Indiana Jones lo sabe mejor que nadie. Durante su última cruzada, el último de los caballeros templarios le reveló que frente al Santo Grial hay que elegir sabiamente pues ese objeto puede otorgar la vida eterna o quitarla en un segundo. Mito, ficción y/o recreación histórica al margen, en Knightfall el cáliz de Cristo vuelve a estar en el centro de la escena. ¿Y qué elección toma la serie? Uno similar al de otras entregas del tipo como Arn, el Caballero Templario; The Last Kingdom y la vigorosa Vikings. Es decir, un relato de luchas sangrientas, lealtades y peleas por el poder junto con el encanto del pasado lejano. Pero en este caso aparece en primer plano la búsqueda de ese mito de la cristiandad y los últimos años de la orden religiosa. History Channel estrenará la serie, compuesta por diez episodios, el próximo jueves a las 22.
“Tenemos a Dios de nuestro lado”, dice convencido Landry (Tom Cullen), uno de sus caballeros más curtidos y osados, antes de batallar contra los musulmanes en la ciudad de Acre hacia 1291. Pero el de arriba andaba en otro asunto pues esa batalla significó la capitulación templaria en territorio bíblico. Quince años después, los guerreros santos ya no andan en las cruzadas, están recluidos en Europa, más precisamente en París, y solo uno de ellos sabe dónde está el cáliz sagrado. La orden se ha reconvertido en una especie de ONG militar vinculada a Felipe IV (Ed Stoppard). Mientras algunos están cómodos en ese rol, su protagonista sueña con volver al lugar donde nació Jesucristo. “Somos templarios, somos guerreros, deberíamos luchar por Tierra Santa”, dirá en algún otro momento.
Aferrada estrictamente al género épico, la serie sigue orgullosa y convencida a los templarios en la búsqueda del cáliz de Cristo, en tanto se van tejiendo intrigas y traiciones a su alrededor. La mayoría de los personajes, sin embargo, no pasan de bosquejos ya vistos en otras ficciones de su clase. El caballero encandilado por la fe, el monarca con ambiciones desmedidas, su colaborador maquiavélico, las damas que saben hacer uso de su encanto, entre otros. Ninguno rompe el molde del género y eso atenúa la sorpresa. Gran parte del peso narrativo recae en Landry, quien cumple a rajatabla con su papel de héroe gallardo. Es el prototipo del “swashbuckler”, un hombre aferrado a un código de honor y al amor por la espada.
Lo más logrado son las escenas de batalla, con su catapultas de fuego y los hierros atravesando los cuerpos por lugares impensados. Sus creadores comentaron que trataron de ser lo más fieles posibles a la historia. Como los templarios peleaban con cascos crearon un tipo de cámara especial para advertir sus gestos dentro del yelmo. Aunque admitieron que se tomaron sus licencias en otros terrenos. “En cuanto estás viendo un programa sobre un grupo de tipos que fueron reales persiguiendo algo que no es real como el Santo grial, entendés que hay un balance”, explicó su productor ejecutivo, Dominic Minghela.
Otro de los puntos de interés es el rumbo de los templarios sin que ellos tengan noción del ocaso que se avecina. El Vaticano, la monarquía, los musulmanes, cada uno hará su juego con la orden que por entonces acumulaba más riqueza que verdadero poder. “Iba a ser muy difícil hacer una ficción sobre las Cruzadas. Y obviamente sabíamos que para La Guerra de las Galaxias, George Lucas había tomado a los templarios como base para los Jedi y la comenzó al final cuando ellos casi habían sido exterminados”, contó Richard Rayner, uno de sus creadores. Otro de los nombres asociados a esta producción es el actor Jeremy Renner, Ojo de Halcón en Los Vengadores. El tiempo dirá si Knightfall eligió sabiamente su camino tal como alertaba el templario de Indiana Jones.