Desde Pyeongchang
Con una ceremonia que intentó transmitir en todo momento un mensaje de paz y que tuvo el desfile de la delegación de las dos Corea juntas bajo una misma bandera como punto más alto de emoción, quedaron inaugurados ayer los Juegos Olímpicos de invierno de Pyeongchang 2018.
Ante 35.000 espectadores que colmaron la capacidad del estadio Olímpico especialmente armado para el evento, la ceremonia presentada con el nombre "Peace in Motion" (Paz en Movimiento) mostró imágenes de la cultura coreana, muchos bailes típicos y mucha armonía en los desplazamientos de los protagonistas del espectáculo.
Con puntualidad inglesa, que bien podría decirse coreana para la ocasión, la ceremonia comenzó (a las 10 hora argentina) con una cuenta regresiva entonada por el público en coreano, después de que dos animadores le enseñaran a los extranjeros a pronunciar los números en el idioma local.
Con cinco niños persiguiendo a un tigre blanco, un guardián sagrado según la mitología coreana, se dio inicio a una ceremonia breve, que después de 20 minutos y de que un grupo local cantara el "Arirang", una canción popular coreana que identifica a las dos Coreas, ya tenía a la delegación de Grecia inaugurando el tradicional desfile de los atletas.
Mientras se aguardaba la salida de los deportistas locales, dos hechos curiosos alteraron un poco el normal desarrollo del evento. Primero un falso Donald Trump y un falso Kim Jong-un (foto) irrumpieron de manera sorpresiva en las gradas del estadio, mientras el equipo de Estados Unidos terminaba su desfile.
Caracterizados como el presidente estadounidense y el líder norcoreano, ambos personajes se pararon en la zona baja del estadio, frente al palco de prensa, provocando la sorpresa de los presentes. El falso Trump lucía un traje oscuro, una corbata roja característica y una gorra de béisbol también roja, que decía "USA" en la parte delantera y "Trump" en la posterior. El falso Kim, en tanto, vestía un sobretodo gris oscuro idéntico al que usa el original.
Unos minutos después que retiraran a los "fakes", el protagonismo en la pista lo asumió el abanderado de Tonga, Pita Taufatofua, que, tal como lo había hecho en Río 2016, volvió a desfilar con el torso desnudo y bañado en aceite, incluso cuando la temperatura era bajo cero.
Sin embargo, su impacto resultó mucho menor que en Brasil entre el público coreano, ansioso por ver desfilar a las dos Coreas juntas. Y entonces sí llegó el momento esperado. Vestidos íntegramente de blanco, los deportistas de las dos Coreas ingresaron juntos al estadio, bajo la bandera de la unificación, portada por un deportista de cada país. Fue uno de los pocos momentos en el que el público pareció poder sacarse el frío en la gélida noche de Pyeongchang, con aplausos y gritos.
Acorde con la ceremonia que buscó la paz, pero a la vez con un contundente mensaje que pareció estar destinado a Rusia y el escándalo por doping que alteró al Comité Olímpico Internacional (COI) en los días previos, el presidente del organismo, Thomas Bach, dio las palabras de bienvenida.
"Estimados atletas, esta será la competencia de sus vidas. En los próximos días, el mundo buscará su inspiración. Nos inspirarán a todos a vivir juntos en paz y armonía a pesar de todas nuestras diferencias. Nos inspirarán compitiendo por el más alto honor con el espíritu olímpico de excelencia, respeto y juego limpio", remarcó Bach.
"Solo puedes disfrutar de tu rendimiento olímpico si respetas las reglas y te mantienes limpio. Solo entonces tus recuerdos de toda la vida serán los recuerdos de un verdadero y digno olímpico", añadió el alemán, que en los últimos días vivió momentos complicados por el fallo de la Corte Arbitral del Deporte, que levantó las sanciones de por vida que el COI le había aplicado a 39 deportistas rusos por manipulación de muestras antidoping en Sochi 2014.
Minutos antes, los deportistas rusos habían desfilado bajo la bandera olímpica, una imagen esperada pero aún así impactante. Por detrás de una voluntaria que portaba una bandera con los anillos del COI, los deportistas rusos saludaron al principio tímidamente al público surcoreano. Sin embargo, luego algunos se animaron a sacar el teléfono móvil y registrar el momento con una sonrisa.
El discurso de Bach también buscó destacar la unidad de las dos Coreas, después de que meses antes la tensión entre ambos países provocara preocupación en el organismo, e incluso en algún momento se pensó en promover una tregua olímpica. "Hace dos años, en Río de Janeiro, con el primer Equipo Olímpico de Refugiados, el COI envió un poderoso mensaje de esperanza al mundo. Ahora en Pyeongchang, los atletas de los equipos de la República de Corea y la República Democrática de Corea, al marchar juntos, envían un poderoso mensaje de paz al mundo", resaltó Bach antes de darle la palabra al presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in, para dar por inaugurados los Juegos.
Con la fórmula tradicional de "declaro inaugurados los XXIII Juegos Olímpicos de invierno de Pyeongchang", el mandatario dio la señal de salida para la gran cita.
Restaba el momento culminante, que el fuego olímpico comenzara arder en el estadio olímpico. La encargada de hacerlo fue la campeona olímpica de patinaje artístico Kim Yuna, que completó así una ceremonia que, de principio a fin, celebró la paz y la armonía en Corea.