Una señal telefónica endeble puede provocar diálogos acertados: "Te escucho bien", dice el cronista. "Hay una diferencia entre oír y escuchar. Oír es una cuestión física, escuchar es una función mental, volitiva. A todo el mundo que me dice 'no te escucho', se lo digo. A mí, esto me sirvió toda la vida", responde Rubén "Chivo" González a Rosario/12. Y la música, claro, tiene mucho para decir. A manera de ejemplo, es suficiente la propuesta de esta noche, a partir de las 21 en Terraza de la Cúpula de Plataforma Lavardén. Allí, el músico y su saxo alto evocarán el legendario disco Time Out, de Dave Brubeck, en compañía de Mariano Ruggieri (piano), Franco DiRenzo (contrabajo) y Luciano Ruggieri (batería).
La anécdota lo explica mejor: "Mi vieja me daba plata para comprar discos, una o dos veces por año. Esa vez, un sábado a la mañana en 1960, fui a 'Casa Rom', que estaba en Mitre al 800, a comprar el 'nuevo' de Los estudiantes holandeses, una banda de dixieland que a mí me gustaba muchísimo; en esa época yo tocaba el clarinete y ahí había un par de clarinetistas extraordinarios. Me atendió un hombre, me preguntó qué estaba buscando, y me dice: '¿por qué no te llevás éste? Es jazz moderno'. Como era un poco tímido temía contradecir a los mayores, pero vi que tenía cara de sincero, así que opté por comprarlo. Recuerdo la vuelta a casa en el tranvía, sumergido en un mar de dudas. Llegué a mi casa, saqué el disco del sobre, lo puse en mi Wincofón y escuché ese 'Blue Rondo à la Turk' y me dije, 'A la pelota, ¿qué es esto?'. Ese día lo escuché tres o cuatro veces. Fue un gran cambio, que me permitió entrar en otra faceta. Al tiempo escuché a Dizzy Gillespie, Charlie Parker, Lee Konitz, Stan Getz, y todos los demás, pero no fue un camino cronológico y 'lógico', sino de idas y vueltas, hasta que uno se planta bien en un lugar y dice 'bueno, esto es más o menos cómo funciona todo'".
En cuanto a la ejecución que se escuchará, González señala que "salvo un momento de improvisación, somos bastante puntillosos en hacer lo que ellos hicieron; se trata de una evocación, con las limitaciones del caso, porque obviamente yo no soy Paul Desmond. Son otras épocas, otras vidas y otra práctica, para ponerlo en términos reales. Acá no tocamos todos los días como hacían ellos, sino cuando se puede, entonces uno evoca de alguna manera lo más parecida posible a lo que sonó en aquel disco".
"Cuando comencé a tocar jazz, los músicos se contaban con las dos manos, pero ahora hay muchísimos. Hay que decirle a la gente que apoye la música en vivo. Es muy lindo escuchar discos en tu casa o por la calle, caminando, pero no hay ninguna experiencia más efectiva y que llegue realmente al corazón que escuchar a los músicos en vivo. Y los músicos necesitan de un público que no sean sólo músicos, un público que no esté necesariamente entrenado para tocar un instrumento", concluye el músico.