En la foto de tapa de Conversaciones en la noche del amor, Macky, Macky Corbalán, Macky poeta (Cutral-Có, 1963-2014), aparece en una lectura pública. Los rulos cayendo a los costados de la cara, la postura erguida frente al micrófono, la mano derecha con sus dedos flacos sosteniendo el papel iluminado. Iluminado. Esa es la palabra que podría definir mejor este libro de revelaciones existenciales, poéticas, surgido durante el tiempo de la oscuridad, el previo a su partida. Leer estos increíbles poemas es como escucharla a Macky hablar, indagar en su pensamiento, sin distancia con esa coherencia a la que aspiraba entre su vida cotidiana, las cosas que decía y las que escribía. Se puede seguir en estos versos la profundización de una misma preocupación poética y política por los discursos que nos dictan cómo vivir, por la narrativa del deber ser (indiscernible del lenguaje), de la cual solo la poesía que no acata, la que revuelve, la que intranquiliza, puede apartarnos. “Del derecho, hay inteligibilidad/ la trampa precisa y delicada: entender/ lo que consuela. El revés es el problema”, dice en la página 11. Mostrar el revés, lo dado vuelta, lo que está en las sombras, fue precisamente el objeto de su militancia: hacer existir en cada acción, en cada poema, la noche de lo negado a la luz del día. En este libro, “La noche del amor” es contracara simultánea del desamor, vienen juntos, igual que se entremezclan palabra y silencio, vida y muerte como dos estados pasajeros en los que ninguno anula al otro: “Un final, en términos humanos, no es tal./ Es una apariencia de algo que pasa a otro/ tránsito; también la muerte lo es, librada de/ iconografía y mística, hace desaparecer e/ instala en su lugar la intensidad de una/ ausencia. ¿Ven? También el lenguaje./ ¿Ven? También el amor. Y no es que/ se hermanen muerte, amor y lenguaje, / sólo queda pensar que todo fin/ trata de una síncopa de ritmo”. En música, la síncopa rompe la regularidad de la melodía, como toda elección en esta vida que, por puro acto de libertad, quiebra el bloque, la norma fija. La belleza es efecto de esta alteridad, consecuencia de lo diverso. Sin embargo, entendemos al lenguaje como un sistema de significaciones estandarizadas y cuando decimos árbol asumimos que bajo su copa hay el árbol que imaginamos, no cualquier otro. “Y esa copa/ remite al cuerpo entero/ del árbol, a presumir que todo él danza/ abrigado de color fragante. No se lo ve,/ se asume: lo mismo con el lenguaje,/ lo mismo con el amor”, dice. Si bien, en mi opinión, la poesía fue la pasión medular de Macky, no me atrevería a decir que lo fue menos que su activismo lesbofeminista, docente, piquetero, vegetariano, porque sospecho que en el fondo, o tal vez no tan en el fondo, poesía y activismo han sido para ella un camino único. Sacando al lenguaje de su comodidad, Macky sacó toda convención de su zona de confort. Y este libro es, a mi entender, una suerte de testamento que generosamente nos legó a sus lectorxs. Frente a la inminencia crudísima del final, dice la contratapa de este libro publicado por Ediciones En Danza, Macky mantuvo “un amoroso diálogo con sus más cercanas amigas”, quienes apuntaron las últimas correcciones después de revisar el libro junto a ella varias veces. Este gesto de amistad, esta preciosa sororidad, fue su lazo final con el aire de este mundo al que seguirá oxigenando, eternamente.
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