La cuestión de la pobreza está instalada en el debate cotidiano. La reducción del número de pobres es un enunciado compartido por toda la dirigencia mundial. El 25 de septiembre de 2015, la Asamblea General de las Naciones Unidos aprobó la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. En esa resolución, la comunidad internacional se compromete “a poner fin a la pobreza en todas sus formas y dimensiones, lo que incluirá erradicar la pobreza extrema de aquí a 2030”.

Ese discurso políticamente correcto es incompleto si invisibiliza la creciente apropiación de ingresos/riqueza por parte de una minoría privilegiada. Los periódicos informes de Oxfam, una red de organizaciones con sede en Oxford, son un insumo importante para enriquecer ese debate.

Los datos del último informe son muy reveladores:

  • Las 42 personas más ricas del planeta acaparan tanta riqueza como la mitad más pobre de la población mundial.
  • El 82 por ciento de la riqueza generada en 2017 fue a parar a manos del uno por ciento más rico.
  • El 50 por ciento más pobre (3.700 millones de personas) no se benefició del crecimiento económico.
  • Las mayores fortunas incrementaron su patrimonio a un ritmo del 13 por ciento anual entre 2006 y 2015, mientras que los salarios apenas crecieron 2 por ciento anual.
  • El mayor incremento en el número de ´milmillonarios´ de la historia se produjo en 2017. Oxfam precisa que “hay 2.043 personas con fortunas por encima de los mil millones de dólares, de las cuales nueve de cada diez son hombres. En 12 meses, la riqueza de esta elite ha aumentado en 762 mil millones de dólares. Esta cantidad equivale a lo necesario para terminar siete veces con la pobreza extrema en el mundo”.

La revista Forbes coincide, desde otra óptica ideológica, con el avance de los ultra ricos. Esa publicación destaca en tono eufórico que “en 2017 establecimos un nuevo récord: registramos 2043 fortunas de más de 10 dígitos, una cifra superior a las 1.810 del año pasado”.

Está claro que lo que para Forbes es una “buena noticia”, para Oxfam es una calamidad. El informe de esa organización no se limita a recopilar indicadores de desigualdad sino que enumera las causas del aumento de las brechas sociales: deterioro de los derechos laborales, retroceso de los sindicatos, transferencias fiscales a grandes empresas y evasión tributaria, entre las principales.

El trabajo fue difundido en la previa de la celebración del Foro Económico Mundial (FEM) de Davos. El FEM es un “club de ricos” creado en 1971 por el profesor en administración de empresas Karl Schwab. A partir de entonces, el FEM se afianzó como espacio de reunión de líderes mundiales (jefes de estado, banqueros, corporaciones transnacionales) que promueven la agenda neoliberal. En el último encuentro, celebrado en enero de este año, concurrieron setenta jefes de gobierno (entre ellos, Mauricio Macri).

El titular de IRSA, Eduardo Elsztain, aseguró que fue “impresionante” el impacto generado por Macri en Davos. El discurso del presidente argentino es conocido. El mensaje a los inversores fue “nosotros vamos a cortar el pasto, ustedes hagan los goles”.

Las cuestiones abordadas por los “dueños del mundo” en esa idílica localidad suiza fueron en dirección contraria a los reclamos de Oxfam. Los ejecutivos se cansan de hacer goles mientras que la mayoría de la población no puede pagar la entrada a la cancha.

@diegorubinzal