La Paz, la capital de Bolivia, organiza el segundo Paro de Mujeres de su historia. “Venimos reuniéndonos en asambleas amplias con las colectivas feministas, con mujeres de diferentes sectores y organizaciones, hemos decidido no sólo sumarnos al paro por la consigna internacional, con reclamos propios a nivel Bolivia, que responden al contexto político y social en el que estamos. Se ha decidido realizar una marcha seguida de un acto político cultural”, explicó Violeta Tamayo, de Pan y Rosas Bolivia. En las Asambleas se decidió permanecer por fuera de la polarización política que vive el país. “Veníamos viendo la necesidad de marcar diferencias en una coyuntura política altamente polarizada entre el gobierno del Mas y la oposición de lo que nosotras llamamos la vieja derecha, porque también creemos que el gobierno del Mas ha dado un vuelco a la derecha extraordinario”, puntualizó Andrea Terceros, de Warmis en Resistencia Espacio de Mujeres. Las entrevistadas: Tamayo, Terceros, Lisette (también de Warmis en Resistencia) y Silvia Fernández Cervantes, de Ni Una Menos Bolivia aseguran que ese es un acuerdo básico de la asamblea. También cuentan que la legalización del aborto divide las aguas en su país, donde señalan que mueren dos mujeres por día como consecuencia de abortos inseguros. Como se trata de una práctica clandestina, las cifras oscilan entre una y dos muertes diarias, lo que convierte al país en el segundo de América Latina, después de Haití. Si bien el año pasado, una reforma amplió las causales para legalizar el aborto, su puesta en práctica es difícil, de modo que la única manera de interrumpir un embarazo es por cuenta propia.
El año pasado realizaron una manifestación para el 8 de marzo. “Ha sido una experiencia importante, el movimiento feminista en Bolivia es muy joven en términos de su articulación. La historia del feminismo es muy reciente, y por eso fue una interesante experiencia, sobre todo de continuidad. Salimos con Ni una menos el 25 noviembre de 2016 y esta convocatoria al paro sirvió para reivindicar el 8 de marzo como el día de la mujer trabajadora, pero también para manifestar toda la protesta que teníamos. Fue una acción muy chiquita, aunque sí con algún impacto en los medios”, evaluó Fernández Cervantes.
En ese sentido, las activistas consultadas desean “que la movilización, a través de consignas que también son generales: contra el patriarcado, por la despenalización y legalización del aborto, sean también radicales, que se diferencien de ambos bandos, que tienen en común la oposición al aborto, que tienen en común la legitimación de la explotación laboral. Son cosas que hemos venido discutiendo que vamos a poner sobre la mesa con todas las compañeras en las reuniones que hemos tenido, y se han discutido en una asamblea que ha tenido bastante participación, donde no sólo estuvieron las organizaciones, donde hay muchas compañeras, sector de mujeres trabajadoras como las redes sindicalistas, y otro sector de mujeres el sindicato de las despedidas de la empresa La Paz Limpia”.
La larga lista de demandas incluye, por supuesto, la lucha contra la violencia machista. “Tenemos la necesidad de posicionarnos, sobre todo a 5 años de la ley 348, la ley integral para garantizar a las mujeres una vida libre de violencia, que no cuenta con presupuesto suficiente, no tiene capacitaciones necesarias, y de ningún modo ha constituido un garante para que en instancias judiciales y mucho menos policiales las mujeres sean protegidas, no solo en caso de violencias en la cual salen vivas, sino de los femicidios”, explicó Terceros. En Bolivia, en 2018, hubo 109 femicidios.
La brecha salarial es uno de los puntos álgidos de las demandas. En los últimos ocho años, se incrementó siete veces, de acuerdo a un informe del Instituto Nacional de Estadísticas de ese país. Las empresas prefieren contratar a hombres pese a que es un país donde hay muchas más mujeres. La mayor cantidad de trabajadoras en el sector informal, o por cuenta propia, y en puestos de menor calificación, además de la preferencia del sector privado a contratar hombres, son dos factores de esta brecha que en 2015 ONU Mujeres estableció en 415 bolivianos (el salario promedio de ellos era de 3815 y el de ellas de 4225). “Esto significa que si un hombre gana 100, la mujer gana 70”, explicó el año pasado Carolina Taborga, representante de ONU Mujeres. Y ello pese a la decisión del gobierno nacional de contratar un 50 por ciento de mujeres en las entidades públicas.
Si se habla de empleo y economía, la contabilización de las horas de trabajo no remuneradas “que se supone que constitucionalmente se debía haber realizado hace años pero no se ha puesto en marcha”, señalan, y la denuncia de “la cantidad de despidos en sectores trabajadores, que son fuerza de trabajo femenino” como la empresa de higiene urbana La Paz Limpia. “Eran mujeres que estaban trabajando en situaciones ultraprecarizadas, como gran parte de las mujeres en el país”, aclararon. La trata y el tráfico de mujeres para explotación sexual es otro tema “muy vigente, se ha venido incrementando mucho en los últimos años, se han emitido leyes que no llegan a ser efectivas y realmente es necesario que el gobierno atienda esa situación”.
Como Bolivia es un país multicultural, la articulación que vienen realizando para el 8 de Marzo contiene también “la demanda de las mujeres indígenas ante el modelo de desarrollo”, contra el extractivismo. Por otro lado, harán foco en las desigualdades en las pensiones que perciben hombres y mujeres. “Son parte de las demandas, de las reivindicaciones que se está planteando. El fondo de las coincidencias políticas que tenemos entre las colectivas que hacemos parte de esta articulación, el fondo de nuestras coincidencias políticas es que esta lucha antipatriarcal, anticapitalista y contra este gobierno”, subrayó Fernández Cervantes.