El grupo Revbelando Imágenes surgió hace diez años y está integrado por tres amigos: Pablo Russo, Juan Manuel Ciucci y Sebastián Russo, quienes siempre tuvieron coincidencias en el interés por el cine, entre otras cosas. Si bien los tres tienen estudios universitarios siempre les interesó abordar el tema del cine desde un lenguaje no académico. Desde que formaron el grupo publicaron cuatro libros: uno sobre el gran documentalista cubano Santiago Alvarez; otro sobre la figura emblemática del cine boliviano, Jorge Sanjinés, y el tercero sobre el recordado cineasta brasileño Eduardo Coutinho. “Nos interesa el cine argentino y latinoamericano y nos parecía que ahí había una especificidad que nos tocaba en este proceso de investigar nuestra historia”, cuenta Ciucci en diálogo con PáginaI12. Ahora acaban de publicar su cuarto libro, Un cine hacia el socialismo. Imágenes del PRT-ERP.

“El PRT y el ERP fue algo que siempre nos interés tanto en su pensamiento como en su acción y especialmente el cine de Raymundo Gleyzer, que aparece mucho más fuerte después de 2001”, cuenta Ciucci, quien detalla que, en base a ese interés, investigaron “cómo un partido organizó y pensó el cine, que tiene que ver con el Cine de la Base”. Pero también aborda las recuperaciones que se hicieron posteriormente como documentales sobre la historia del partido, decisión que vinculan “con entender a esa generación 2001 y a los cineastas que empiezan a interesarse por retratar la realidad y encuentran un referente en Raymundo”.

Es por eso que el libro está estructurado en dos momentos: el que analiza lo histórico y el que se detiene en las experiencias cinematográficas del presente que revisitaron la política del PRT-ERP, como por ejemplo, el documental Gaviotas blindadas. Se trata de un trabajo de compilación que se completa con entrevistas, documentos, textos críticos, ensayos y reseñas. Para este proyecto autogestivo convocaron a un conjunto heterogéneo de autores conformado por periodistas, investigadores, académicos, realizadores y docentes como Ernesto Ardito, Virna Molina, Omar Neri, Fernando Krichmar, Mónica Simoncini, Gabriela Bustos y Aldo Getino Mascaró, entre otros.

–¿Es un libro que busca aportar a la reconstrucción histórica o a la discusión política?

–Diría que a las dos cosas. En principio, la reconstrucción histórica nos parece importante porque el PRT-ERP sigue siendo uno de esos espacios oscuros de nuestra historia. Nosotros decimos que se enmarca en una tradición de los malditos. Si pensamos en la figura de Roberto Santucho, de quien se han cumplido cuarenta años de su desaparición, es una experiencia que ha sido devastada por el enemigo pero también desde el campo nacional y popular siempre ha costado mucho reivindicarla. Entonces, nos parecía que si nosotros podíamos estudiar nuevamente la experiencia, ver dónde otros no han visto, era un aporte. También nos resultaba importante aportar elementos para un debate y una historización que todavía son necesarios. Hay experiencias de la década del 70 que estuvieron más revisitadas, podemos pensar en Montoneros, pero el PRT sigue siendo un momento menos trabajado.

–¿Por qué decidieron el formato de compilación?

–Porque es importante que existan distintas voces. Cuando convocamos a un trabajo lo hacemos con gente cercana o conocida; en este caso, nos llegaron aportes de otros lugares que estaban trabajando el tema. Esto permite salir de una escritura académica porque convocamos a realizadores, críticos, periodistas y también investigadores, como para tener una variedad en la escritura que es lo que se nota en el libro. Eso también da distintas posibilidades de lectura.

–¿La división del libro en dos momentos, como son la producción del Grupo Cine de la Base y la revisión histórica audiovisual del partido, fue pensada desde el inicio del proyecto?

–Queríamos analizar la producción desde el propio partido, y cómo se organizó Cine de la Base. Eso comprende desde el 72 al 77-78 porque también Cine de la Base continuó después de la desaparición de Raymundo Gleyzer. Cerramos un primer momento de análisis de esa producción, pensando el contexto histórico y cómo un partido utilizó la herramienta cinematográfica y pensó el cine como un arma. Después, buscamos analizar por qué a otra generación le interesó revisitar eso, cómo lo hizo, que herramientas recuperaron de Raymundo. En 2001 Raymundo volvió a aparecer como una figura preponderante para el cine militante argentino. La idea era ver cómo se utilizaron herramientas que él utilizó, planteos que él hizo, y pensar la distribución.

–¿Cree que el cine argentino abordó lo suficiente la historia del PRT-ERP?

–Creemos que bastante. Encontramos varias películas que lo han hecho. Gaviotas blindadas, de Mascaró Cine Americano, fue la más fuerte, pero también hubo experiencias puntuales. No hemos tomado todas, pero sí las biografías de Roberto Santucho, la de Rafael Perrotta o de Haroldo Conti. Reitero que, a partir de 2001, hubo un quiebre para leer de otra manera lo que había sido la década pasada. Creemos que el PRT carga con la parte más nefasta de lo que fue la teoría de los dos demonios. Todavía sigue siendo foco de ataques y de análisis meramente desvirtuados a partir de esa lectura. Por eso, entendemos que el cine se ha interesado desde un costado militante y, por otro lado, me parece que era importante revindicar la experiencia y, en cada uno de los casos, diversas lecturas que se hacen de aquella, como también la nuestra, que no es la única.

–¿Por qué Raymundo Gleyzer perdura como el nombre esencial del cine político militante?

–Creemos que ha sido uno de los realizadores más importantes de la historia argentina, más allá de su experiencia militante. Los traidores es una de las películas más destacadas del cine argentino, sin duda. Su trabajo previo como documentalista también está entre los más relevantes de los realizados en nuestro país. Evidentemente, el devenir de su vida, el final trágico y la recuperación que se ha hecho de su vida lo posiciona en un lugar de referencia para todos. En la última década, Raymundo ha alcanzado el nivel de reconocimiento que tuvieron en su momento Rodolfo Walsh, Francisco “Paco” Urondo y Haroldo Conti. Ocupa un lugar entre los intelectuales que decidieron una militancia política y que no dejaron de lado su acción cultural. Entendemos que es una confluencia de ambas lecturas.