El gobierno del presidente Michel Temer anunció ayer que denunciará por fraude administrativo a los responsables de la Universidad Nacional de Brasilia (UNB) que crearon un curso llamado “El Golpe de 2016 y el futuro de la democracia en Brasil”, en referencia a la destitución de la presidenta Dilma Rousseff. La UNB es una universidad pública nacional y respondió que el curso es ofrecido en el marco de la autonomía universitaria.
El ministro de Educación, José Mendonça Filho, adelantó en un comunicado que accionará para eliminar el curso ante el Ministerio Público, la Abogacía General de la Unión y el Tribunal de Cuentas “por hacer proselitismo político e ideológico de una corriente política usando una institución pública de enseñanza”. El curso “Golpe 2016” fue incluido como parte del grupo de investigación sobre democracia y desigualdades del Instituto de Ciencia Política.
El Partido de los Trabajadores (PT) y el resto de la actual oposición denuncian el golpe perpetrado por la mayoría parlamentaria, que destituyó a Rousseff con el aval de la Corte Suprema y el apoyo de los grandes grupos económicos y mediáticos, mediante una parodia de juicio político basado en supuestas irregularidades contables que se venían repitiendo en todos los gobiernos brasileños por lo menos desde el retorno de la democracia. La maniobra permitió el ascenso de Temer, un oscuro político sin peso electoral propio, que había abandonado a su compañera de fórmula para sumarse a la conspiración. Temer había accedido a la vicepresidencia gracias a un acuerdo de gobierno entre su partido, el PMDB, y el PT de Lula y Dilma que había ganado las tres últimas elecciones. Después del golpe la primera figura del PMDB, Eduardo Cunha, hasta entonces el principal sostén del presidente de facto, fue expulsado de la presidencia de la Cámara de Diputados por coimero y corrupto. Pocos meses más después el PSDB, socio del PMDB en el gobierno golpista abandonó la coalición de gobierno.
Temer se unió a la antigua oposición de derechas que lo sustenta en el poder con una amplia mayoría parlamentaria aplicando el modelo económico del derrotado candidato Aécio Neves. Para granjearse la simpatía de los sectores que reclaman mano dura contra el crimen, la semana pasado decretó la intervención militar de Río de Janeiro, medida que luego fue refrendada por amplia mayoría en el congreso brasilero y que disparó, pese a los bajísimos niveles de aprobación de la gestión de Temer (alrededor del cinco por ciento), que sus principales asesores lanzaran la candidatura de Temer de cara a las elecciones presidenciales del año que viene, en la que Lula es el máximo favorito aunque corre el riesgo de ser proscripto por lo que él ha denunciado como una campaña judicial en su contra basada en supuesto y nunca comprobados delitos de corrupción.
El responsable por el curso que Temer desea censurar, el profesor de la UNB Luiz Felipe Miguel, afirmó que existen razones muy sólidas para sustentar que la ruptura del régimen democrático ocurrida en Brasil en 2016 se clasifica como golpe. “No voy a justificar mis decisiones académicas frente al ministro Mendonça Filho o sus asesores, que no están calificados para tal exigencia”, advirtió el profesor.
El curso aborda “una agenda de retrocesos de derechos” luego de la destitución de la presidenta Rousseff, suspendida en el cargo el 12 de mayo de 2016 y finalmente destituida el 31 de octubre por votación del Senado.
El ministro Mendonça Filho, del conservador partido Demócratas, afirmó que “la disciplina (el curso) tiene indicios de haber sido creada para la militancia partidaria, algo que puede verse en la temática a ser abordada, como ‘Lulismo y promoción de la paz social’”.
La Universidad, por su parte, defendió la autonomía universitaria y explicó que la disciplina es facultativa. “Estamos reiterando el compromiso con la libertad de expresión y opinión, valores fundamentales para las universidades, que son espacios por excelencia para el debate de ideas en un estado democrático”, dice el comunicado de la rectoría de la UNB. Mendonça Filho, durante su gestión, recibió a dirigentes ultraderechistas del Movimiento Brasil Libre (MBL) que defienden al grupo “Escuela Sin Partido”, que denuncian habitualmente supuestas posiciones izquierdistas entre profesores y escuelas.