Reconocido abogado, doctor en Ciencias de la Información y ahora candidato a diputado italiano por América Meridional, Damián Loreti se siente interpelado por la italianidad más allá de lo profesional. De familia italiana, propia y política, decidió participar en la política de ese país de la mano del partido Libres e Iguales (LeU, por sus siglas en italiano) después de años de colaborar con miembros de la izquierda ítalo-argentina. LeU es un espacio nuevo de centroizquierda liderado por el juez antimafia y actual presidente del Senado, Pietro Grasso.
–¿Por qué decidió participar en la política italiana?
–Hace unos diez años, empecé a vincularme con compañeros de la izquierda italiana que viven en la Argentina, en esos momentos, ligados al Partido Democrático de Izquierda. Ellos a veces me consultaban sobre cuestiones del derecho argentino para informar a Italia lo que estaba pasando. En algún momento post ley de medios, por intervención de estos compañeros, participé en un par de reuniones en las que se encontraban el vicepresidente de la RAI y el líder del PD en ese momento, Pier Luigi Bersani, con lo cual tenía una relación muy fluida. Cuando en diciembre del año pasado se conforma Libres e Iguales, los compañeros de allí y de aquí sugirieron mi nombre. Había una responsabilidad de muchos años y si ellos entendían que yo podía ser un buen vocero de ese nuevo proyecto, pensé que era una oportunidad interesante.
–¿Cómo es que los ítalo-argentinos pueden elegir representantes en el Parlamento italiano?
–La Ley Tremaglia, del 2001, hizo cumplir un mandato constitucional italiano, que es que todos los italianos tienen los mismos derechos, independientemente de dónde vivan y eso tiene que ver con las corrientes migratorias italianas: los sucesivos exilios por razones políticas y económicas. Entonces, se plantea ese derecho a voto no obligatorio, pero en realidad debería interpelar a que ser italiano es más que tener el pasaporte para entrar en la zona Schengen. Esa ley permite que haya 18 representantes parlamentarios de lo que se llama la circunscripción exterior, de las distintas regiones del mundo. Sudamérica aporta dos senadores y cuatro diputados.
–¿Cuál es la importancia de estar relacionados con un partido que funciona en la península?
–Nosotros participamos de un proyecto más grande porque no hay modo de que los italianos e italianas que viven en el exterior mejoren su condición si no se mejora la condición en Italia. Italia está en un proceso de ajuste: con contrarreforma laboral, con la modificación de la ley de pensiones, en contra de los derechos, con el proyecto de la “nuova scuola”, que es parecido a lo que la centroderecha quiso hacer acá con las pasantías educativas no rentadas. Nosotros entendemos que un modo de trabajar eso es junto con una agrupación política que milite en Italia y que mire desde Italia hacia la circunscripción exterior.
–Entonces, ¿los representantes de los italianos en el exterior pueden presentar proyectos para la Italia continental?
–Por supuesto. Y ahí se ensambla lo que nosotros estamos planteando como las cuatro franjas de nuestra propuesta. La primera es el tema del consulado, en cuanto al funcionamiento, a lo institucional, en cuanto a pensiones. El único modo de mejorarlo es con la mayor cantidad de recursos que se puedan recaudar, que no es ni con la “flat tax” ni bajando impuestos, como dice la centroderecha, porque eso hace un Estado más chico, más bobo y, muchas veces, más corrupto. La segunda franja tiene que ver con la política italiana estrictamente hablando. Pietro Grasso, candidato a premier de Libres e Iguales, ha venido ya planteando desde el principio que “no queremos saber nada con ninguna alianza con la centroderecha”. Los focos son el respeto al trabajo, el derecho a tener derechos, el derecho a la sanidad, a las pensiones, a la educación. Y eso se reconstruye con leyes dentro de Italia.
–¿De qué se trata la tercera franja?
–Es el acceso a la cultura, al arte, a la vida italiana de modo mucho más generoso, universal. Si uno trata de mirar televisión en el sitio web de la RAI, por ejemplo, todos los derechos están reservados para Italia. También, junto con el profesor Filippi, candidato a senador, estamos proponiendo la figura del defensor del Pueblo o del Público en la atención consular. Me parece que el Estado italiano tiene una obligación para con la cantidad enorme de italianos que viven fuera de Italia de proveer un acceso a sus contenidos audiovisuales con distintos mecanismos: digitalización, apps, llegar por la web. En Argentina, por ejemplo, hay 714.000 italianos en condiciones de votar a quienes se debería facilitar el acceso a esos contenidos. Es la comunidad más grande en el exterior. Por último, la cuarta franja es la situación de los inmigrantes en Italia. Los latinoamericanos tienen poca institucionalidad parlamentaria porque nadie se ha hecho cargo de reconocer las demandas de quienes han migrado hacia allá.
–Usted ha observado la cuestión de los medios en Italia. ¿Participaría en algún proyecto de medios allá?
–Cuando trabajé con el proyecto de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual hubo una mirada muy fuerte sobre derecho comparado. Muchas cosas sobre la ley italiana, en particular sobre las radios libres italianas, históricas, y luego con radios comunitarias como Radio Popolare en Milán, son ejemplos bien interesantes. Una prioridad para mí es buscar un modo de universalizar el acceso a los contenidos audiovisuales. Porque creemos que es imperativo pensar en las nuevas generaciones de italianos. Pensar de qué modo se siente interpelado alguien que tiene pasaporte italiano para que el hecho de ser italiano o italiana sea mucho más que tener el pasaporte que me habilita a entrar sin visa a algún lado. Si no, esto de la italianidad, ¿qué es? No hay que reducirla a lo burocrático.
–¿Cómo ha sido la campaña hasta ahora?
–Somos un partido nuevo con muchas ganas de hacer cosas y con escasísimos recursos para la difusión. Entonces, hemos hecho una agresiva tarea con medios no hegemónicos, con sectores académicos que puedan difundir esto y con las centrales sindicales. Y, sobre todo, tratar de hacer una onda expansiva entre los que nunca votaron. Habitualmente vota el 30 por ciento del padrón, entonces, el otro 70 no se siente interpelado para nada y queremos ver si podemos llegar a ellos. Es un modo de pescar afuera de la pecera. Hemos tratado de insistir sobre todo a gente joven que movilice amigos y de generación intermedia que nunca se sintieron interpelados por el Estado italiano. Y para nosotros es fuerte plantear que vamos a ir por el derecho a tener derechos y que ser italiano o italiana no sea un tema burocrático.
Las elecciones italianas tendrán lugar el 4 de marzo, pero los ítalo-argentinos (así como el resto de los italianos viviendo en el extranjero) pueden enviar su voto por correo hasta el 1º de marzo. También pueden llevar el sobre personalmente al consulado que corresponda por el lugar de residencia.
Entrevista: Bianca Di Santi.