Hoy a las 19 se inaugura en el Espacio de Arte de la Fundación Osde la muestra “Conexión Saer”, sobre el gran escritor argentino (nacido en Serodino, Santa Fe, en 1937 y muerto en París, en 2005) con curaduría del historiador de la literatura Martín Prieto y la historiadora, investigadora y crítica de arte María Teresa Constantín, coordinadora del Espacio Osde.
La exposición vincula la obra y la figura de Saer con su contexto cultural y social, su generación, las ciudades en las que vivió; el territorio santafesino –escenario de sus ficciones– y sus artistas plásticos preferidos: Fernando Espino y Juan Pablo Renzi. PáginaI12 entrevistó a los curadores en pleno montaje.
–¿Cómo surgió la muestra “Conexión Saer”?
Martín Prieto: –Fue un proyecto del Ministerio de Innovación y Cultura de Santa Fe, una celebración de Saer, con el pretexto del ochenta aniversario de su nacimiento durante el año pasado, que nos pareció más gratificante y luminoso que recordar su muerte. Y a partir de allí armamos un programa “completo”, que incluyó la publicación de libros: uno de entrevistas, otro de artículos y ensayos de María Teresa Gramuglio, El lugar de Saer; una antología para las escuelas secundarias de la provincia Santa Fe. Luego esta misma antología, pero sin la guía, será publicada en términos comerciales por Seix Barral y la presentaremos será aquí, en marzo. Hicimos también el “Coloquio internacional Saer” en Santa Fe, en mayo del año pasado. En el marco del “Año Saer” presentamos el libro Zona Saer, de Beatriz Sarlo.
–¿Por qué una exposición, además de los libros y el coloquio?
M. P.: –La exposición es el corazón de todo ese contexto, porque la pensamos como una forma muy original y muy particular de plantear una un acercamiento crítico a la obra de Saer, con la idea de que la aproximación crítica “convencional”, a través de la crítica literaria, estaba clausurada.
–¿En qué sentido se pensó la “clausura” de la crítica literaria en el tema Saer?
M. P.: –Porque con la publicación de los libros de Gramuglio y Sarlo, las grandes lectoras de Saer, la operación crítica sobre Saer quedaba temporalmente cancelada. De modo que había que hacer una operación crítica diferente. Como yo había trabajado durante mucho tiempo en el Centro Cultural Parque de España, de Rosario, donde teníamos unas galerías, pensé en un espacio expositivo riguroso, como fue el año pasado el Museo Rosa Galisteo de Santa Fe, y como es ahora el Espacio de Osde en Buenos Aires.
–¿Cómo se despliegan las conexiones de la obra de Saer?
M. P.: –La idea de esta muestra está en el título, porque se trata de ver cómo la obra de Saer conecta con líneas: la conexión biográfica, territorial; la conexión interna dentro de su propia, y pensarla como un conjunto de piezas móviles. La relación de Saer con otros artistas, con Fernando Espino, a partir de que Espino hace la tapa de Palo y hueso, publicado en 1965. Espino para Saer es un modelo de artista “maldito”. Hay un texto que Saer escribe sobre Espino, parte del cual está también exhibido aquí, en el que cuenta Saer que llegan a un bar, en Santa Fe, entre los años 50 y 60, a las 5 de la mañana, todos medio borrachos y lo encuentran a Espino. Y cuando lo encuentran a Espino, se dan cuenta de que ellos son unos amateurs. En el caso de Juan Pablo Renzi, se trata de una relación más convencional, porque eran amigos. Renzi es el protagonista de El río sin orillas, donde Saer cuenta que cada vez que viene a la Argentina, para en la casa de Renzi y María Teresa Gramuglio en Caballito.
–¿Cómo se incorpora la curaduría desde las artes visuales?
M. P.: –Con María Teresa Constantin, con quien nos conocimos cuando ella llevó en 2010 al Parque de España, justamente, la obra de Renzi, que había exhibido el año anterior aquí en Buenos Aires.
–Hasta entonces el proyecto no constituía todavía una muestra.
M. P.: –Aún no… tuvimos nuestra primera reunión con María Teresa, le traje mi proyecto, mis papelitos mis flechitas; la relación con Renzi y Espino, etc. Le presenté todo y al final de la charla le pregunto a María Teresa: “¿Ves una exposición?” y ella me respondió: “Todavía no”. Allí surge la exposición. Primero pensada para el Rosa Galisteo de Santa Fe.
–¿Cuál es la estructura de la exposición?
M. P.: –La muestra parte de cuatro “Faros”, cuatro libros de Saer: En la Zona, que es su primer libro, con el que establecemos la conexión territorial; Palo y hueso, con el que nos vamos a Espino, de quien se exhiben más de treinta obras de pequeño formato. De ahí nos vamos a la escuela de cine de Santa Fe (con el antecedente de Fernando Birri y su demostración de que era posible hacer un cine sin pasar por Buenos Aires) y la realización de la película Palo y hueso, de Nicolás Sarquís, que se proyecta en la muestra. El tercer libro “Faro” es La mayor, que se conecta con los años de Saer en Rosario, y con la inundación de 1966 que creemos inspira a Saer. Y el cuarto libro es Glosa, que nos abre el recorrido a Renzi, porque de él es la pintura de la tapa. A partir de la muerte de Renzi, en 1992, Saer pidió que todos sus libros llevaran pinturas de Renzi.
–¿Hay una voz que de algún modo guía la exposición?
María Teresa Constantin: –La única voz que está presente en la muestra es la del propio Saer, con él, con su obra, tenemos una prosa poética, que está entre la belleza de la forma y lo que esa forma te está contando. Esa voz, muy ocasionalmente es una respuesta a entrevistas, pero en general es él el que cuenta la historia. Decidimos tomar ciertos núcleos, la zona “biográfica”, por ejemplo, tiene un video en loop en el que Saer hace un guiño cómplice que parece dirigido al espectador. También hay dos álbumes con fotos realizados para la muestra, como si fueran álbumes familiares, que recorren algunos momentos de la vida de Saer y los visitantes pueden hojear. Allí se ve la vida de un hijo de inmigrantes, en un pueblo del interior, lo cual aparece en su literatura.
Hay, también, un mapa de Santa Fe en el que, a pedido de un profesor que lo invita a Princeton a dar una conferencia, él marca los lugares de los que habla en su literatura. Ese mapa lo transformamos. Lo digitalizamos en pantallas en las que el público puede tocar cada punto marcado por Saer y se abre una ventana lateral con la referencia de ese lugar en su literatura. En el centro de la sala exhibimos una zona documental, que está más relacionada con su producción. Una vitrina donde está la obra completa en primeras ediciones. Como se trata de la muestra sobre un escritor, el lector tiene que ocupar un lugar de centralidad. Y van a estar los libros, de modo que la gente se pueda sentar a leer y disfrutar a Saer. Una de las piezas sonoras presentadas se activa con un sensor, en una campana acústica, que cuando se pasa debajo, comienza la lectura de un poema de Saer leído por él mismo: “Recuerdos del doctor Watson”, que es uno de los primeros poemas de Saer, leído en el Festival de Poesía de Rosario en 2001. En esta zona documental también incluimos las fotos, en general circunstanciales, caseras. En la muestra no hay fotos “de autor”, con excepción de alguna realizada por algún reportero gráfico. Cuando Saer ya era un hombre grande y viene a la Argentina como un escritor reconocido, en giras promocionales de algunos de sus libros, entonces sí hay algunas fotos de autor. Pero hay muy pocas protagónicas, porque siempre está rodeado de amigos y afectos. Por eso las fotos se exhiben solas o en grupos en su tamaño original, porque no buscamos “inmortalizarlo”.
–Es una muestra donde cada pieza tuvo que ser “rastreada”.
M. T. C.: –Cada documento de Saer que tenemos es el resultado de una búsqueda, de una investigación. No fue un escritor muy registrado, ni muy popular, sino más bien de culto. Por lo tanto esta muestra es claramente el resultado de una investigación. Cada pieza hubo que conseguirla, limpiarla, editarla. Y en el caso de las pinturas de Espino y Renzi, no se trata de relaciones metafóricas, sino que surgen porque era lo que a Saer le interesaba, ya sea por el “malditismo” de uno o por la amistad con el otro. También hay un grabado de Supisiche.
M. P.: –Esta muestra es la construcción de un archivo previamente inexistente, que fuimos atesorando pieza por pieza.
* La conexión Saer, desde el 20 de febrero hasta el 25 de abril, en Espacio de Arte de la Fundación Osde, Suipacha 658. Entrada libre y gratuita.