“El amor que no se atreve a pronunciar su nombre” –el verso final del poema “Dos amores”, de Alfred Douglas, el amante de Oscar Wilde– fue suprimido del original de El retrato de Dorian Gray. El tono ingenuo de una frase mutilada en el pasado por “obscena” hoy desencadena una sonrisa. Hace más de un siglo, para la moral represiva de la sociedad victoriana, la homosexualidad era considerada una transgresión inadmisible: “Por alguna razón, yo nunca había amado a una mujer”, le dice el pintor Basil Hallward al joven Dorian Gray. “Desde el momento en que te conocí, tu personalidad tuvo sobre mí el más extraordinario influjo. Reconozco que te adoré loca, extravagante, absurdamente. Sentía celos de todo aquel con quien hablabas. Quería tenerte solo para mí. Solo era feliz cuando estaba contigo”. La versión original de la novela del poeta, dramaturgo y ensayista irlandés, que permaneció inédita hasta 2011 en inglés, ha sido publicada por primera vez en castellano en la editorial española Reino de Cordelia, gracias a la iniciativa de la traductora Victoria León.
En el prólogo de El retrato de Dorian Gray (Edición sin censura), la traductora plantea que Wilde (Dublín, 1854-París, 1900) “quiso explorar como pocos, con sutileza y profundidad, y en unos tiempos en que la conveniencia y el utilitarismo dictaban toda norma aceptable de vida, las complejas relaciones entre vida y arte”. El texto del mecanoscrito de la única novela del escritor irlandés permaneció inédito hasta 2011, cuando apareció por primera vez bajo el título The Picture of Dorian Gray: An Annotated Uncensored Edition, publicado por Harvard University Press en edición de Nicholas Frankel. En este volumen se recogió por primera vez el texto que Wilde envió a Lippincot’s Monthly Magazine en 1890 en cumplimiento de un encargo editorial. El director de la revista, J.M.Stoddart, decidió que la obra ofendería “la sensibilidad de los lectores”, y descartó las huellas de la naturaleza homosexual del pintor Basil Hallward hacia Dorian Gray, pero también sacó no pocas referencias de conductas heterosexuales consideradas escandalosas o ilícitas en su época. Además intentó atenuar la atmósfera decadente de la obra.
En el estudio que acompaña la edición original en inglés, Frankel precisa que se trató de censura. Stoddart eliminó palabras, frases y párrafos enteros de la versión de Wilde hasta un total de casi quinientas palabras, “sin que parezca probable que el autor pudiera ver los cambios antes de que estuviera impresa la obra”, sugiere León, la primera traductora al castellano. Más allá de esta censura inicial en la primera edición, la controversia fue tan inmediata como irrevocable. Parte de la prensa británica la calificó de “vulgar, sucia y dañina”. El propio Wilde, como advierte Frankel, se autocensuró al revisar el texto para la edición en libro en 1891. “La adoración personal que siente Basil Hallward por Dorian Gray se diluye allí en la mera fascinación por el ideal artístico que el personaje encarna –compara León–. El contenido sexual se atenúa y desaparecen referencias de la lista de alusiones a crímenes sexuales del capítulo IX, al tiempo que otras se hacen mucho menos explícitas. Se incluyen nuevos capítulos (los doce iniciales llegan a veinte) que hacen la novela más convencional y sentimental. Aumentan en estos las escenas de alta sociedad y los discursos ingeniosos de lord Henry Wotton. Uno de ellos concede mayor protagonismo al personaje de Sybil Vane, el primer amor de Dorian Gray que marca el inicio de su transformación, y que apenas era más que un símbolo sin carnadura real en la versión original, anticipando también el casi teatral episodio posterior de la venganza del hermano. Y, llamativamente, las veladas transgresiones del protagonista cambian por completo de cariz con la inserción del episodio del fumadero de opio y lo vinculan a su relación con prostitutas de los bajos fondos de Londres”.
En la edición de 1891, el autor de El fantasma de Canterville expurgó elementos homoeróticos que Stoddart había permitido y profundizó la oscuridad del personaje de Dorian Gray para que se desplegara como una historia marcada por un esquema de corrupción moral y castigo. Esta amputación a dos manos, del editor y del autor, tiene una explicación coyuntural: la aprobación de la Criminal Law Amendment Act de 1885, que penalizaba las relaciones homosexuales de toda índole. Wilde acabaría siendo la principal víctima de una persecución legal. La novela El retrato de Dorian Gray fue presentada como prueba en su contra. En 1895, Wilde fue sentenciado a dos años de prisión y trabajos forzados por “conducta obscena”. León define al escritor irlandés como un “mártir de la moral sexual vitoriana” que “pasó del éxito y la fama a ser tratado como un delincuente sexual”, denostado por la sociedad biempensante y abandonado por su familia cinco años antes de morir de meningitis en un hotel parisino, el 30 de noviembre de 1900, a los cuarenta y seis años de edad.
La traductora subraya que esta primera traducción al castellano de la obra original ofrece un retrato de Dorian Gray “más audaz y libre” en comparación con las versiones anteriores, y especialmente “más fiel al espíritu que lo animó antes de ser objeto de unas presiones sociales y legales que nada pudieron contra una de las más hermosas muestras de valentía y libertad de espíritu que ha dado la historia de la literatura”.