El presidente de Brasil, Michel Temer, pasará el feriado de Carnaval con su familia, funcionarios e invitados, una comitiva de un total de 40 personas, en una playa cerrada de una base naval de Río de Janeiro. Durante la principal fiesta popular del país, sin embargo, no faltarán críticas a su política económica. El jefe de gabinete, Eliseu Padilha, informó el itinerario del presidente al comentar el viaje de descanso por Carnaval que realizará a la base naval ubicada en la Restinga de Marambaia, en Río de Janeiro. El jefe de ministros desmintió en Radio Gaúcha que la comitiva tuviera 60 personas y especificó que serán unas 40, gran parte empleados gubernamentales, que viajarán desde Brasilia a Río en un avión de la Fuerza Aérea. “Más de la mitad de este contingente son agentes de seguridad, para cubrir tres turnos diarios”, explicó Padilha.
El funcionario dijo que la Presidencia de la República organiza los viajes del presidente y su familia teniendo en cuenta que en la base militar no hay personal permanente. “No sé por qué esto se hizo público, ocurrió con todos los presidentes”, dijo. En la misma base de Río de Janeiro Temer pasó el Año Nuevo en la temporada 2016-2017.
La capital turística de Brasil se sumerge a partir de hoy oficialmente en la fiesta popular por excelencia, que tendrá millones de personas en las calles y, en los desfiles del sambódromo, críticas a la política económica del presidente Michel Temer, quien esta semana lanzó una ofensiva mediática para intentar recuperar la iniciativa frente al panorama negativo que se le presentó en la Cámara de Diputados, donde hasta ahora no cuenta con el respaldo suficiente para la reforma jubilatoria.
La política estará presente en la escuela de Samba Paraíso de Tutuí, que se preguntará si la esclavitud se terminó en Brasil, con una crítica a la reforma laboral promulgada en noviembre por el mandatario. Su carro representará a un supuesto presidente con valijas con dinero distribuyendo libretas de trabajo. Habrá también un carro alegórico con “manifestantes títeres”, criticando a los manifestantes que pidieron el “impeachment” de Dilma Rousseff, pero que luego no salieron a las calles por la agenda económica de Temer.