El libro no abunda en detalles, pero cumple con (casi) todas las de la ley para abordar vida y obra de mister Robert Allen Zimmerman, de Minnesota. Es de lectura fluida y directa. Va al dato clave para el neófito. No se excede en especulaciones superfluas, profundas o arbitrarias, pero tampoco soslaya detalles insoslayables. Las doscientas cuarenta páginas de Bob Dylan. Vida, canciones, compromiso, conciertos clave y discografía, servirían como una introducción acertada y esquemática para la materia Dylan I. Una sistematización que incluye páginas de vida, conciertos importantes, repaso discográfico, y posiciones ideológicas del músico recientemente investido como hombre de letras –Nobel mediante– por la academia. “Creo que la existencia de tantos libros que analizan minuciosamente la obra y la vida de Dylan, parcial o íntegramente, hace necesaria la edición de libros como éste, una guía para recorrer su historia y su arte de forma ordenada, sencilla y asequible a cualquier lector, incluido el menos informado, pero tratando de no perder de vista la profundidad de la documentación y la intensidad del relato. Es una guía para viajar por el mundo dylaniano”, refrenda su autor, el periodista y escritor español Manuel López Poy.
–Ante tantos libros que se hicieron sobre él, como bien dice, ¿dónde estaría la “autonomía” del suyo?
–Quizá en la estructura, que permite aproximarse a distintas facetas del músico como la política, la poesía, el cine o sus controvertidas actuaciones en directo, de forma independiente y a la libre elección del lector. Se puede leer seguido, por partes o simplemente usarlo como herramienta de consulta.
El libro fue publicado cuatro meses antes de que la academia premiara a Dylan con el Nobel, y esta es otra instancia que el escritor no puede esquivar. Ni él, ni su trabajo, claro. “El apartado del libro dedicado al Dylan poeta lo abro precisamente con la entonces candidatura al Nobel. En aquel momento no tenía una opinión formal sobre el tema y creo que sigo sin tenerla. Quizá las críticas vengan más porque no es un escritor al uso, sino un músico, cosa que no comparto”, opina Poy, nacido hace 58 años en Sarria, un pueblo cercano a Lugo, y con un curriculum que abarca varios libros del palo, como Los días azules, Ficciones del blues o Camino a la libertad, Historia social del blues; y colaboraciones en las revistas Ruta 66 y Fiat Lux, además de haber sido director del Anuario del Blues y guionista de documentales relacionados con la música como Hondarribia Crossroads o Barna Blues. “Creo que la condición de cantante de Dylan no le excluye del premio y tiene su parte positiva porque acerca el Nobel a un sector cultural popular, como el de los millones aficionados a la música rock. La academia sueca tiene su criterio y no creo que sea mejor o peor en este caso que en el de otros premios como el de la paz o el de medicina. De hecho, la mayoría de los Nobel de literatura son unos desconocidos para la mayoría de los lectores, o al menos lo eran hasta el momento que lo recibieron. Lo cierto es que nunca se había hablado tanto del premio... y que probablemente el interesado sea precisamente a quién menos le importe esta polémica”, profundiza el hombre con apellido de palomita.
–¿Piensa a Dylan como el músico más importante del siglo XX, como lo piensan muchos?
–No, no creo que haya sido más importante que Johnson y Muddy Waters, cantantes como Billie Holiday o rockeros como Jimi Hendrix y Lou Reed, por citar sólo a algunos, pero sí es el que llevó el rock más allá del mero espectáculo musical, imbricándolo en la cultura y el arte. De alguna forma, podríamos decir que lo “intelectualizó”, aunque probablemente él aborrecería esta descripción.
–¿A quiénes más pondría en ese “pedestal”, y por qué?
–Tengo una escasa tendencia a colocar personas o cosas en pedestales, sí acaso algunas ideas. Pero el podio de Dylan lo comparten unos cuantos, por las más diversas razones. Empezando por Elvis Presley, su ídolo adolescente, y siguiendo con una larga lista que pasa por Chuck Berry, John Lennon, Janis Joplin, Mick Jagger, Keith Richards, Bo Diddley, Dr. John o B.B. King, y todos por lo mismo: haber desarrollado y evolucionado el rock and roll que, según Berry, es como los blancos bautizaron al rhythm & blues.
–El libro está basado en muchos datos, hechos salientes, discos, en fin, es como una guía cronológica. ¿Cuál sería su posición subjetiva sobre Dylan?
–Considero que es uno de los personajes más importantes de la cultura popular de la segunda mitad del siglo XX, y creo que es un artista que va más allá de la etiqueta de cantautor, músico de rock o poeta de la cultura pop. Es, indudablemente, uno de los grandes iconos culturales y el artista que, con sus genialidades y sus excentricidades, ha llevado más lejos el invento que dio alas y protagonismo a la juventud mundial: el rock & roll.
–Deja en claro en la introducción, que la idea es acercarse “lo más objetivamente posible”, a la obra de Dylan. ¿Es posible eso? ¿Cree que lo ha logrado?
–Eso espero y, sobre todo, deseo. Nunca fui un gran fan de Dylan, ni figura en un lugar preferente en mi santoral musical personal. Por eso quizá me haya sido más fácil aproximarme a su figura sin ningún prejuicio y tomar distancia para analizarla de una forma más fría y objetiva. Mi centro es más bien el blues, género cuyo acercamiento, para mí, fue como un flechazo.