Hay actos de desobediencia, como no respetar la última voluntad de un escritor o un filósofo, que los lectores del mundo nunca se cansarán de agradecer. Max Brod no quemó los miles de manuscritos que le dejó su amigo Franz Kafka. A Brod se deben las publicaciones póstumas de las novelas El proceso, El castillo y América, entre otras. Una obra inédita e inconclusa de Michel Foucault (1926-1984), en la que el filósofo francés analiza las doctrinas elaboradas por los Padres fundadores de la Iglesia, ha sido publicada en Francia por la mítica editorial Gallimard, 34 años después de su muerte. Se trata del cuarto volumen de Historia de la sexualidad, titulado Las confesiones de la carne. El editor de este volumen, el filósofo Frédéric Gros, revela en la introducción que el libro fue elaborado a partir de un manuscrito del autor de Vigilar y castigar y un texto mecanografiado de la misma obra. ¿Cuándo se convirtió la sexualidad en el “sismógrafo de nuestra subjetividad”? Bajo el aguijón de este gran título, Foucault examina la experiencia cristiana de la carne a través de las lecturas de Clemente de Alejandría, Tertuliano, Cipriano, Ambrosio, Juan Crisóstomo, Casiano y San Agustín; un análisis crítico que le permite precisar cómo se fueron elaborando las normas cristianas en materia de matrimonio, de castidad, de virginidad, de infidelidad y de procreación.
La decisión de publicar el libro se vio estimulada por la venta en 2013 de los archivos de Foucault –que contenían una versión manuscrita de Las confesiones de la carne y un original mecanografiado que Foucault había comenzado a corregir– a la Biblioteca Nacional de Francia por su pareja, Daniel Defert. Una vez que el material estuvo disponible para los investigadores, la familia de Foucault, que posee los derechos de su trabajo, dispuso que debería compartirse más ampliamente. El libro, comentó el profesor Stuart Elden de la Universidad de Warwick (Inglaterra), consta de tres partes. “El primero analiza cómo la antigua noción de ‘afrodisia’, una noción que podríamos entender como placer, se reemplazó con la noción cristiana de la carne. Eso, a su vez, precede a nuestra comprensión moderna de la sexualidad. La segunda y tercera parte del libro hablan sobre ser virgen y estar casado. Estos son los dos temas clave que preocupan a los padres de la iglesia: el monje y el hombre casado”, explicó el experto en Foucault. “Está escrito en un estilo austero de análisis textual, sin el tipo de florituras retóricas que caracterizan parte de sus otros trabajos”, planteó Elden, autor de Foucault’s Last Decade (La última década de Foucault) y agregó que el volumen publicado póstumamente es “la clave de toda la serie de la historia de la sexualidad”.
Desde fines de los 60 su obra ocupó un lugar central en la filosofía contemporánea. Doctor en Filosofía en La Sorbona con la tesis Historia de la locura en la época clásica, Foucault sostenía que nada importante se aprendía si no había seducción. Sus clases en el collège de France pronto se convirtieron en una de las más famosas y populares atracciones intelectuales en el París de los 70. En 1971, este hombre calvo, de piel marfileña y aspecto budista, fundó con otros intelectuales Los grupos de información sobre las prisiones (GIP), una de las iniciativas más radicales de la época. Su objetivo era investigar, denunciar y ayudar a cambiar la vida en las cárceles. Publicó Enfermedad mental y personalidad (1954), Historia de la locura en la época clásica (1961), Nacimiento de la clínica: una arqueología de la mirada médica (1963), Las palabras y las cosas: una arqueología de las ciencias humanas (1966), La arqueología del saber (1969), El orden del discurso (1971) y Vigilar y castigar: nacimiento de la prisión (1975), entre otros. A mediados de los años 70 empezó un proyecto descomunal en el que buscaba explorar la sexualidad occidental desde la antigua Grecia hasta nuestro presente. Publicó tres tomos de la Historia de la sexualidad –La voluntad de saber (1976), El uso de los placeres (1984) y La inquietud de sí (1984)–, y el cuarto tomo quedó inacabado por la muerte de Foucault, a causa del sida, el 25 de junio de 1984, a los 57 años.
En Las confesiones de la carne Foucault demuele el “mito” de la libertad pagana sofocada por la austeridad cristiana que supuestamente condenaba toda vida sexual. Desde Platón a Marco Aurelio, los filósofos de la antigüedad postulaban una supervisión estricta de las prácticas sexuales. Las prescripciones cristianas no son más represivas. Los Padres de la Iglesia solían tomar y repetir al pie de la letra las frases de los filósofos, conservan prácticas ya formuladas como la condena al adulterio, el matrimonio en segunda nupcias y las obscenidades entre esposos. “Foucault dice que no hay ruptura entre el mundo antiguo y el mundo cristiano”, advirtió Daniel Borrillo, investigador argentino en derecho de la sexualidad y profesor en la Universidad de Nanterre en Francia. “La censura, la prohibición, no es propio del cristianismo, dice Foucault. Todas estas cuestiones como la virginidad, la fidelidad, la sodomía, la finalidad reproductiva de la sexualidad del matrimonio, ya fueron teorizadas en la Antigüedad”.