Salgo a la calle, y veo a un jubilado del barrio que se estaba dando la cabeza contra la pared mientras gritaba: “¡Yo lo voté, yo lo voté, soy un pelotudo! ¡A mí los años me vuelven más pelotudo!”. Esquivo los cachos de revoque y unos metros más adelante me topo con mi gran amigo el filósofo Rudecindo Metempsicosis.
–Rude, ¿Ves? este país es insalubre –le digo mientras nos abrazamos.
–Dolape. Qué gusto verte. Es que la gente no se cuida y después llora.
–Escuchame Rude, vos que sos un teórico de la neurona, decime: ¿cómo puede ser que el gobierno afirme que los jubilados, que Dios tenga en su gloria, es posible que mañana cobren menos, pero que podrán gastar más?
–Sencillo Pelado, es que vos son un dinosaurio que sumás y restás en la forma antigua, ortodoxa, tradicional, en cambio el gobierno, gracias al Ministerio de Modernización, instaló para las cuentas del Estado el sistema cuántico, que es un método donde la inflación, por ejemplo, puede aumentar el número que aparece en las planillas, pero en su estructura cuántica interna, baja. Desde nuestras tres dimensiones no se ve, pero baja –y siguió–. En el mundo cuántico a vos no te rajan... y te rajan, las dos cosas, pero por el principio de incertidumbre no se sabe y los gremios no pueden intervenir porque el observador modifica la escena...
–Pero pagar no te vuelven a pagar nunca jamás...
–Esos son detalles, lo importante está en otro lado –dijo Metempsicosis–. Vos tenés que actualizarte, ya se terminó el Primer Plan Quinquenal.
Me regaló una muestra gratis de bronceador y se fue detrás de una señorita pulposa para ofrecerle el gato de Schrödinger original, a un precio de verdadera ganga.
Lo dejé al colifa este y me fui para la oficina de Marcos Peña que estaba con un empleado del ministerio que revistaba en la categoría de Periodista Junior diciéndole que él no había dicho que no iba a cerrar la fábrica Fanazul, que recordara que los tapes y los DVD, luego de cuatro días de usados pierden toda validez y que lo que pudieran guardar, ya no sirve para nada. –¿Entendés muñeco?– concluyó mientras se acomodaba la Sonrisa Sempiterna para la foto.
–Ministro, que gusto de verlo –lo saludé al entrar.
–¡Don Dolape! Un analista de la realidad aquí siempre es bienvenido –dijo mientras a su secretario le agarraba un ataque de tos que se lo tuvo que llevar el SAME–. Y ya que está por aquí le voy a regalar, recién salido del horno, “Las veinte verdades de Cambiemos” –dicho lo cual me entregó un ejemplar en cuero con letras doradas y papel ilustración de 200 gramos, con marca de agua.
–Pero este ejemplar debe costar una fortuna –opiné.
–Menos que una palmera, no se preocupe –y se puso a ojearlo y leerlo en voz alta: “La única verdad es la posverdad”. “Para alguien de Cambiemos no hay nada mejor que un buen negocio”. “Queremos una Argentina socialmente tranqui, económicamente bancarizada y políticamente ahí... o por ahí”.
–No sé ministro, pero le siento un tufillo a otra gente... otra época...
–No te equivoques Dolape, hoy nosotros somos la única gente, la única época... –contestó mientras le tiraba unos granitos de maíz a unos trolls que andaban picoteando por la alfombra.
Como de aquí no iba a sacar mucho, me corrí para la CGT, donde los muchachos, además de sacarse los ojos, se sacaban los cargos, las comisiones y off the record, también los trapitos al sol.
–Sin movimiento obrero no hay peronismo –gritaba un petisito del gremio de Arbolitos y Afines del Microcentro de Buenos Aires, ARAFMIBA
–Sí y con movimiento obrero hay 14 peronismos, sin hablar de los políticos, la rama femenina y la Juventud, divino tesoro –sumó un empleado de limpieza que hace 40 años que barre las cosas que otros dejan y se la sabe lunga.
–No tenemos que olvidarnos que somos la columna vertebral del Movimiento –señaló un asesor del sindicato de Ciudadanos Ex Clase Media Rumbo al Descenso.
–Si somos la columna vertebral, llamen a un traumatólogo urgente porque aquí hay algunas vértebras que ya no funcionan –se escuchó por ahí.
En eso entra Hugo Moyano, que supo estar muy a favor y muy en contra de todos los últimos presidentes, y se manda la famosa frase: “Si voy preso, que mi celda esté junto a la de Franco Macri”, como si el Sheraton estuviera dispuesto a asignar dos suites a calabozos VIP.
–¿Y vos que hacés aquí? Vos tenés que estar rosqueando en la AFA –lo increpó el secretario general del flamante gremio de Despedidos por Whats App de la República Argentina (DWARA).
–Sé más humano –le contestó un gordito con cara de bueno–, la CGT al lado de la AFA es un jardín de infantes. Todo sea por la unión. Dejalo que vuelva.
–¿Volver? –dijo Moyano Hugo–. Si yo soy como Troilo, no vuelvo porque nunca me fui.
–No jodas viejo, no jodas... Dejame vivir... –intervino con lágrimas en los ojos Pablo Moyano.
Como vi que que todos estos se pusieran de acuerdo era más difícil que hacer sky acuático en el bidet, los dejé con sus cuitas y decidí ir a conocer la playa trucha que compró, que es lo que mejor sabe hacer, mi colega, el otro pelado importante de la ciudad, Horacio Rodríguez Larreta.
–¡Don Horacio, choque esa bocha! –dije al encontrarlo en short en la flamante pileta–. La verdad, es cierto lo que dicen, usted cada día se parece más al Guasón.
–Aquí hay libertad de expresión, se puede decir lo que se quiera –contestó rápido.
–No me tome para el churrete Rodri. Seguro que eso es un ejemplo de posverdad, ¿verdad?
–Hay libertad para expresarse, pero no para que nos jodan todo el tiempo –dijo con mala cara, lo que es difícil de notar frente a la cara de siempre–. Fíjese esto: nos critican que hayamos puesto una lona azul...
–Cara... –interrumpí.
–...sin embargo no ven las ventajas. Aquí nadie se ahoga, es la pileta más segura de todo el continente...
–Salvo que se esguince un pie –volví a interrumpir.
–...mantenimiento económico, no hay que cambiar el agua, ni agregar cloro...
–Y como Cristo, puede caminar por arriba. Un lujo.
Se ve que algo le cayó mal porque me mandó al carajo, no me dio tiempo a darle un instructivo que le mandó Milagro sobre cómo construir una pileta con agua y se fue a estudiar la factibilidad de poner parquímetros en las cocheras de los garajes y tercerizarlo de inmediato.
Como el sol me hace mal, dejé la neo playa y volví a casa pensando en la suerte de vivir en un continente donde todos somos descendientes de europeos, salvo los que no lo son, pero a quienes, afortunadamente, la idea es verlos cada vez menos.