Cuando restan cinco días para la marcha de Camioneros, un grupo selecto de funcionarios del oficialismo salió a rechazar la medida lanzada por Hugo Moyano aprovechando, pero también buscando ahondar, las diferencias entre las organizaciones sindicales. Las críticas fueron rechazadas de plano por Facundo Moyano y por uno de los hombres de mayor confianza del camionero, Octavio Argüello. Ambos dirigentes resaltaron que “hay razones objetivas para el reclamo” y que “el gobierno se pelea con Camioneros porque busca poner de rodillas a los trabajadores”.
El actual diputado nacional por el Frente Renovador aseguró que la marcha del 21F está motivada por el incumplimiento de las de promesas de campaña del gobierno: “En dos años el gobierno no cumplió la mayoría de las promesas que hizo”, dijo para luego insistir en que no está relacionada con las causas judiciales. “Hay razones objetivas para llevar adelante un reclamo”. Facundo, que supo ser secretario general del gremio de los empleados de peaje, reconoció las diferencias que existen entre los dirigentes sindicales y si bien señaló que la institución gremial está un tanto desgastada “por errores propios”, también advirtió que otra de las razones hay que buscarla en la fabulosa campaña política y mediática en contra de los gremios. Por otra parte dijo que en todo gobierno “hay un sindicalismo alineado” y puso como ejemplo al de Obras Sanitarias que conduce José Luis Lingeri, “que firmaron paritarias por el 15% sin cláusula gatillo, pero la inflación va a ser superior”.
Por otra parte y mucho más vehemente, el titular de los camioneros de Tres de Febrero y San Martín, Octavio Argüello, indicó que no lo sorprendió el ataque contra su jefe sindical porque “Hugo Moyano no aceptó firmar la reforma laboral”. En ese sentido señaló que el gobierno de Cambiemos está empeñado en “beneficiar a los que más tienen: son conservadores, son lo más rancio de la oligarquía, quieren a un trabajador de rodillas. Nosotros no nos peleamos con los gobiernos, los gobiernos se pelean con nosotros”.
Ayer, y a modo de confirmación de la tesis de Facundo Moyano, una serie de funcionarios y legisladores del oficialismo se concentraron en criticar la marcha haciendo hincapié en la división interna que existe en el sindicalismo. Una de ellas fue la vicepresidenta de la Nación, Gabriela Michetti, quien resaltó la actitud de los sindicatos “amigos” que se avienen a “los diálogos de la competitividad y de la productividad del país, para atraer inversiones” y los que pretenden, como Moyano, “una Argentina del pasado, que no funcionó y dejó treinta por ciento de pobreza”. Un razonamiento que permite vislumbrar que para la titular del Senado la responsabilidad de la crisis está sólo en los trabajadores y no en empresarios o las políticas de los gobiernos de turno.
En la misma línea se expresó el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, cuando indicó que “lo que está ocurriendo con el mundo sindical es que la mayoría no tiene ánimo de confrontar con el Gobierno, sino de trabajar juntos para generar más trabajo. En eso somos socios con la mayoría de los representantes del gremialismo”.
Un viejo amigo de Moyano también expresó sus diferencias. El vicejefe de Gobierno porteño, Diego Santilli, consideró que el reclamo “no engloba al conjunto de los trabajadores” y “se trata de una cuestión política”.
Por último y como una suerte de fuego amigo, el gobernador peronista de San Juan, Sergio Uñac, dijo no entender las razones del conflicto pero agregó que “entiendo que el diálogo debe ser el denominador común. Hemos tenido posiciones que nos distancian pero definitivamente debemos tener un punto medio y lo hemos logrado con diálogo”.