PáginaI12 En Estados Unidos
Desde Los Angeles
En 1992, Tim Robbins escribió, dirigió y protagonizó El ciudadano Bob Roberts, una sátira sobre los conservadores estadounidenses y sus inescrupulosos métodos para ganar elecciones. No era tan llamativo, al fin y al cabo: el actor siempre apoyó las causas progresistas en su país. Pero en Here and Now, la serie de diez episodios que hoy a las 23 estrena HBO, el actor de Sueño de libertad encarna a un progre atribulado, un filósofo famoso por un libro escrito hace años, a quien los 60 años lo encuentran sumido en una depresión existencial. “Perdimos, muchachos”, dice Greg Bishop en un momento crucial del primer envío. Y también habla del “maravilloso experimento” que es la familia multirracial que formó con Audrey Bayer-Boatwright (Holly Hunter) en la progresista ciudad de Portland: adoptaron a una chica de Liberia (Jerryka Hinton), un vietnamita (Raymond Lee) y un colombiano (Daniel Zovatto), además de su hija biológica (Sosie Bacon). Pero cuando el creador de la serie Alan Ball (Six Feet Under, True Blood) acerca el microscopio, el “experimento” no se ve tan fantástico, porque cada uno debe lidiar con sus propios problemas, incluso de naturaleza mística (ver aparte).
“Me parece que Greg representa a mucha gente que cree que nuestro país, que estaba yendo hacia un lugar más progresista y tolerante, ahora está yendo hacia atrás”, aseguró Robbins durante las ruedas de prensa para presentar Here and Now en Los Angeles. Cuando PáginaI12 le preguntó si él también se sentía así, respondió que era “más optimista que Greg”. “Durante los últimos once años, he hecho trabajo voluntario en prisiones –explicó–. Con mi compañía The Actors’ Gang hacemos programas de rehabilitación en doce prisiones estatales de California. Ayudamos a gente que fue encarcelada por un período largo a lidiar con los desafíos que significan salir en libertad, a procesar las emociones que tuvo mientras estaba presa. En esencia, lo que hacen los programas es transmitirles la idea de que ellos tienen control y que son los dueños de sus emociones. Entonces, cuando en el exterior se les presenta un desafío, pueden manejarlo en lugar de cometer otro delito. Tenemos un 10 por ciento de reincidencia entre las personas que pasaron por nuestro programa, contra un 60 por ciento en el resto del estado de California. Y menciono esto porque me ha dado la oportunidad de hacer una diferencia real en lo cercano. Aunque toda mi vida apoyé causas progresistas, una cosa es apoyar algo, ir a eventos para juntar fondos y todas esas cosas, y otra muy distinta es realmente hacer el trabajo. Por eso me siento mucho más optimista: porque veo que el cambio es posible”.
Robbins dice que siente miedo de “sentirse arrastrado hacia la oposición”, a vivir su vida en oposición a algo. “Claro, es necesario, pero si te metés demasiado a fondo con esto puede empezar a destruir lo que sos. Si usáramos la energía y el tiempo que se dedica a tuitear sobre lo que está sucediendo para realmente hacer algo productivo, positivo, cosas que podés hacer en tu comunidad o, creo que esa energía colectiva podría cambiar realmente las cosas. Vivir en oposición constante puede ser un agujero sin fondo. Si te despertás y lo primero que vez es la palabra ‘Trump’ en tu twitter, o si es lo último que vez antes de entrar en el mundo de los sueños, podría ser algo que afecte a tu vida”.
–Un camino sencillo para estos tiempos podría haber sido hacer otro El ciudadano Bob Roberts, pero prefirió transmitir a quienes pasan por una situación como la de Greg que no están solos.
–Sí. Y ojalá Here and Now pueda hacer preguntas sobre este mundo en que vivimos y crear algún diálogo al respecto.
–La familia de Greg cree que sufre depresión, pero él les responde que es una cuestión existencial, que tiene que ver con el mundo.
–Bueno, ¿no estamos todos un poco así en cierta medida? Hoy estaba pensando en algo que nadie menciona, que es cuánto subimos de peso los estadounidenses desde que fue electo Trump. Sería muy fuerte saber eso, cuántos kilos aumentamos desde las elecciones... Con respecto a Greg, creo que lo que le pasa es una combinación de las dos cosas: está lo existencial, pero también el hecho de que cumple 60 y que su carrera está detenida.
–Hay personas que se deprimen por no saber qué vendrá, pero otras lo hacen porque realmente creen que ven lo que va a venir. ¿Su personaje es de ese tipo?
–Bueno, muchos de nosotros vimos algo y esperamos que fuera algo mejor. No es que las cosas fueran color de rosa hace un par de años... Hemos sido testigos de un deterioro sostenido en nuestra sociedad. Celebramos el fracaso de este país. La gente que fracasa en grande no paga las consecuencias.
–Al contrario, recibe bonos.
–Exacto, le dan una buena indemnización. Podés mentir, engañar y robar, pero si sos suficientemente rico, podés zafar de la cárcel. Y eso lo sabe el resto el país, ve que es un sistema corrupto. El problema es que los demócratas eligieron al candidato equivocado. Terminé apoyando a Hillary (Clinton) en la elección general pero estaba con Bernie (Sanders). Para mí era tan simple como esto: él es un chico de clase trabajadora de Brooklyn, mientras que Donald Trump es un chico rico de Queens con una cuchara de plata metida en el culo. En una pelea callejera no habría competencia (risas). El chico rico tendría que volver a Queen con la cola entre las patas y llorando como un bebé.
–¿Cree que Estados Unidos estaba listo para un candidato como Sanders? Porque hay conservadores incluso dentro del partido demócrata.
–Pero ninguno representa lo que somos. Y eso es lo que realmente debería hablarse. ¿Por qué estamos en esta situación? La mayoría de Estados Unidos es progresista y quiere cosas progresistas: comida saludable, un medioambiente limpio, salud, educación para sus hijos...
–Quizás esa mayoría debería votar.
–No creo que se trate necesariamente de eso, tiene que ver con el mensaje que recibe esa mayoría. Durante los últimos treinta años, ha sido expuesta a una incansable campaña propagandística que ha marginado a los progresistas, que los han hecho ver como algo que no es lo que son. Por ejemplo, con el uso de la palabra “radical”. Durante los últimos treinta años ha existido un constante mensaje de división y desconfianza de parte de los republicanos. Ellos supieron que lo suyo se acababa, que iban a perder la mayoría, que iban a ser un partido extinto, y entonces armaron una campaña propagandística que ha probado ser muy efectiva. En este país, la gente vota contra sus propios intereses, vota por personas que no van a favorecerla, y eso no sucede sin una campaña propagandística muy sofisticada.
–¿La familia multirracial de Here and Now representa a Estados Unidos?
–Creo que sí. En este momento, con The Actors’ Gang estoy trabajando en una obra llamada The New Colossus (El nuevo coloso), que trata sobre ser refugiado. Somos una compañía muy diversa, con actores de todas partes del mundo, y cada uno de ellos rastreó las historias de sus propios orígenes, cómo sus ancestros llegaron a Estados Unidos o a la libertad en Europa. Y lo que llegamos a entender –aunque siempre lo hayamos sabido–, es que Estados Unidos realmente es la suma de sus partes. Es un país de inmigrantes. Salvo que seas parte del 2% del país que es indígena, viniste de alguna parte, haya sido en el siglo XVII o la semana pasada. Esto es Estados Unidos. Esa noción de supremacía blanca... es una ficción.
–Pero es una ficción oscura y peligrosa.
–Sí, es realmente peligrosa. Todo este odio que se teje desde la cabeza acaba teniendo ramificaciones reales y cercanas, como el incremento de los crímenes de odio. Se ha vuelto muy peligroso para la gente de color en ciertas comunidades donde ese pensamiento de supremacía blanca prevalece.
–Usted lleva años actuando y dirigiendo. ¿Qué es lo que lo motiva?
–Contar historias, eso es lo que me motiva. Y tengo una situación hermosa en The Actors’ Gang porque es una compañía con 40 actores que trabajan del mismo modo, es como si tuviera un gran laboratorio para probar lo que quiera. ¿Qué podemos hacer con esta idea de qué significa hoy ser un refugiado, por ejemplo? En el final de The New Colossus le preguntamos al público si alguno es refugiado y ocasionalmente aparece alguno. Entonces cuenta su historia, es algo realmente poderoso. Y después pregunto cuántos son hijos o hijas de refugiados. Y nietos, bisnietos de refugiados... Tenemos un teatro con 99 localidades y una noche había 65 países representados. Y yo dije: “Esto es Estados Unidos, esto es lo que somos. Esta es una hermosa representación de lo que somos como país”.