Desde Las Grutas, Río Negro

Las cotorras, que suelen revolotear y aturdir con sus bocinas convocantes observaban sorprendidas desde sus nidos enclavados mientras en la arena de la playa se sucedían remates y saques, en uno de los partidos de vóley pertenecientes a los Primeros Juegos Argentinos de Playa que alumbraron la semana pasada este paraíso del silencio rionegrino llamado Las Grutas.

Y no sólo eso: también hubo otros ocho deportes con representantes de todas las provincias, en lo que fue el primer paso para instaurar una actividad ordenada que supere los tiempos y se instale en la geografía deportiva del país. Era la idea, y Río Negro dio el puntapié inicial con las playas y el mar como aliados. Porque no eran ballenatos aquello que se veía con sólo levantar la vista sino brazadas que daban los participantes de la carrera de aguas abiertas, disciplina incluida en el menú.

Baja la marea en forma milagrosa, se ensanchan las playas y es como si a cada participante le subiera la bilirrubina y se preparasen para jugar. Por allá iban los del kayak con sus remos, tratando de llegar mientras el velista olímpico Mariano Reutemann era calurosamente reconocido tras imponerse en una ardua prueba de windsurf.

Y por supuesto, la naturaleza sosteniéndolo todo. Los muchachos del beach rugby, con arena hasta la médula, corrían para no perder la pelota esquiva y evitar así que se fuera el agua. Y el calor que se empecinaba para que haya que apelar a un trago de agua cuando el termómetro tocaba los 40 grados.

Las chicas de Neuquén lloraban sin que su directora técnica y madraza pueda consolarlas: acababan de perder por penales ante Misiones y demostraron que el fútbol femenino provoca un sentimiento similar al masculino. Mientras tanto, en el beach handball las sanjuaninas vencían en el duelo cuyano de semifinales a sus pares mendocinas, también por penales. 

Más allá de los resultados, pasó algo que suele ocurrir en cada edición de los Juegos Evita en Mar del Plata: la cantidad de participantes que ven el mar por primera vez, como las cinco jugadoras catamarqueñas de fútbol que vencieron en semifinales a las oriundas de Tucumán.  

Una chica que llega de aguas abiertas, alguien que grita: “¡Vamos Laborde!”, y otro señor que se acerca para decir que conoce el lugar. Se llama Orlando Arazuz y se presenta: “En tu pueblo yo gané el Campeonato Nacional de Malambo en 1969. Soy formoseño y vine a acompañar a mi hija que practica triatlón”.

También hubo nombres ilustres, como el de la cordobesa Georgina Bardach. Desde su tarea en la Agencia Deportes mediterránea, la olímpica alentaba al equipo tirándose al agua y llegando al lugar por donde braceaban sus comprovincianos para cumplir con los casi 10 kilómetros previstos. Y el que sí corrió con el Nº 8 es el representante porteño Damián Blaum, no tan conocido como se merece por su condición de campeón mundial 2013 y olímpico en Beijing 2008. Sale segundo del crédito pampeano Joaquín Moreno Muñoz y es una muestra de la renovación en las distintas especialidades.

También una familia merece reconocimiento: es la que conforman el ex campeón de aguas abiertas Gabriel Chaillou y su esposa Karina Nisenholtz, también nadadora. Están con sus dos hijos italianos, que nacieron en Torino cuando el matrimonio residía allí y Karina integró durante una década el seleccionado italiano de 50 y 100 mariposa.    

También observaba todo el funcionario chaqueño Juan Carlos Argüello, que entre 1984 y 1992 fue “enganche” de Chaco For Ever cuando ese equipo se perfilaba como un referente del fútbol del interior en los campeonatos nacionales. Hay una reunión de balance y el director de Deporte Federado neuquino, Fabián Cabalín, resume la idea original de toda esta movida nacional: “Estos Juegos son pioneros en una idea diferente de la concepción del deporte. Y como provincia organizadora de los Juegos de Invierno en Caviahue, debo decir que los mismos nos sirvieron para interpretar la idea como fortalecimiento interno del trabajo de equipo entre provincia y Nación”. Y tirando de las riendas para que nada se salga del carril, el subsecretario de Deportes y Alto Rendimiento de la Nación, Orlando Moccagatta, monitorea los juegos y se reparte la tarea mayor con el secretario de Deportes provincial, Marcelo Szczygol.

Algunos, como por ejemplo la delegación de Misiones, recorrieron 2500 kilómetros para llegar a Las Grutas. Pero valió el esfuerzo llegar para participar de este naciente fenómeno con los pies descalzos y el corazón mirando al Sur.