Un tribunal mendocino condenó a 20 años de prisión a Francisco Sanhueza, el chofer chileno de la empresa Turbus, que el 18 de febrero del año pasado protagonizó el mayor siniestro vial de Mendoza, en la localidad de Los Horcones, en el que murieron 19 personas. Uno de los abogados de la querella, Martín Sevilla, dijo a PáginaI12 que “es un fallo histórico, no hay antecedentes en la provincia de una condena tan alta. Es un fallo ejemplificador y un precedente para aplicar en casos análogos”, sostuvo.
En la última jornada del juicio, que comenzó el miércoles pasado, la Octava Cámara del Crimen, integrada por los jueces Alejandro Miguel, Ramiro Salinas y Luis Correa Llano, encontró a Sanhueza culpable de “homicidio simple con dolo eventual”, y además, lo inhabilitó para conducir automotores.
La audiencia, que comenzó a las 8.30, finalizó pasado el mediodía, tras la lectura de la sentencia, cuando familiares de las víctimas y sobrevivientes estallaron en llanto.
Gustavo Oros, padre de una de las víctimas, Eliana Oros de San Juan, quien estaba embarazada al momento del accidente, destacó el fallo y pidió que “esto sea un ejemplo para los demás conductores”.
Uno de los sobrevivientes, Fernando Serna, de 48 años, relató además sus sensaciones sobre el veredicto y dijo que “20 años de condena no me van a devolver el brazo izquierdo que perdí ni la vida a los fallecidos; nuestra lucha fue digna y dolorosa, pero hemos conseguido algo ejemplar para que no sucedan estas cosas otra vez en el futuro”, concluyó.
El fallo fue en línea con lo que habían solicitado la querella y la fiscalía, que pidieron 25 años de cárcel, mientras que la defensa solicitaba una condena por homicidio culposo con una pena de 4 años de prisión.
La sesión abrió con los alegatos, a cargo de la fiscal de Cámara, Paula Quiroga, junto al fiscal de Instrucción Gustavo Pirrello, y los abogados querellantes Octavio De Casas y Sevilla.
Sevilla explicó que en el juicio “la materialidad del hecho no estaba controvertida. Tampoco quién iba al mando del vehículo, ni dónde se había producido, ni la velocidad a la que iba. La discusión era si hubo dolo eventual o no”.“Y el tribunal entendió que hubo dolo, es decir, que el chofer tuvo plena conciencia del riesgo que creaba su conducta”.
Según relató el abogado, durante el juicio se probó que “el chofer tenía un plan de acción, que era llegar lo más rápido posible a la aduana, porque el tiempo en el paso fronterizo resultaba agotador. Sanhueza incorpora un riesgo que conoce plenamente porque es un chofer profesional que hizo doscientos viajes y recibió capacitación específica, todo eso indica que el tenía dentro de sus cálculos las posibles consecuencias de sus actos y tomó una decisión en contra de la integridad de las personas”, remarcó.
Durante el juicio, además de los testimonios de los sobrevivientes, fue contundente el resultado del peritaje sobre el tacógrafo digital. Sevilla sostuvo que “el dato que surge es terrible. En los últimos 44 minutos, el chofer condujo entre 91 y 100 kilómetros durante el 30 por ciento del tiempo, en una zona de curvas y contracurvas que tenía velocidades máximas de 40 kilómetros”.
Los testimonios reforzaron el dato duro: los sobrevivientes relataron que, además de pedirle al chofer que redujera la velocidad, los bolsos se caían del compartimento portaequipaje.
La conducción rápida sostenida en el tiempo por Sanhueza es la que, de acuerdo a Sevilla, lleva al tribunal a “entender que no fue un momento aislado dentro de un manejo perfecto en el que pierde el dominio, derrapa y vuelca sino que fue una conducta permanente de desprecio hacia la vida de los pasajeros”.