El significado que se da a la palabra “egoísmo” en el lenguaje popular es erróneo. Representa una tergiversación intelectual que es responsable, más que cualquier otro factor, de la paralización del desarrollo moral de la humanidad. En el uso popular, la palabra “egoísmo” es sinónimo de maldad; la imagen que evoca es la de un bruto sanguinario capaz de pisotear un sin número de cadáveres para lograr sus fines, que no se preocupa por ningún ser viviente y que sólo persigue la satisfacción de caprichos súbitos e insensatos.
Ayn Rand, nacida en Rusia pero nacionalizada estadounidense, es autora de libros como El capitalismo, un ideal ignorado y Glorificando al Egoísmo. En estas obras, se dedica con mucho esmero a el individualismo y el capitalismo laissez faire sosteniendo que “el comportamiento de los individuos en el sistema político es similar al de los agentes en el mercado, que siempre tienden a maximizar su utilidad o beneficio y a reducir los costos o riesgos”. Es decir que la naturaleza humana, desde siempre y para siempre, apunta a la competencia y no a la colaboración, al individualismo más exasperado y que sólo un demente puede formular proyectos altruistas, colectivos, obras de bien común, difundir la fraternidad y otras que considera pavadas y contrarias al ser humano. Aludiendo al capitalismo que es el único sistema que reconociendo la naturaleza “racional” del ser humano, y, por tanto, la “libertad” como exigencia de ésta, se fundamenta en la relación existente entre la inteligencia, la libertad y la supervivencia del hombre. Sólo en la sociedad capitalista los hombres gozan de libertad para pensar, disentir y crear.
La otra mención es el profesor de la Universidad de Chicago Milton Friedman, elocuente en sus recetas económicas dentro del marco de una cultura que exalta la libertad individual, fuera de todo compromiso social. La idea de libertad de traduce a un capitalismo denominado laissez faire, que proponía la resolución de problemas económicos sociales dentro de las ecuaciones de su mercado perfecto, en el cual los hombres virtuosos convivían en el ejercicio de sus libertades.
Cabe recordar que en la década del '70 Milton Friedman visitó Chile, en la dictadura de Pinochet. Allí revalorizó el predicamento económico liberal, exaltando las virtudes del neoliberalismo. Puntualmente su enfoque y asesoramiento estaba virtuosamente dirigida a la libre administración de los factores productivos llevados a la práctica en el campo social demostraron su imposibilidad para dar respuesta a las necesidades surgidas en los ámbitos nacionales, acompañados de un vaciamiento de las arcas nacionales y un debilitamiento de la soberanía político-económica en pos del plan estadounidense.
La injerencia de Friedman en los pueblos latinoamericanos fue llevarlos a la sumisión, la miseria, con un Estado acéfalo y demonizado creando un descreimiento ante cualquier ámbito de la vida social. Pero existía un Estado que se plagó de tecnócratas que se ocultaban del eficientísimo y las lógicas mercantiles con las decisiones “independientes” del Estado, claramente que se logró vaciarlo de contenido y sentido social.
Visión sesgada
El correlato del Gobierno de la Alianza Cambiemos incursionó en el sentido que la Argentina durante los 12 años (2003 al 2015) fue víctima de los peores males, traducido simplemente en el populismo. Teniendo en cuenta que el macrismo parte de una visión sesgada sobre la realidad social, se puede mencionar políticas económicas que resultan antipopulares ya que se vulneran derechos sociales: caída del empleo, de la industria, del consumo, endeudamiento, aumento de las importaciones, pérdida de valor adquisitivo, entre otros. En sintonía al pensamiento “amarillo liberal” donde sintetizan fervientemente los términos del individualismo y el laissez faire, traducido a llevar conceptualmente a que todo beneficio es por el solo aspecto meritocrático de cada uno de los individuos en virtud a la libertad que predomina en una economía.
En este contexto, la “ola amarilla” adoptó medidas económicas antipopulares reflejadas en políticas de ajuste que incide en aumento de tarifas en los servicios públicos, quita de subsidios y el aumento de los precios por la adecuación a los internacionales. En contraparte hubo políticas que beneficiaron a los grandes grupos concentrados. Estos conceptos deja en clara que para el macrismo un modelo de país se refleja por la concepción capitalista que es el único sistema orientado hacia la vida de un ser racional y es el único sistema político-económico que prevé el crecimiento y el desarrollo productivo del país.
Pero debemos plantear la pregunta: ¿Un gobierno popular es tan malo como lo estigmatizan? Se puede tener diferentes respuestas pero un gobierno popular es aquel que tiene como meta mejorar el bienestar a través de políticas públicas al mayor número de habitantes. En esta sintonía, no cabe duda que el gobierno emergido del 25 de mayo del 2003 hasta el 2015, trajo una transformación política–económica y social en la Argentina, a partir de implementación de políticas económicas que posibilitaron la redistribución del ingreso a favor de los sectores trabajadores y sociales, mejorando las condiciones de vida al modificar el modelo de la lógica capitalista transnacional.
Se puede tener empatía por un gobierno popular, pero a pesar de muchos matices que se puede tener a la hora de implementar políticas económicas, predominó una ampliación de derechos hacia la sociedad y el Estado se encargó de regular las relaciones entre el capital y el trabajo, estableciendo mecanismos que respondían a los intereses de los sectores más vulnerables de la sociedad. A su vez, el papel del Estado en la economía fue el de reasignar los recursos para la producción y canalizarlos como aspecto clave de un nuevo modelo económico con inclusión social, interviniendo a través de ciertas políticas económicas distributivas incentivando al desarrollo industrial, controles de precios y cumpliendo un rol de mediador en las relaciones entre capital y trabajo contribuyendo al crecimiento de la organización de los sectores populares.
* Magister en políticas públicas, docente e investigador de la UNAJ. Fundación Generación del Sur.