Parto de tener en cuenta que el principal descubrimiento de Marx y Engels fue que las sociedades se estructuran según lo que le permiten las condiciones materiales de que disponen para producir y lo que la decisión que las clases dominantes, en cada época, les imponen.
Matriarcado y modo de producción. Federico Engels en su libro La familia, la propiedad privada y el estado supuso que, en tiempos inmemoriales, los grupos que habían abandonado la trashumancia vivían agrupados en una casa colectiva, ordenada diariamente por el trabajo de crianza, organización y sostenimiento de los rudimentos de producción de cocina y vestimenta, de aquel entonces.
Los hombres salían a cazar y pescar. Aún no se criaba ganado y, menos, se cultivaban vegetales.
Por lo tanto, la actividad laboral principal la hacían las mujeres. En particular, las mujeres madres. No sólo parían y cuidaban a sus hijos, también eran las productoras y organizadoras de la casa común. Lo cual exigía, en más o en menos, jefas conocedoras de las tareas y de cómo organizarlas.
Cuando se producían peleas entre grupos, las mujeres que estaban en condiciones físicas, participaban.
Arcos, flechas, lanzas, metales pesados, fundíbulos (lanzapiedras) iniciaron miles de años después un giro no sólo en la producción, sino también en las formas de combatir. Probablemente provenga de entonces, el dicho: “quien a hierro mata, a hierro muere”. El pasaje de los rudimentarios arcos y flechas iniciales, a arcos y flechas más complejos y eficaces, espadas y lanzas de metal, significó un salto inimaginable para nosotros, los homínidos actuales. Salto que les dio un poder destructivo a los machos, utilizable no sólo contra otros varones, sino también contra las mujeres.
Se generaron entonces las condiciones de posibilidad necesarias para pasar al patriarcado. O sea, los hombres dominando la escena. No hay que engañarse con la instauración de alguna “reina”. Eran cuestiones de herencia. Pero el poder político seguía en manos de algún o algunos hombres, ya que ellos eran los que dominaban “el arte” de la guerra y dominaban “detrás del trono”.
Fines del siglo 19, transcurso del 20 y lo que va del 21. La aparición de los motores, las máquinas a motor, abrieron el camino a lo que se dio en llamar La revolución industrial. Otro Carlos, Chaplin en esta ocasión, la inmortalizó con la película Tiempos Modernos.
Pero aún no se avizoraba, con excepción de Albert Einstein, Stephen Hawkings y otros científicos de sus tallas, lo que se avecinaba. Las computadoras, primero enormes, frágiles y complejas, serían la base material que harían posible transformar el trabajo con conocimientos acumulados. Hoy las tablet, las portátiles en general, hacen posible organizar, archivar y volver rápidamente a esos archivos para usarlos o retrabajarlos, colectiva o individualmente.
¿Y la mano y seso de obra? En general, se fue produciendo en ese periodo un cambio sustancial. Simplemente, calculemos lo que se podía trabajar con lápiz o lapicera y papel en x tiempo, y lo que se puede trabajar hoy, usando computadoras personales. Y ni qué decir lo que significa y significó el pasaje del lenguaje analógico al digital, con el campo que abrió para la física cuántica, sus velocidades y sus usos. El lector puede estar preguntándose y preguntándome. ¿Y qué tiene que ver todo eso con los géneros y sexos?
Tiene que ver, en tanto y en cuanto las diferencias corporales entre los hombres y las mujeres ya no inciden de la misma manera que antes. Excepto, claro está, durante el embarazo, el parto, el puerperio, y el cuidado hasta cierta edad de las criaturas, que está centrado en las mamás. Ergo, la antigua división del trabajo entre hombres y mujeres, con respecto a los quehaceres domésticos y el trabajo rentado fuera de la casa, ya no tiene la misma razonabilidad que puede haber tenido en otras épocas.
Federico Engels vuelve. Lo imaginado por Engels, con respecto a las casas colectivas primitivas, vuelve con otras condiciones y distintas bases materiales. Hay mejores condiciones, para que hombres y mujeres salgan a trabajar, o lo hagan desde la casa. Las bases materiales de producción lo facilitan.
Planteada así la realidad actual, estimo que la discusión entre machismo y feminismo está fuera de época. Lo que debe reconocerse ahora es que se han hecho posibles las equivalencias en el orden laboral y familiar. Con la lógica excepción planteada, con respecto a los tiempos de embarazo, parto, amamantamiento, puerperio y cuidado los primeros tiempos, de las criaturas.
Entonces Engels vuelve, pero ante otras condiciones de producción, de un modo más favorable para mujeres, hombres, y niños. Se torna más posible la colaboración. El patriarcado y/o el matriarcado perdieron la lógica que los sostuvo.
Pero sin excluir la imprescindibilidad de ejes ordenadores, encarnados en padres y/o madres, que sin actitudes tiránicas, ayuden a organizar la familia.
* Psicoanalista.