Las verdaderas razones por las que el gobernador Miguel Lifschitz relanzó ayer su gestión en Santa Fe con un mega acto en Rosario; hay que buscarlas en la necesidad de armarse una sobrevida política. Fue un mensaje muy claro hacia sus opositores internos y también hacia el gobierno nacional al que viene intentando acercarse para negociar desde que comenzó su mandato. Si Lifschitz no tiene chance de ser reelecto vía reforma constitucional, se dispone a liderar un espacio progresista nacional. El gobernador de la provincia se inventó un futuro la noche del viernes en los grandes salones de Metropolitano.
En los días previos, algunos hechos le dieron los elementos a Lifschitz para pensar que -al menos desde el socialismo- es fuerte la idea de pasarlo a retiro. El ex gobernador Antonio Bonfatti criticó duramente el nuevo desembarco de fuerzas federales en Rosario y dejó expuestos a Lifschitz y a la intendenta Mónica Fein que habían pedido por esos refuerzos. Le generó un cortocircuito con el gobierno nacional que habló incluso de la interna socialista a través de la picante ministra de Seguridad, Patricia Bullrich.
El otro hecho fueron las declaraciones que hizo a Rosario/12 el diputado provincial Eduardo Di Pollina. "Se van acabando los tiempos para plantear una reforma constitucional. Si no se da y con la posibilidad de la reelección para el gobernador, en 2019 el candidato natural del socialismo es Bonfatti", subrayó el experimentado legislador provincial.
Otro elemento lo tuvo el mandatario provincial con la actitud de esta semana de los senadores provinciales del peronismo que siempre le responden, pero que -sospecha- le responden mucho más a Bonfatti. Algunos legisladores del PJ de la Cámara alta intentaron explicar por qué demoraron la aprobación de la reforma tributaria provincial y la autorización a la provincia para un gran endeudamiento externo en dólares. Sin esas certezas Lifschitz estará complicado a la hora de cerrar un número sustentable en las paritarias con los docentes y los estatales santafesinos. Además entrevió en el gesto un retaceo del apoyo que usualmente tiene en los senadores provinciales del peronismo.
El gobernador no necesitó de más datos para darse cuenta de que su futuro político estaba seriamente amenazado. Lifschitz fue crítico con el macrismo y también con el kirchnerismo, como para dejar en claro que no es su sector el que estaría más dispuesto a tender puentes con dirigentes peronistas en Santa Fe de cara a los comicios de 2019.
La mirada nacional de Lifschitz busca levantar su precio. El gobernador cree que Cambiemos ha ingresado en un desgaste político en su gestión que lo hará llegar a las próximas elecciones de una manera muy distinta a la que arribó en las legislativas del año pasado. Está convencido además de que grandes porciones de los sectores medios siguen enojados con el kirchnerismo y que al peronismo en general le costará encontrar liderazgos concretos. Por eso ve una alternativa en lo que llamó en su discurso "el progresismo", que podría llegar a ser el conductor de la ambulancia que recoja a los heridos graves que dejará el modelo económico nacional.
Todo está por verse, pero lo que sí es concreto a partir de este posicionamiento de Lifschitz es que no se entregará fácilmente. La pelea está planteada y el 2019 ya está aquí al menos para Santa Fe.