Directora de espectáculos taquilleros como Confesiones de mujeres de 30 , Monólogos de la vagina y, más recientemente, Toc Toc, espectáculo que va –por su octava temporada, Lía Jelín recibirá hoy el premio que otorga la Fundación Romeo, presidida por Patricio Orozco, en el marco del inicio de la VIII edición del Festival Shakespeare Buenos Aires (ver aparte). Los actores y directores británicos Peter Ackroyd y Simon Russell Beale también fueron distinguidos con el mismo premio, el cual ya les fue enviado a su país de origen. Si bien el galardón lo reciben “todos aquellos que han hecho un aporte a la cultura, a la difusión de las artes escénicas, tratando de descubrir una nueva mirada sobre la condición humana”, según se informa en el material de prensa, el premio que recibirá Jelín está, sin duda, estrechamente relacionado con su puesta de 2004 de Shakespeare comprimido, reformulación de un juego teatral, creado por la Reduced Shakespeare Company, especie de compendio humorístico de las obras más conocidas del bardo.
La misma idea hoy no resulta demasiado original (en el último FIBA se vio en 38SM, algo semejante) pero en 1981 era una rareza: tres actores ingleses, también profesores de literatura, pensaron que aquel compendio de 37 obras de Shakespeare sería un atractivo modo de iniciar al alumnado al conocimiento de la obra del dramaturgo. “También yo pensé que era un modo de divulgar la obra de Shakespeare –le dice Jelín a PáginaI12–, un modo de desdramatizarla, para que el público la vea con otros ojos”, completa.
Interpretado por Mike Amigorena, Alejo García Pintos y Hernán Romero, aquel Shakespeare comprimido contaba el asunto de Romeo y Julieta, una de las piezas con mayor desarrollo del montaje, en 17 minutos, en tanto que Otelo resumía sus penas en ritmo de rap y tango, Tito Andrónico asumía el formato de un programa de cocina y todas las comedias del bardo conformaban una sola pieza. “Aquellos tres clowns jugaban al rugby con una corona para contar los argumentos de Julio César, Ricardo III y Macbeth”, recuerda la directora, quien había elegido el formato de la danza-teatro para contar los amores de Troilo y Crésida, además de haber adicionado abundantes referencias localistas y hasta una escena con participación del público, en su afán por apartarse del esquema de la obra original.
Formada con Renate Schotellius en el campo de la danza, Jelín fue bailarina solista de Dore Hoyer en los ‘60, al tiempo que, a escondidas, trabajaba como corista, porque “no había en esa época trabajo rentado de bailarina”. Fue después de esas experiencias que comenzó a dirigir. Es por esta formación que para la directora el diseño del movimiento y el concepto del espacio son elementos clave en sus puestas, según afirma. Por otra parte, confiesa interesarse solamente en aquel material teatral que va a ofrecerle dificultades. “Si es fácil, no es para mí”, afirma Jelín.
Años después de su experiencia con la puesta de la casi totalidad de las obras de Shakespeare en una, Jelín está ultimando la versión de Tito Andrónico, que espera estrenar con producción de la misma Fundación Romeo. “Es que no se puede hacer Shakespeare sin apoyo económico”, afirma la directora, quien anticipa que su versión podrá ser representada tanto en un espacio abierto como en un teatro. “Lo importante es que se vea una Roma decadente y cartonera en el medio de un anfiteatro desnudo: será como un auto sacramental en el que un pueblo representará la historia de un militar que elige al hombre equivocado para que se haga cargo del poder. Todo para hablar del tema de la venganza y de otras miserias humanas”, explica.