Nació y se crió rodeada de lanas y alfombras, en la empresa familiar, que iniciaron sus abuelos, inmigrantes griegos, que llegaron al país con un telar en el equipaje. Hoy es ella la que teje enormes tapices para expresarse. “Soy artista. No me considero diseñadora ni activista”, dice Alexandra Kehayogluo. Pero sus obras son denuncia: documentan paisajes que están por desaparecer por acción y decisión humana. O mejor dicho, de algunos hombres. “Busco dejar un testamento de que esto o aquello era así antes”, cuenta a PáginaI12, en su estudio. Su última obra está expuesta, desde diciembre, en la Trienal de Arte de la Galería Nacional de Victoria, en Melbourne, Australia: una gran alfombra de 10 metros de largo por casi tres metros y medio de ancho, que representa al río Santa Cruz, cuyo lecho pronto quedará desdibujado cuando avance la construcción de las dos represas que aprobó el Gobierno a mediados de 2017 y se inunden 400 kilómetros cuadrados a la redonda, dos veces el tamaño de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. La obra parece una foto de un fragmento del río tomada desde un dron. Pero es pura textura en lana. Sorprende. Antes de tejerla, viajó dos veces al territorio, para explorarlo y documentar su geografía. La segunda, en abril de 2017, junto a un grupo de biólogos, ingenieros, artistas y activistas, con quienes recorrió en kayak el río, durante 8 días, de punta a punta, desde su naciente, donde recibe agua de deshielo de los ventisqueros del parque nacional Los Glaciares, hasta su desembocadura en el Atlántico.
A fines del año pasado llegó de Australia, donde participó de la inauguración de la Trienal, y pudo disfrutar de la exhibición de su obra. “Está apoyada en el piso y tiene un espejo en el techo, lo que le da un efecto de sinfín”, cuenta. Los visitantes pueden pisar la alfombra. “La gente camina, se vuelca al suelo, experimenta la horizontalidad, que es una forma de acercarse a la Tierra”, dice.
Tiene 36 años y estudió Artes Visuales en el IUNA. Las alfombras fueron su hábitat desde niña. Su abuela materna, que se llamaba Ekpiniki, fue inmigrante griega y llegó a la Argentina con un telar bajo el brazo, el puntapié para fundar la empresa familiar El Espartano, que hoy sigue fabricando alfombras y pasto sintético a escala industrial. Alexandra trabajó como diseñadora en la fábrica de su padre, Constantino. Pero entendió que lo suyo era el arte. Y encontró su lugar en otras alfombras, singulares, únicas, que teje con una pistola que insertan la lana en el bastidor. La ayudan tres asistentes. Río Santa Cruz les llevó cuatro meses de trabajo. La obra tiene 10 metros por 3,4 metros. Los tonos amarronados, los verdes secos, de la meseta patagónica desértica, de la vegetación achaparrada, hacen más visible el celeste cristalino del río. La lana parece agua, que fluye.
–En esa extensión está narrado el viaje entero. Es el recorrido que quedó adentro mío –cuenta.
La expedición en kayak no fue fácil. Junto a su pareja, José García Huidobro, quien forma parte de su estudio –y en el viaje se encargó de manejar el dron que tomó las fotos aéreas del recorrido – se entrenaron durante dos meses, físicamente, y a la vez, remando en las aguas del Río de la Plata. La expedición la hicieron con un guía del lugar.
La primera vez que vio el río Santa Cruz, en la provincia homónima, fue en diciembre de 2016. “Hicimos un viaje de casi 5 horas por tierra hasta donde se construye la represa Néstor Kirchner”, recordó. “Darwin lo remontó. Ahí hay conchas marinas, fósiles, mucha información sobre nuestra existencia, que se va a perder” agregó.
A los cuatro meses volvió, para esa travesía de 8 días, por el río, que luego quedó inmortalizada en la alfombra. “Hay algo que es intangible, que no puede registrar un estudio de impacto ambiental. Ves la estepa patagónica atravesada por esa serpiente turquesa, en un paisaje muy hostil, hay mucho viento, hace mucho frío, y sabés que no se podrá ver más”, dice. Pronto, advierte, ya no se podrá distinguir el lecho del Santa Cruz, que será “represado”. En agosto, el gobierno nacional aprobó la construcción, por parte de un consorcio de empresas chinas y argentinas, de las represas Presidente Néstor Kirchner y Gobernador Jorge Cepernic sobre el río, mediante una resolución conjunta de las carteras de Energía y Minería, y de Ambiente y Desarrollo Sustentable, que se publicó en el Boletín Oficial, con las firmas de los ministros Juan José Aranguren y Sergio Bergman, después de que se hiciera una audiencia pública, ordenada por la Corte Suprema, que había suspendido las obras.