Travesía latina

Pablo Mehanna

Trece fueron las fronteras que cruzó el chef Dave Soady cuando partió hace ya algunos años de Estados Unidos, iniciando una aventura que lo traería a la Argentina. Y  es que, según cuenta, nunca se sintió muy a gusto en su Washington natal y siempre estuvo enamorado de Lati-noamérica. Así fue como un día, junto a su mujer y a sus dos perros, se subió al auto y comenzó esta travesía a través del continente americano. Estuvo un tiempo trabajando en El Salvador hasta que recibió una oferta laboral en la Patagonia y para allá partieron. El proyecto al tiempo se frustró y eso los trajo finalmente a San Telmo, donde Dave abrió 13 fronteras, su primer restaurante propio, bautizado así en honor a su largo periplo. 

Todos los platos del menú tienen una fuerte inspiración latina. La carta varía cada dos o tres meses. La actual estrenó la semana pasada y tiene, por ejemplo, Papusas de chivo, queso y porotos en masa de arroz ($180), un plato salvadoreño típico; también unas Arepas con verduras fermentadas, verdeo y repollo de zanahoria ($145) y unas Humitas rellenas de langostinos, palmitos y palta ($205), entre otras preparaciones. Siempre hay un plato bautizado Exótico argentino, que tiene como principal ingrediente una carne no tradicional como pueden ser la llama, el yacaré o el pato. De postre, se puede elegir entre la Panna Cota infusionada con hojas de coca acompañada por una tierra y sopa de hibiscus ($45) o una Granita de café con helado de horchata y galleta de miel que llega con unos cubos almibarados que resultaron ser de un árbol típico de Misiones ($65). 

Para beber, vino por copa (el actual es un tinto de La Puerta, una bodega riojana); cerveza artesanal Tan Selmo y, fiel a la propuesta del lugar, Masato y Chicha Morada caseros, dos clásicos latinoamericanos. Ubicado en San Telmo, este restaurante cuenta solo con una barra en el interior y dos mesas afuera, así que hay conviene reservar. Una propuesta distinta, que homenajea un viaje y un continente. 

13 fronteras queda en Perú 1092. Teléfono 4300-2693. Horario de atención: martes a domingos de 11 a 23. Solo efectivo.


Un bagel suelto en BA

Pablo Mehanna

Los habitués del café Lattente, en Palermo, seguramente lo vieron alguna vez: un peculiar personaje en bicicleta, estacionado frente a este local, vendiendo sus bagels caseros y deliciosos. También solía estar en la puerta de Shelter, otro café pero ahora en Retiro. Él es Jacob Eichenbaum-Pikser (nombre de personaje de película de Woody Allen), un neoyorkino estudiante de geofísica que decidió cambiar los minerales por la comida. Ante la fuerte demanda de sus bagels itinerantes, se animó a abrir un pequeño local para aumentar la producción y ofrecer un menú más completo. Así apareció Sheikob’s Bagels, en honor a como  suena su nombre en la boca de los porteños. 

La propuesta del lugar es simple: bagels, los verdaderos, de esos que no se consiguen en casi ningún lado, ofrecidos en todas sus formas, rellenos o solos. Los hay con salmón, queso, cebolla y alcaparras ($120); con eneldo, limón y remolacha ($90) o con panceta, huevo y queso ($120), por ejemplo. También se venden solos, para llevar a casa y armar la propia versión ($240 la docena). Y se pueden elegir simples o de cebolla, sésamo, o todo junto. También hay una versión dulce que viene con mermelada ($25). Como el volátil mercado argentino no garantiza una constante provisión del queso adecuado para los bagels, Jacob decidió hacer una versión propia. Y la inquietud se trasladó también a las bebidas. Él prepara una Cherry Coke y una gaseosa de apio, ambas tan ricas como extrañas. También se puede optar por un café de Lattente o una cerveza artesanal Strange Brewing. El lugar es rústico, con mesas afuera y un gran ventanal; se hace el pedido en la caja, atendida por su propio dueño. 

Sheikob’s Bagel es una propuesta distinta en la ciudad. Y si bien los porteños no adoptamos aún los bagels como parte del desayuno, son una muy buena opción para un brunch cotidiano o un rico almuerzo tardío. 

Sheikob’s Bagels queda en Uriarte 1386. Teléfono 4776-4358. Horario de atención: martes a viernes de 9 a 16; sábados y domingos de 11.30 a 17. Lunes cerrado. Solo efectivo.


Alma francesa y sushi japonés

Pablo Mehanna

Henri es un bistró de nombre y espíritu francés especializado en sushi. Ubicado sobre Av. Callao, abrió en diciembre pasado delante de una paquetísima inmobiliaria con la idea de hacer un poco más distendidos los negocios. Con el paso de las semanas, gracias a la buena cafetería y a su barra de tragos, comenzó a ganar identidad y hoy convoca por mérito propio. 

Henri no tiene cocina, solo a Eduardo Yamashiro, formado en la cocina japonesa primero con sus padres y, más adelante, en Bistró Tokio y el Centro Okinawense, dos lugares referentes. Allí aprendió el ancestral arte de preparar sushi y, con mucha pericia, arma cada pieza en el momento, como debe ser (y, como muchas veces, no sucede). En la tabla, los pescados blancos intentan copar la parada, una apuesta difícil para el paladar argentino que busca instintivamente el salmón como sinónimo de calidad. También hay niguiri y rolls con hongos shiitake y langostinos; y a tono con la tradición japonesa, no usan nunca queso Philadelphia (entre $25 y $45 cada pieza). Además sirven un bowl Chirashi, que es una suerte de sashimi de distintos pescados sobre verduras crudas ($180). La idea, siempre, es buscar lo más fresco del día y llevarlo a la mesa. Del lado más francés o mediterráneo, hay baguettes, algunas ensaladas y quiche ($150 cada una). En invierno, prometen sopas y un plato sorpresa del día. Tienen algunos vinos por copa y cervezas como Belsh (artesanal) y Asahi (japonesa). 

Desayunos y meriendas se sirven con café Illy y la pastelería y panadería de L’Epi. Hay tés de Teeson y yogurt orgánico con granola casera ($160) para los que buscan una opción saludable. Por la tarde, a las 16, llega Peter Van Den Boosche, quien fuera por muchos años el bartender de Green Bamboo, y ameniza los after office con tragos clásicos y de autor (el favorito del público es el Fashion Brokers). 

Henri es una opción si estás por el barrio y buscás un lugar tranquilo para tener una reunión (tiene muy buena acústica), hacer una parada técnica para comer algo liviano o simplemente para terminar el día, copa en mano. 

Henri queda en Av. Callao 1880. Horario de atención: lunes a sábados de 9 a 20.