“Hurgar en la matriz misma de una historia de vida comprendería las bases del libro infinito de Borges: donde libro y laberinto componen el mismo objeto”, afirma Inés Busquets una vez que ya ha llevado a cabo su inmensa tarea: prestar sus palabras para convertirse en la biógrafa  de Coca Velazco de Díaz, Madre de Plaza de Mayo. El resultado, un libro necesario para las generaciones actuales y venideras pero por sobre todas las cosas, un acto más de valentía y generosidad por parte de Coca; porque recordar es revivir y  nadie sale indemne de este tipo de pasajes sin una coherencia inclaudicable cuyo  basamento tiene una doble convicción: ni olvido ni perdón. “La primera inquietud que se me presentó tuvo que ver con descubrir en ella a una sola persona, ¿quién predominaba? ¿Haydeé Velazco o Coca Díaz?” Aunque contemplaba una leve impresión, Haydeé representaba la infancia, Coca representaba la adultez y en un punto se unían: ambas representaban el dolor. Las dos se encontraban en la causa del sufrimiento: el amor. Haydeé el desamor y Coca la pérdida del amor. “Ante la secuencia permanente de infortunios, Coca tenía dos opciones: la lucha o la resignación. Y optó por la primera”. A partir de esta dualidad, y como una guía atenta a las arbitrariedades de la memoria ajena y todo aquello que no debiera soslayarse, Inés Busquets traza los primeros lineamientos de ¿Quién cerrará mis ojos?, una biografía autorizada o más que eso, una puesta en diálogo entre dos mujeres ligadas, sin duda una por la admiración y esa mezcla inefable que surge del cariño y el respeto, mientras  la otra, Coca, naturalmente, en su correspondencia,  sabe que todo lo que será dicho materializará la confianza que se necesita para poder contar su vida, un verdadero ejemplo de lucha. 

Dividido en tres partes, ¿Quién cerrará mis ojos? tiene como  inicio el  primer encuentro de Inés Busquets con Coca Velazco de Díaz allá por 2013 en lo que entonces era el comienzo de la Fundación que actualmente dirige, la Fundación MA-KOM, un hogar abierto para abuelas y abuelos. Instalarse en ese presente narrativo le permite a Busquets por un lado respetar algunos saltos temporales en ese arduo trabajo que las dos emprenden al soltar la red que busca que no se pierda ningún detalle significativo del pasado (como por ejemplo el agradecimiento que siente Coca hacia Néstor Kirchner) y por el otro mostrar la entereza de una mujer en su cotidianeidad  ya cerca de los 90 años. “Coca es argentina pero la influencia de su madre y abuelos españoles le adjudicaron una fuerte impronta de mujer andaluza. Es por eso que en el pasado de sus abuelos es donde ella considera el principio de su propia historia”. De modo que al tiempo que se va configurando la historia de sus abuelos inmigrantes a comienzos del siglo veinte, surge el motivo por el cual parte de la familia se instaló en Berisso, la relación que tuvo con su padre, Jacinto,  y la terriblemente  conflictiva  con su madre, Mariquita, una mujer compleja,  que la tuvo siendo muy joven y pretendía planificar su vida entera, desde las amistades hasta un matrimonio incluso. “Mariquita canalizó en su hija el deseo de tener una muñeca, desde la elección del nombre (‘Haydeé’ por un personaje de Dumas) hasta el proceder en sus primeros años de vida”. En este punto convendría detenerse un momento para hacer hincapié en el notable trabajo de Inés Busquets como biógrafa. El lector no ignora lo que vendrá más adelante, sabe que esta es la historia de una de nuestras Madres de Plaza de Mayo y si bien aún no ha llegado la etapa más sangrienta y oscura que vivió nuestro país con el golpe cívico militar del 76, de modo subrepticio ya comienzan a nacer las tensiones generacionales, entre lo ideológico y lo cultural, los discursos dominantes y el deber ser donde la libertad siempre está cercada por la moral de una clase dominante. Tendrá que llegar otra generación dispuesta a dar su vida para intentar cambiar mucho más que el aparente orden natural de las cosas. 

La primera parte de ¿Quién cerrará mis ojos? termina con Coca separada de Mario, su primer marido –el hombre con el cual su madre quiso que se casara– y padre de Ricardo que por entonces tenía diez años. Ninguna de las problemáticas que por aquellos años debía superar una mujer que decide separarse, aún joven y con un hijo,  le fueron ajenas a Coca. Hasta que conoció a Tito, que era diez años mayor, estaba separado y tenía dos hijos. Después de un noviazgo  corto y pronta convivencia nace su hija María Alejandra (fallecida en mayo de 2005, a la edad de 33 años). Ricardo por entonces tenía 12 años y vivía con su papá. En  la segunda parte de ¿Quién cerrará mis ojos? la memoria de Coca se centra en aquel fatídico viernes 24 de diciembre de 1976 en que un grupo comando irrumpió en la vivienda de Mario para secuestrar a Ricardo, el modo en que se lo llevaron frente a la desesperación de su padre, la angustia mortal de ese hombre y cómo fue chantajeado por un policía a cambio de nada, sólo seguir manteniendo la esperanza de que estuviera vivo. 

Entre habeas corpus infructuosos, cartas al Obispo Jaime de Nevares y pedidos de ayuda a distintos Ministerios, Coca refiere las primeras reuniones de las Madres de Plaza de Mayo, la manera en que actuó el azar para que un retraso la salvara de ser secuestrada en la Iglesia Santa Cruz (operativo cuya inteligencia estuvo a cargo de Alfredo Astiz infiltrado bajo el nombre de Gustavo Niño, donde desaparecieron tres madres fundadoras y dos monjas francesas),  el surgimiento del símbolo con los pañales de tela de sus propios hijos, la búsqueda, las marchas y los reclamos incansables, entre muchas otras situaciones terribles, como por ejemplo el encuentro de Coca con una mujer que conocía y cuyo marido había participado del operativo en  que secuestraron a Ricardo. Es necesario llegar a la tercera y ultima parte de la biografía de Coca Velazco de Díaz para comprender en su totalidad el título del libro, o como escribió Hugo. R.Correa Luna a modo de prólogo: “Bajo la sencilla vida de barrio, una mujer cercana a los noventa años y todavía protagonista de los dolores del pasado no ha conseguido las respuestas que merecía. De todo eso nos habla Inés Busquets, a veces con el rigor del cronista, pero también pidiéndole ayuda a la poesía que se deja llevar por su mano, para levantar y hacer vibrar la tremenda pregunta: ¿quién cerrará mis ojos?”. Ahora solo resta el agradecimiento por este trabajo.