“Si le doy de comer a los pobres, me dicen que soy un santo. Pero si pregunto por qué los pobres pasan hambre y están tan mal, me dicen que soy populista.”
Parafraseando a DOM Helder Cámara, esta frase bien sería aplicable al coro de críticas que recibe el Papa Francisco. El pasado 14 de febrero, El País publicó una nota del ex presidente uruguayo Julio María Sanguinetti titulada “Entre el cielo y el barrio”. Allí rechaza al Pontífice por sus críticas al sistema capitalista financiero porque en Perú dijo que era “inhumano, que hace daño a la gente” y utiliza la terminología de Loris Zanatta para calificarlo hoy de “populista-peronista”.
El 25 de Marzo de 2013, 12 días después de asumir el pontificado, Sanguinetti se expresaba en su Correo de los viernes, bajo el título de Un nuevo Papa: “Será un Papa de fuerte acento pastoral, volcado a la lucha contra la pobreza, tal cual ha sido su rol histórico en Argentina. No es un ideólogo, no es un pensador. Es un hombre práctico que procura ayudar a los necesitados con lo que esté a su alcance. Todo indica que volcará todo su esfuerzo en las zonas pobres del mundo, acercando el sacerdote a la gente”.
Francisco cumplió esas demandas, pero no conforme con eso denunció las causas de la pobreza: “Al centro de todo sistema económico debe estar el ser humano, y todo lo demás al servicio del hombre y la mujer, pero acá al centro está el Dios Dinero, estamos idolatrando al dinero y por ese afán de tener más, toda la economía se mueve descartando. Descartando a los niños con el control de la natalidad, descartando a los ancianos, ya no sirven, no producen, es clase pasiva, y se descartan a los jóvenes con la desocupación.
Descartamos toda una generación por mantener un sistema económico que ya no se sostiene, y para sostenerse y para balancearse tienen que hacer lo que hacían siempre los grandes imperios para sobrevivir, hacer una guerra, como no se puede hacer la tercera guerra mundial, entonces se hacen guerras zonales, esto que significa, que se fabrican armas, se venden armas y con eso los balances de estas economías idolátricas, que son las mundiales obviamente, van adelante… Un sistema que sacrifica al hombre por el ídolo dinero”.
Francisco se nutre de la la doctrina social de la Iglesia, léase las encíclicas RerumNovarum, de León XIII (1891), y la QuadragesimusAnnus, de Pío XI (1931). Es un hijo del Concilio Vaticano II concebido por el Papa San Juan XXIII y de la exhortación apostólica del Beato Paulo VI EvangeliiNuntiandi de 1975, de su aplicación en América Latina en la II Conferencia Episcopal Latinoamericana de Medellín donde se decidió que la iglesia del continente plantea una “Opción preferencial por los pobres, para salir con ellos de la pobreza luchando contra la injusticia” según el Cardenal Eduardo Pironio, formador de Bergoglio y secretario de la Conferencia.
Por último la Conferencia de Aparecida Brasil en el 2007 donde fue el redactor principal el entonces Cardenal Bergolio donde convocan a los católicos a “protagonizar un nuevo Orden Social en Latinoamérica, basado en la dignidad del ser humano y la justicia”.
En Brasil les dijo a los jóvenes que su programática son las Bienaventuranzas y Mateo 25. Quedará en la historia que “todos tienen derecho a tener Techo, Tierra y Trabajo” y que el futuro de la humanidad “está fundamentalmente en manos de los pueblos” (Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados).
El Papa no es marxista, ni populista, ni peronista, es un cristiano en el sentido más profundo y quiere llevar adelante la palabra de Cristo y la conducta de San Francisco de Asís.
* Ex embajador argentino en el Vaticano.