“Desarticulados, solos, sin ningún tipo de apoyo institucional” dice una trabajadora del Patronato de Liberados Bonaerenses de Miramar en el comienzo de “Laura Iglesias”, el documental realizado por el Catspba (Colegio de Trabajadores Sociales de la Provincia de Buenos Aires) para seguir pidiendo justicia por su brutal femicido. El 29 de mayo de 2013, Laura fue asesinada. Alguien abusó sexualmente de ella y la estranguló con un cordón en el Parque Bristol, en las afueras de la ciudad balnearia. Allí se había quedado con el auto esa mañana y allí lo fue a buscar por la tarde, después de una larga jornada de trabajo donde, como dice su compañera en el material que se puede ver en YouTube (link al final de la nota), se desempeñaban sin el amparo del Estado, muchas veces poniendo recursos propios para llegar a destino y siempre precarizados.
El 20 de junio de 2015 condenaron a Esteban Cuello a 25 años de prisión por el crimen, que no fue caratulado como femicidio. Sin embargo, la familia y lxs compañerxs de Laura tienen demasiada información que la fiscalía pasó por alto, en un proceso penoso y lleno de irregularidades que delatan la impunidad de la policía bonaerense (la misma que actuó en el femicidio de Natalia Melmann) y la connivencia con una justicia misógina, la misma que insinuó, entre otras barbaridades, que Laura podía tener restos de semen en su ropa “porque tuvo relaciones sexuales previas al crimen” como le dijeron desde la fiscalía a Manuel Iglesias, su hermano.
Con el dolor a cuestas y una voz que delata el cansancio de años de de lucha, Manuel cuenta que Laura se fue a Miramar buscando un poco de tranquilidad, pero su compromiso con su trabajo como asistente social la llevó rápidamente a estar en la mira del poder policial. “Los pibes le contaban que la policía les exigía que trabajen para ellos, tal como fue el caso de Luciano Arruga. Eso fue declarado por los y las compañeras de Laura en la causa pero nadie le dio la menor importancia” cuenta, como tirando una de las mil puntas que fueron ignoradas. “Después del juicio donde fue condenado Cuello, el mismo tribunal ordenó a la fiscalía que profundice la investigación. Pero la segunda fiscal de la causa, Ana María Caro, de la Fiscalía Descentralizada de Miramar, se abocó a hacer lo mínimo indispensable como para decir “algo hice”. Su manera de actuar en toda la causa fue la ley del mínimo esfuerzo. Eso me hace sentir que alguien está encubriendo acá: o la policía a si misma o a alguien del poder” explica y cuenta la vinculación del caso de su hermana con el de Natalia Melmann: en una oportunidad Laura fue con una compañera a morigerar las salidas de prisión de Oscar Echenique (uno de los suboficiales condenados por el crimen de Natalia) y él no se encontraba en su domicilio. Eso fue informado por ambas, Echenique se quedó sin las salidas transitorias y poco después Laura recibió amenazas.
También hubo infinidad de contradicciones en los operadores de justicia que actuaron en el caso: el primer fiscal de la causa, Rodolfo Moure, dijo en una declaración pública que no sabía si el cuerpo presentaba señales de abuso y pocos minutos después expresó “si fue abusada no fue abusada en este lugar”. También se corrió la voz de una plancha de stickers que estaba junto al cuerpo, de hecho el corresponsal del diario La Nación en Mar del Plata repite ese dato en las dos notas que publica sobre el tema, pero la plancha de stickers no está en la escena del crimen (en las fotos adjuntadas a la causa hay un brazo extendido al costado del cuerpo y el otro en forma perpendicular) pero sí la carta que Laura le había prometida a sus nietas que quedaron en Buenos Aires. ¿Cómo surgió ese dato? O mejor dicho, ¿no será que efectivamente el cuerpo fue trasladado pero sobre eso no se dijo ni hizo nada?
“A Laura la golpearon, la violaron por ambos vías. Supuestamente fue solo Cuello, quien tenía un antecedente de violación pero yo sé que la policía se la tenía jurada a Laura, estaban esperando cuándo actuar y el incidente con el auto que se le queda en un lugar aislado puede haber dejado en bandeja el ataque. Ese día tenía que asistir a un centro de integración comunitaria en la otra punta de la ciudad. Fue en representación del Patronato, y tenía puesto un abrigo. En las imágenes del cuerpo tiene unas manchas el abrigo y nosotras consultamos con peritos y son muy compatibles con manchas de semen. Pedimos peritar esas manchas pero hasta el día de hoy no lo logramos, no nos lo permiten. Moure nos dijo que peritarlas traería confusión a la causa y allí fue cuando insinuó que podían ser previas” explica Manuel, y no para de enumerar entredichos y trabas con la justicia.
- En el parte que hace Policía Científica está manuscrito en letra cursiva que hay “fotos y videos de la escena del crimen”. La familia tuvo acceso a las fotos pero cuando quisieron ver las filmaciones les dijeron que no existían. “Puede ser que pongan eso pero no porque lo hayan hecho realmente” le dijo la fiscal a Manuel. Hasta el día de hoy jamás pudieron constatar que eso se haya hecho o haya sido, como dijo la fiscal, una mentira.
- La familia le pidió al juez de garantías Juan Tapia el apartamiento de la bonaerense de la investigación. La fiscal Ana María Caro mandó oficios a distintas partes de la policía preguntándoles (en vez de dar la orden) si tienen infraestructura para trabajar en Miramar. “Hoy en día no se necesita eso, pero obviamente se le contestó que no, que no había una base logística. Y en base a eso ella nos dijo “¿ven que no se puede?”.
- Un hombre fue a declarar, dejó un celular y cuando se investigó ese número, la empresa de telefonía informa que no tenía movimientos hacía un año y que encima pertenecía a una mujer en Tucumán, muy mayor. “A ese tipo, muy pesado, que para nosotros era un sospechoso, no se lo volvió a buscar ni a investigar”.
- A Laura le pegaron con un elemento romo contundente, en la frente. Ese elemento nunca fue buscado. Tampoco aparecieron sus anteojos.
- Una vez que encontraron el cuerpo un policía llamado Jesús Roldán pasó por la casa de una vecina de Laura y le dijo que él ese día pasó varias veces por el lugar del crimen y no vio nada. “Lo contacté y le pedí que declarara esto, él me dijo mire señor Iglesias, yo eso tendría que consultarlo con mis superiores. Hasta el día de hoy no se presentó. Y corre el rumor de que lo van a ascender a jefe de la policía comunal”.
- En el momento del crimen, el intendente de Miramar era Patricio Hogan, hijo de Tomás Hogan, quién también había sido intendente de Miramar. Florencia Hogan, hermana de Patricio, era jueza de Miramar, y su secretaria era Ana Maria Caro, la fiscal. ¿Y quien es ahora el intendente? Germán Di Cesare, el esposo de Florencia Hogan. El año pasado, Patricio Hogan escribió una nota en Infobae donde tematizaba las malas condiciones laborales de las trabajadoras del Patronato. “Y en un momento dice recordemos el caso de Laura Iglesias, trabajadora social de Mar del Plata. Es imposible que él no supiera que el caso fue en Miramar. Lo que está haciendo es correrse del femicidio de Laura. Hay un entramado acá y no sabemos hasta donde llega” dice Manuel.
- Hasta el día de hoy no investigaron la computadora de Laura. Una semana después del crimen, entró al celular de Alicia, la otra hermana de Laura, una llamada desde el celular de su hermana muerta. Eso tampoco se investigó. “Estamos sin abogado. El que llevó adelante la causa al momento del juicio nos ocultó información, actuó en consonancia con la fiscal. En este momento, ATE se ofreció a costear los gastos de un abogado y estamos con esa gestión. Lo que queremos es que se investigue todo eso que no se investigó, son demasiadas líneas y cabos sueltos. Y nos gustaría solicitar el apartamiento de la fiscal Caro. Ella intentó cerrar la causa y la tiene cajoneada. Una vez en su despacho me señaló una parva de expedientes y me dijo mire todo lo que tengo que hacer. Y yo no creo que haya entre todo esas fojas un caso tan brutal como el de mi hermana”.
Documental Laura Iglesias facebook.com/VerdadyJusticiaporLauraIglesias