Hablar del caso Chocobar implicaría remontarse al caso del tristemente célebre Ing. Santos (1990). Más cercano en el tiempo recordamos la escena donde un presunto delincuente es aplastado por el automóvil de Sergio Oyarzun, alias “El carnicero” y a una turba que termina ejecutando a quien ya habían condenado movidos solo por la identificación recíproca entre los participantes. Identificación al Ideal sin mediación alguna, así define Lacan a la locura por fuera de la psicosis. Ejemplo si los hay del debilitamiento del vínculo social. Esta interpretación la realizamos apoyados en el texto de Freud El malestar en la cultura, donde el creador del psicoanálisis plantea que “la convivencia humana sólo se vuelve posible cuando se aglutina una mayoría más fuerte que los individuos aislados, y cohesionada frente a estos. Ahora el poder de esta comunidad (Estado) se contrapone, como derecho, al poder del individuo, que es condenado como violencia bruta”. Y concluye: “Esta sustitución del poder del individuo por el de la comunidad es el paso cultural decisivo. Su esencia consiste en que los miembros de la comunidad se limitan en sus posibilidades de satisfacción, en tanto que el individuo no conocía tal satisfacción”. El siguiente requisito es que el orden jurídico no se quebrantará para favorecer al individuo. Si esto no ocurre, la locución latina, tomada de Plauto, “Homo homini lupus” (El hombre es el lobo del hombre), se instalará como única regla dentro de la comunidad, y en tal caso, el vínculo social habrá desaparecido. Como sociedad volveríamos a la ley del Talión, sin Código Hammurabi de por medio. Se hace necesario decir esto porque el Código Hammurabi (1300 a. de C.), código de leyes, unifica los diferentes códigos existentes en las ciudades del imperio babilónico. Pretende establecer leyes aplicables en todos los casos, e impedir así que cada uno “tomara la justicia por su mano”, pues sin ley escrita que los jueces hubieran de aplicar obligatoriamente, era fácil que cada uno actuase como más le conviniera. Es decir que el crimen del carnicero junto con la turba de Zárate es, si se me permite, pre Hammurábicos. Alguien podría decir que se trata de la ley de la selva, pero ni siquiera, pues en ese caso habría una ley, en este condenable episodio no hay ley, sólo hay pasaje al acto. Para el psicoanálisis, el pasaje al acto se sitúa como un más allá del principio del placer, y por lo tanto está enteramente ligado a la pulsión de muerte.
El caso Chocobar ¿presenta algo similar a los anteriormente citados? Sí. Y es que el presidente de la Nación en ambas situaciones felicitó a los asesinos. En esta segunda oportunidad lo hizo de manera oficial fotografiándose al lado del uniformado. ¿Qué lectura es posible hacer de esta imagen? La más obvia es que desde el Poder Ejecutivo se está avalando el accionar de un policía que dispara por la espalda a un delincuente que está huyendo. No es sólo un aval. Es un mensaje a todas las fuerzas de seguridad y a la sociedad en su conjunto. Un mensaje pre Hammurábico, como dije más arriba.
Un mensaje a las fuerzas de seguridad que no es otro que “actúen como sea, siempre tendrán nuestro respaldo sobre todo si matan por la espalda”.
Un mensaje a la sociedad que se apoya en el odio y el deseo de retaliación por parte de quien fue víctima de la llamada inseguridad. Se le dice “yo desde el Ejecutivo acuerdo con Uds. y soy reflejo de su sed de venganza y para eso tenemos a muchos “chocobar” coordinados por la ministra Bullrich para que se cumplan sus deseos y así evitar los vericuetos del Poder Judicial y de los “curros de los derechos humanos”. Este mensaje enviado a un sector de la población tiene efectividad por los lazos identificatorios entre el conjunto de aquellos que son o se sienten víctimas de la inseguridad. Es un mensaje performativo. El 8 de febrero, un miembro del grupo Halcón, de la provincia de Buenos Aires, mató por la espalda a un joven de 17 años en Quilmes. El oficial, al igual que Chocobar, no estaba de servicio.
El carnicero, el ingeniero, el policía son los paradigmas de una sociedad amenazada en su vínculo social por políticos y políticas neoliberales que construyen subjetividades individualistas que se pueden caracterizar con la primera figura del individualismo moderno, la más pobre de todas al decir de Hegel, la del deseo de goce inmediato sin reflexión alguna. Como en el primer Fausto de Goethe “la conciencia desprecia el entendimiento y la ciencia, supremos dones concedidos a los hombres, y se entrega en brazos del demonio”.
En esta batalla por el sentido común el Gobierno intenta imponer una moral. Una moral que es con la que se ha manejado desde tiempos remotos la oligarquía argentina. Hoy aggiornada a los tiempos que corren. Dentro de los valores que sostiene, sin lugar a dudas, la represión a los trabajadores, la justicia por mano propia o por gatillo fácil es uno de los principales ejes.
La batalla por el sentido común no se logra sin la participación de los medios de comunicación. Ese gran conglomerado de transmisión de ideología y de valores. O como dice Max Schumacher en Network:
“De nosotros jamás obtendrán ninguna verdad. Les diremos lo que quieren oír, mentimos como locos. ¡Les diremos cualquier mierda que quieran oír! ¡Comerciamos con ilusiones, nada es verdad!”
Cuando se mostraba, días atrás, el video de Chocobar matando al delincuente por la espalda, el videograph decía: “¿actuó bien o mal el policía?”. De esta manera sometían a los televidentes a una suerte de compulsa futbolera como si se tratara de un penal mal cobrado. Este modelo obviamente no es ingenuo. Está claro que siguen la línea que marca el gesto presidencial.
Las consecuencias en el orden social y de la subjetividad son las que hemos mencionado y son las que el modelo neoliberal necesita para construir su hegemonía. No es consecuencia de la falta de experiencia para gobernar lo que está sucediendo sino que es un objetivo del sistema capitalista: capturar y moldear subjetividades que se ajusten a sus fines, o como dijo Margaret Thatcher, “la economía es el método, el objetivo es cambiar el corazón y el alma”.
* Psicoanalista.