Las industrias autopartistas de Argentina y Brasil pidieron a los gobiernos de ambos países reducir el grado de apertura comercial de cara a la recta final de las negociaciones del acuerdo comercial entre el Mercosur y la Unión Europea (UE). La desregulación arancelaria del sector es una de las cartas europeas de negociación para liberar una mayor cuota agrícola. La cámara empresaria sectorial nacional más importante, junto a su par brasileña, envió una nota a los responsables políticos de las negociaciones para pedirles que estiren hasta 15 años el período de eliminación de aranceles a las importaciones para “evitar daños irreversibles”. Es un ejemplo de una de las tantas movidas de lobby del sector privado al estilo “sálvese quién pueda”. El 26 de febrero habrá una nueva cumbre en Asunción. El Gobierno argentino espera que esa sea la fecha de la firma del acuerdo.
El acuerdo comercial entre el Mercosur y la Unión Europea tiene para la administración de Cambiemos una importancia central como modo de promoción de una economía nacional “market-friendly” que de ese modo atraería la inversión privada. En cambio, para los industriales locales no hay potenciales ganancias sino costos concretos, por el efecto del ingreso sin aranceles de importaciones europeas. El temor pasa principalmente por los sectores de bienes de capital, complejo automotor, productos y sustancias químicas. Macri está apurado por alcanzar la firma del acuerdo porque considera que las elecciones de octubre en Brasil van a complicar las tratativas.
“Las asociaciones Sindipeças (Sindicato Nacional de la Industria de Componentes para Vehículos Automotores) y AFAC (Asociación de Fábricas Argentinas de Componentes), representando a las principales empresas productoras de autopartes de Argentina y Brasil, quieren destacar algunos conceptos fundamentales sobre las negociaciones del acuerdo Mercosur y la Unión Europea”, se presentan los industriales en una nota dirigida al ministro de Producción, Francisco Cabrera; a su par de Brasil, Marcos Jorge de Lima, y a los titulares de las carteras de Relaciones Exteriores.
Si bien todos los rubros industriales enfrentan potenciales pérdidas de mercado por el acuerdo, el sector automotor sería uno de los principales afectados porque actualmente se beneficia de aranceles externos relativamente altos. Los autos terminados tributan aranceles del 35 por ciento, las materias primas un 10/12 por ciento, moldes y matrices un 35 por ciento y otras piezas en promedio un 6,5 por ciento. Los industriales hacen fila en el Ministerio de Producción para posponer lo más posible la desgravación arancelaria, ya que el acuerdo contempla distintos “bolsones” que van desde la eliminación inmediata de aranceles hasta el mantenimiento de la protección más allá de los diez años después de la firma del convenio.
“Es fundamental que haya un período de transición a la apertura comercial plena en 15 años, incluyendo en este período los primeros siete años de carencia de desgravación para iniciar la vigencia de las preferencias arancelarias. Es fundamental que la cadena de vehículos y sus partes tengan un mismo cronograma de velocidad de desgravación”, pidieron los autopartistas. Inicialmente, las cámaras sectoriales pedían ser excluidos de la desgravación. Ahora piden entrar en el último bolsón de eliminación de barreras a la importación porque el rumor es que el Gobierno los incluiría en la línea de los diez años para la apertura total.
Uno de los últimos puntos pendientes de la negociación entre el Mercosur y la UE es la cuota de carne que puede ingresar al Viejo Continente con aranceles reducidos. Días atrás, la UE incrementó su oferta desde 70 a 99 mil toneladas anuales. A cambio, Europa pide más apertura industrial o que la desgravación se efectúe de manera más rápida. Por eso los industriales de Argentina y Brasil, entre ellos los autopartistas, redoblaron la señal de alerta para no convertirse en la prenda de intercambio.