“Esta vez, no nos dejaron ni el techo”. La denuncia la hace Susana Reyes, directora del Isauro Arancibia, el centro educativo que contiene a más 300 personas en situación de calle o vulnerabilidad extrema y que en marzo deberá comenzar el ciclo lectivo en unas oficinas del Indec que no tienen ni siquiera gas. En noviembre, las autoridades del Isauro debieron ponerle un fin apresurado a las clases para dar lugar a las obras del Metrobus, con la promesa de que el 15 de febrero de 2018 el edificio estaría en perfectas condiciones. Sin embargo, las promesas del Ministerio de Educación de la Ciudad se las llevó el viento y la comunidad educativa se quedó sin el edificio por el cual lucharon más de quince años.
Reyes, alma máter de esta escuela que incluye a quienes la sociedad deja afuera de toda posibilidad, mastica bronca. El enojo se distingue ni bien comienza el diálogo con PáginaI12: otra vez, el Isauro Arancibia no tiene edificio. Pero, en esta oportunidad, fueron los propios alumnos que se dieron cuenta de que la escuela quedó entre escombros. “Muchos de los pibes viven a la vuelta, en el Centro de Integración Social (una vivienda para 25 personas) o mismo debajo de la Recova. Ellos están en un estado de alerta y el Isauro es lo único seguro que tienen, su lugar de referencia. Por eso la vigilan”, contó la directora y agregó que “al pasar los días se dieron cuenta que sólo tiraron abajo parte del edificio y que no construyeron nada más”. “Quedó una escuela sin techo, justamente para pibes que no tienen donde dormir. Imaginate cómo se deben sentir” aseguró.
El Isauro Arancibia comenzó a funcionar hace 17 años, con sólo una docente (Reyes) y doce chicos en situación de calle. Desde su fundación, lo único que se mantuvo constante fue su directora y los continuos palos en la rueda para el desarrollo de este centro educativo popular. En un breve repaso se destacan el reclamo, durante años, por un edificio propio (“estuvimos diez años mudándonos de un lugar para el otro”, recuerda la directora), luego, una vez que le cedieron el inmueble en Paseo Colón 1381, debieron pasar por continuas obras de remodelación, el intento del propio gobierno porteño de demoler el Isauro, carteles intimidatorios con la firma de la Triple “A”, la negativa para ser reconocida como una escuela estatal e incluso, en junio del año pasado, la intimación de la cartera de Educación que conduce Soledad Acuña para jubilar a Reyes. La última presión fue, justamente, el comienzo de las obras por la continuación del Metrobús. “Nos habían prometido que no íbamos a perder el terreno. Es más, con la compra de la Editorial Distal –terreno lindante del centro educativo– nos dijeron que se agrandaría la escuela”, comentó Reyes.
En noviembre, ante la promesa del Gobierno porteño,el Instituto debió terminar anticipadamente su ciclo lectivo, la guardería infantil para los hijos de los estudiantes, el curso de nivelación para menores de 14 años y los 15 talleres de formación profesional y artística. Según figura en los planos coordinados entre la compañía constructora, el Ministerio de Desarrollo Urbano y el Isauro Arancibia, la fecha de remodelación finalizaba el 15 de febrero, día en que los profesores y coordinadores del centro popular se reunían para diagramar las clases de este año. “Un día antes me citaron para notificarme que las obras del Isauro aún no concluyeron y que no podemos volver. Creo que ni siquiera empezaron. Es horrible ver lo que quedó ahí”, indicó la directora.
La solución que le dieron desde Educación fue la mudanza (otra más) a Carlos Calvo 190, donde funcionaban unas oficinas del Indec. Pero con un pequeño detalle: en el edificio ofrecido no hay gas ni tampoco instalaciones eléctricas para soportar maquinarias. Por ende, los talleres de formación profesional del Isauro, que dan un sustento económico para personas en situación de calle, no pueden funcionar. Este diario intentó comunicarse con Educación que dirige Soledad Acuña, pero no obtuvo respuesta.
“Con la mudanza, otra vez la incertidumbre, otra vez nuestros tan preciados libros y películas, desparramados, perdidos”, describieron en una carta divulgada por profesores, coordinadores y ex alumnos.
La directora del Isauro Arancibia –bautizado con el nombre del docente fundador del sindicato Ctera, asesinado en la última dictadura cívico militar– destacó que más allá de las propuestas alternativas, los avances que sufre la comunidad educativa tienen relación directa con su propuesta pedagógica del Isauro. “Lo que realmente molesta del Isauro al Ministerio de (Soledad) Acuña es que acá hacemos visible lo que pretenden tapar. Todos los chicos que vienen acá son chicos que estuvieron en la calle, que fueron expulsados del sistema. Pero en vez de ocultarlos, de no darles identidad, en la escuela consiguen un proyecto de vida. Ellos mismos se piensan de otra manera”, sostuvo Reyes y completó: “Ya sea en Carlos Calvo, en nuestro edificio de Paseo Colón o en donde sea, nosotros vamos a pelear por nuestra escuela pública”.
Informe: Jeremías Batagelj.