Hace unos días, Carlos Tevez hizo “lobby” para que lo lleven al Mundial o al menos formuló declaraciones para que lo consideren en la lista de espera por delante de Lautaro Martínez. Dijo algo así como que todos hablaban del pibe porque había metido tres goles pero no se tenía en cuenta que una semana antes ni la había tocado. A veces las palabras de este tipo tienen efecto de boomerang. Tevez, que había jugado muy bien contra San Lorenzo, una semana más tarde, ante Temperley, se equivocó mucho en los pases, ensayó algunos remates sin demasiada dirección ni potencia y falló el penal que el mismo había fabricado. Nadie le reprochó nada en la cancha porque el amor de la mayoría de los hinchas sigue siendo incondicional. Por eso la ovación cuado dieron por los altavoces las alineaciones y por eso también el cantito que le infla el pecho a él: “Que de la mano de Carlos Tevez todos la vuelta vamos a dar”. Eso sí, a nadie se le ocurrió cantar “para Carlitos, la Selección”, como lo hicieron los de Racing con Lautaro. Un poco porque los boquenses ni se enteraron ni les importaba demasiado que Sampaoli estuviera en la cancha y otro poco porque ayer, al menos, no daba para eso.

A Tevez ya le perdonaron lo de China y por eso en el ranking de afectos actuales de los hinchas aparece en primera fila. En la carrera por conquistar el amor de la tribuna aparecen unos metros por detrás de Tevez el uruguayo Nandez, los colombianos Fabbra y Barrios, Pavón y Wanchope Abila, candidato a ser ídolo.

Cuando a los 15 minutos del segundo tiempo los Mellizos ordenaron  la salida de Bou todo el estadio aplaudió con ganas. La entrada de Wanchope era lo que saludaban y no la salida de Bou. En la hora en la que estuvo en la cancha, Bou metió un gran taco habilitando a Nandez en una jugada que terminó en la red, pero fue invalidada por posición adelantada y estuvo a punto de marcar en un tiro corto que dio en el palo, pero fuera de eso su presencia pasó inadvertida, en sintonía con la floja producción del equipo en la etapa inicial. Bou se fue cuando Boca ya se había puesto en ventaja y todos intuyeron que si Temperley se abría para buscar el resultado, Abila iba a tener oportunidades para marcar. En los 30 minutos que jugó el ex delantero de Huracán recibió un par de faltas, se ganó una amarilla por buscar una pelota con vehemencia y clavó un tiro en el palo. Fue una jugada rápida en la que la pelota le quedó servida después de un rebote, cara a cara con el arquero. Tuvo tiempo para apuntar y sacar el derechazo, pero la suerte no lo acompañó y la pelota se fue después de rozar en un poste. Más suerte tuvo Fabra, cuando subió por el lateral, levantó la cabeza para buscarlo a Bou que esperaba en el área y tiró centro. Josué Ayala, el arquerito de Temperley con pasado en Boca, vio impotente cómo se le colaba la pelota a sus espaldas. “Y sí, tiré centro y la pelota se metió”, dijo con honestidad el lateral colombiano por si a alguien le podían quedar dudas. Pero tampoco hubo duda sobre la importancia de su intervención, cuando se arrojó para tapar un remate de Montagna que tenía destino de gol.

Fue curioso el murmullo que siguió al centro de Fabra lamentando que la pelota se iba alta (la verdad es que bajó de golpe).  

La gente cerró la tarde con una nueva ovación. Sabían que se ganó de carambola, pero también saben que tanto tiempo en la punta no es casualidad.