Los estudiantes siguen siendo los convidados de piedra en este tema. “Nos enteramos de la existencia del protocolo por la entrevista a Acuña (Soledad, la titular de Educación en la ciudad) en La Nación. Una chica la vio y avisó. Después aparecieron notas en otros medios. Por lo que fuimos viendo que dijo la ministra, hay aspectos muy jodidos. El peor es que pone a los docentes y directivos en una posición muy difícil, porque los obliga a ponerse en contra de nosotros. Si hay toma, los directivos tienen que informar y llamar a los padres. Si no lo hacen, los amenazan con consecuencias que afectan profundamente a su carrera docente, como multarlos o no tenerlos en cuenta para futuros concursos. Entonces, los obligan a hacer lo que ellos (las autoridades de Educación) quieren, o los sancionan muy fuerte y les cortan la carrera laboral”, le contó a PáginaI12 Candelaria García, del centro de estudiantes del Lenguas Vivas.
“Y también es muy malo que discutir sobre el protocolo corre el eje del problema. En realidad, el tema está en la reforma de la secundaria, no en las tomas. Las tomas fueron una medida que tomamos porque no nos decían en qué consistía la reforma, cuáles eran los objetivos y alcances cómo se iba a implementar. Al final hubo reuniones con la ministra, pero no sirvieron. Por eso en mi escuela intentamos abrir espacios de reflexión con los docentes para ver cómo vamos a hacer. Al no estar en clases todavía, porque no empezó el año (lectivo), recién estamos viendo cómo vamos a hacer para que haya un avance en conjunto de todos los secundarios”, explicó.