Con el correr de las décadas, ha cumplido la canción popular su animosa parte en ayudar a instalar reivindicaciones de género, reclamos igualitarios, deseos y descontentos, amén de tracks que devinieron –a viva y entonada voz– himnos feministas. Himno fue esa aterciopelada maravilla libertaria de Lesley Gore que, en los 60´s, rezaba Soy libre y quiero amar libremente, para vivir mi vida del modo que yo quiero, llamada –sobra decir– You Don’tOwn Me. Ni qué decir del tema sobre esas botas hechas para caminar, y marchar, de Nancy Sinatra, capaces de pasarle por encima a cualquier indeseable. Himno (country) fue The Pill, de Loretta Lynn, prohibido en los 70 por cantidad de radios estadounidenses por hablar de una mujer que -hasta la coronilla de dar a luz cada santísimo año- decide tomar la revolucionaria pastillita, dando a conocer el mentado método anticonceptivo a mujeres de zonas rurales sin recursos. E himnos fueron, por supuesto, las chansons de las activistas feministas francesas de la década del 70 que, en manifestaciones varias, bramaban sus Hymne des femmes, Guérrilla, Le Divorce, Patriarcat... También la expresa defensa al aborto de la intérprete y compositora Anne Sylvestre con su Non, tu n’as pas de nom (en criollo: “No, vos no tenés nombre”). O esa desenfadada canción que hablaba de las mujeres que viajaban a Holanda para interrumpir sus embarazos, escrita por Agnes Varda para su película Una canta, la otra no, de 1976 (Nosotras, señoras y señoritas, las torpes y las tontas, las distraídas y las abusadas, hicimos algo que no les va a gustar: el crucero de las que abortaron...). En la Marcha de las Mujeres de Washington del año pasado, también hubo himno: el contundente Quiet, de la (entonces) ignota MILCK, donde levantaba la voz la cantante para decir “Ya no seremos silenciadas”.
Y así como la edición local del pasado año del #8M sumó granito de arena a la susodicha lista de canciones feministas con Reagge Vogue, libre y reggaetonera versión del hitazo Vogue de la diva Madonna (con letra adaptada que aclamaba: “Nosotras paramos, nos organizamos / Nos mueve el deseo, libres nos queremos”), el inminente Paro Internacional de Mujeres del venidero 8 de marzo tiene ya flamante himno en Argentina. Antaño compuesto por una santita popular y abanderada de lxs humildes. Sí, sí, por Gilda; en colaboración, dicho sea de paso, con el productor Toti Giménez, coautor del tema. ¿Qué tema? Pues, la muy contagiosa y muy conocida cumbia Como marea, a la que, manteniéndole los arreglos intactos, le modificó la letra el colectivo Ni Una Menos, amén de volverlo soundtrack de la causa.
Marchando te conocí, parando dije que sí, / y desde el 8M, loquita quedé por ti. / Fue tanto, tanto el clamor / que mareadita quedé. / Sin una gota de alcohol, / de ti yo me emborraché. / Cómo libera la marea feminista, / cómo libera la marea antimachista. / Cómo libera la marea del deseo, / cómo libera la marea de Ni una menos. / Y me libera, me libera la marea. / Y me empodera, me empodera la marea. / Y nos mareamos, nos mareamos, nos mareamos, / porque es muy lindo estar revolucionadas, propone la festiva versión, interpretada por la actriz y cantante Natalia Oreiro, que de buenísima gana accedió a poner voz a la canción que invadirá las calles el próximo 8 de marzo, y que hasta entonces sonará en radios, portales, redes... Oreiro, vale recordar, estelarizó Gilda, no me arrepiento de este amor, el film biográfico dirigido por Lorena Muñoz que vuelve sobre vida y obra de la fallecida cantante y compositora de cumbia.
“Natalia nos dijo que claro que contáramos con ella, que siempre iba a las marchas de Ni Una Menos, que se identificaba totalmente con el movimiento”, ofrece Cecilia Palmeiro, Doctora en Letras, teórica del feminismo queer, integrante de Ni Una Menos. Y sobre la génesis de la versión, admite que sucedió azarosamente, durante su festejo de año nuevo: “Escuchando el original con Fernanda Laguna, compañera del colectivo, de pronto empezamos a cantar Cómo marea la marea feminista..., y solos empezaron a salir los versos, uno detrás del otro. Se dio mágicamente, parte de la celebración y el baile. Luego le acercamos la letra a otra compañera, la música Carolina Stegmayer, integrante del dúo Carisma, que sugirió que fuera Oreiro quien la cantase, no había mejor persona para hacerlo, e inició las gestiones para que sucediese”. Gestiones que, entre otras cosas, implicaron contactar a Fabricio Cagnin, hijo y heredero de Gilda, para pedirle que cediera los derechos del tema. La respuesta del muchacho, cabe subrayar, no se hizo esperar: “Accedió de inmediato, diciendo que hiciéramos lo que quisiéramos con la canción, que era para él un orgullo que su mamá pudiera ser parte de la lucha”, recuerda una emocionada Stegmayer.
“La marea libera la propiedad privada sobre el lenguaje y sobre el arte; pone esa creatividad al servicio de la revolución. Es socializar la cultura, socializar la música, socializar otros modos de producción... Me gusta pensar a la marea como un sujeto colectivo, donde todos y todas aportan lo suyo; que nada tiene que ver con el individualismo sino con un amor global. Gilda revive en la marea”, remata sobre el hit Palmeiro.