LILIANA: ¿Acá vivís vos?

MARÍA: Sí.

LILIANA: ¿Con tu hija? ¿Son las dos y nada más?

MARÍA: Sí.

LILIANA: ¿Ella y vos, son?

MARÍA: Sí.

LILIANA: Bárbaro.

¿La piecita chica es la tuya?

MARÍA: Sí.

LILIANA: Yo en una época, cuando viví en Buenos Aires, estaba en un departamentito que era de la mitad del tamaño de tu pieza y encima daba al pulmón del edificio. 

MARÍA: Claro.

LILIANA: Fiero.

MARÍA: Me imagino.

LILIANA: Limpito todo. Acá, digo.

MARÍA: Gracias. El videoclub también está siempre muy limpio, yo pienso, ¿qué hace? ¿Pasa la franela película por película? Eso pienso a veces cuando voy.

LILIANA: ¿Es tuyo?

MARÍA: Sí.

LILIANA: Mirá qué bien.  Te felicito, che.

MARÍA: Sí.

LILIANA: Una barbaridad. ¿Y el padre de la piba te pasa?

MARÍA: ¿Dinero? No. Ése degenerado. Qué me va a pasar. Jamás. Nunca.

Monstruos de maldad son los tipos.

Mi padre también nos abandonó cuando chicas. Sólo conservo una foto suya y está de espaldas, dando un hachazo. 

LILIANA: Me copa tu casa, me copa. Me hace acordar a cuando vivía con mi vieja.

Tu casa.

MARÍA: ¿Ya no vivís con tu madre?

LILIANA: Ya se murió.

MARÍA: Ya falleció, perdón, qué tonta.

LILIANA: ¿Anda la doblecassettera?

MARÍA: Sí, sí, es nuevita.

LILIANA: ¿Puedo poner un cassé?

MARÍA: Sí, sí.

LILIANA: No tenés muchos amigos, ¿no?

MARÍA: ¿Yo?

LILIANA: Sí.

MARÍA: Sí, tengo, sí. Amigas. Alguna tengo.

LILIANA: ¿Tomamos algo?

MARÍA: No te ofrecí nada, qué torpeza. ¿Té, café? Yo siempre que salgo apago la llave de gas. ¿Almorzar, no querés?

LILIANA: No, yo digo de tomar algo más forchi. 

MARÍA: ¿Sabés qué? Tengo un lemoncello en la alacena. Yo no bebo, me lo regaló para mi cumpleaños la tarada de la vicedirectora.

LILIANA: Traelo que lo peleamos, María.

Uh, escuchá eh. Esto es. Lo voy a poner al taco.

MARÍA: ¿Es movido?

LILIANA: Vos escuchá.

Ahí viene.

Una alegría del corazón es la música. 

Tengo un poco de merca en la mochila.

MARÍA: ¿Qué?

LILIANA: Le metemos una respirada, no sabés, dos momias quedamos.

MARÍA: ¿Cocaína?

LILIANA: Hoy te reviento, señorita maestra, con un remolque te levantan mañana.

MARÍA: No, pará.

LILIANA: No, ya no paro yo. No. Preparate. No, mató mil. 

Escuchá. 

Esto, esto, sabes qué, esto es un estofado sonoro. 

Uh, no, ya está, me arranqué la nariz. Listo. Estoy muerta. Muerta. 

Me respiré un tubo fluorescente.

MARÍA: Yo no sé si quiero eso, me parece.

LILIANA: Dale, dale. Es una tiza de tu clase ésta.

Nos tomamos un pase y ponemos, escuchá, Dedoman. Son dos tipos haciéndose la paja con dos minas que están garchando en una mesa de pool.

MARÍA: Estás del tomate, Liliana. Dame eso, a ver. Qué desastre. Yo me muero hoy, hija de puta.  Explicame, a ver.

LILIANA: Agarrás un billete. No, ése no está todo blando. Uno más grande. Ése, el de cien mil australes. Lo enrollás, así, lo hacés canuto. Te lo ponés en la nariz, y aspirás, y listo, entra Dios en tu cuerpo y alma y se va el mundo entero a la reputísima madre que lo parió. Una aspiradora, la maestra.

MARÍA: Se me está incendiando la nariz literalmente Liliana la puta que te paríó qué carajo me pusiste.

LILIANA: ¿Vos viste? Sube que te, un flipper, pumba, adentro, acá, setentitrés neuronas así, de una, zac, se fueron.

MARÍA: Y el paladar como si estuviera lamiendo una lata.

LILIANA: A mí el corazón me queda que parece que se me va a salir de adentro del pecho.

Unos tragos más y ponemos la película.

MARÍA: ¿Sale Gino Potente en la película?

LILIANA: ¿En Dedoman? Sí. Está él.

MARÍA: Apago la música y vemos la película.

Ahí va.

LILIANA: Ahí está él.

MARÍA: Sí. Qué raro que es.

Un hombre atractivo. Y tan dotado. Perdón.

LILIANA: Yo me voy a tomar otra. Uf. Por eso existen las películas. La felicidad. Como las drogas. ¿Sabés que son las drogas? ¿Sabés, María? Deberían enseñar en las escuelas, también, a los pibes, las pibas, qué son las drogas.

MARÍA: Las drogas son toda sustancia que altera el sistema nervioso central, se enseña en las escuelas.

LILIANA: No son eso. No son eso. Penas son. Sentimientos que una no sabe dónde meter como cuando te traés una cómoda de la casa de una tía y después te das cuenta de que no tenés lugar en tu casa. Una mierda la vida. Y la muerte peor. Lo peor siempre es la muerte. Ahora y hace años y dentro de unos años y siempre, lo peor siempre es la muerte. Así pasa como algo viste directo en el corazón cuando la gente se va. No estás preparada. La primera vez que lo sentí, me acuerdo como si fuera hoy, la primera vez me acuerdo que era un domingo temprano, y bajamos al garaje a buscar el auto de mi papá, un Peugeot tenía él, grande grande, mi mamá, siempre como con una media sonrisa, como si tuviera miedo de que vean que se reía o que tenía cara de culo, siempre con miedo, eso, y llegamos a un hospital me acuerdo la charla de mi papá con la enfermera, que le da una guita que se ve que le daba siempre como para que atienda mejor a mi abuela, el olor ese, de los hospitales, como a remedio con puré no sé qué olor es que tiene pero desde la puta primera vez que vas ahí ya sabés que a ese olor de mierda huele la muerte, y mi abuela, acostadita, muy flaca, en la cama, blanca, y en la cama de al lado una viejita que lloraba y lloraba y la hija seria que le decía no te vas a morir mamá no te vas a morir y entonces mi abuela me ve y me reconoce y le brillan los ojos, Lili, me dice, en voz muy alta, estaba flaquita pero de la cabeza estaba bien, saludá a tu abuela me dice mi papá y ella me abrazó fuerte , mi mamá le dice le trajimos a la nena, vió, y nos quedamos ahí un rato, medio sin saber qué hacer, mi papá pidió que le cambien no sé qué, esperamos, vino una enfermera al rato y cambió eso y mi papá dice nos vamos viejita nosotros, yo vuelvo mañana, y después nos fuimos a un restaurant-parrilla de la ruta, y después volvimos a mi casa a dormir la siesta, me acuerdo que entramos y mi mamá estaba prendiendo unos espirales para los mosquitos, era verano, y entonces suena el teléfono y mi papá que dice no, la viejita no, la viejita no, y se larga a llorar y suelta el teléfono, era su mamá, ¿no? y él que se puso a llorar y yo que desde ese día, ocho años tendría, desde ese día ya me di cuenta de que la vida es una mierda, y eso son las drogas, vos me entendés, María, esa mierda son las drogas.