmontar el Estado de Derecho actual amparado en Montecristi. Y en lo internacional, vendrá la asociación con la Alianza del Pacífico así como el acuerdo comercial con Estados Unidos.
Ojalá nada de esto ocurra, pero los milagros en política no existen. La aritmética electoral tras la consulta y el nuevo consenso de Lenín con la vieja política condicionará el futuro de Ecuador. Por un lado, queda PAIS de la mano del resto de la partidos opositores, con dos tercios de la torta electoral; al otro lado, Rafael Correa con un tercio en forma propia sin necesidad de transar con nadie, ni con opositores, ni con la banca ni con los medios, solo con gente de la calle que decidió apoyarlo nuevamente.
El año próximo realizarán elecciones municipales en Ecuador; y ahí el “correísmo” tendrá nuevamente su lugar en el mapa electoral. Por ahora, Correa está imposibilitado para ser reelecto como presidente. Sin embargo, la vida política da muchas vueltas, y más en un país que lleva dos Asambleas Constituyentes en dos décadas. Veremos.
* Director de Celag, doctor en Economía.