Escribe papers sobre economía desde hace 40 años, pero saltó a la fama mundial por hacer preguntas. Sobre todo una. El viernes, en el “Foro España Internacional” de Madrid, Jorge Fonseca le preguntó al ministro argentino de Hacienda, Nicolás Dujovne: “¿Cómo espera que vayan las inversiones a la Argentina si usted mantiene su patrimonio offshore?”.
Fonseca no consiguió que Dujovne respondiera ese interrogante. “A diferencia de lo que ocurría en el gobierno anterior, mi patrimonio está perfectamente declarado y presentado ante la Oficina Anticorrupción”, dijo sin meterse en el tema económico de fondo. Tampoco afirmó o negó que su fortuna continuara fuera del país.
La primera vez que trascendió dónde se ubicaba su patrimonio, el propio Dujovne se defendió con el argumento de que, “aun estando en el exterior, tengo un 90 por ciento invertido en activos argentinos”. Añadió que se trataba de dinero de 2016, cuando todavía no era ministro porque el puesto lo ocupaba Alfonso Prat-Gay. Sin embargo, aclaró entonces que “los funcionarios tienen derecho a decidir que su dinero esté depositado en el exterior”.
Dujovne había declarado participación societaria en Florentine Global, presumiblemente una offshore con sede en Delaware, con 20 millones de inversión.
Las afirmaciones del actual ministro de Hacienda datan de antes del escándalo de Valentín Díaz Gilligan, el subsecretario general de Presidencia que debió renunciar cuando trascendió que había sido testaferro en una cuenta offshore radicada en Andorra. Antes, también, de la pesquisa judicial que actualmente está enfocada en el ministro de Finanzas Luis Caputo.
Argentino nacido en Córdoba, Fonseca vive en Madrid desde 1981. Doctor en Economía de la Universidad Complutense, donde enseña Economía Aplicada, es miembro del grupo de investigación internacional “Tendencias polarizantes en el sistema-mundo” que dirige el catedrático de la Universidad de Yale Immanuel Wallerstein.
–¿Por qué eligió esa pregunta para Dujovne?
–Quizás porque en Europa, y particularmente en España, la percepción sobre las empresas y las cuentas offshore es más dura. El presidente Mauricio Macri parece haber logrado instalar en la opinión pública que se trata de una cuestión normal.
–Por lo menos lo intenta.
–Pero en España, por tener una empresa offshore, debió renunciar a su puesto José Manuel Soria, que era nada menos que ministro de Industria de Mariano Rajoy. Y los dos son conservadores, del Partido Popular.
–¿Es el mismo que después no pudo postularse a la dirección ejecutiva del Banco Mundial?
–El mismo.
–En la Argentina, al menos, a veces la discusión se limita a si un funcionario violó o no un artículo del Código Penal.
–Es un punto importante, por supuesto. Pero no se pueden dejar de lado temas como la pobreza, la deuda y la relación entre ambas. Además, en cuestiones que tienen que ver con las leyes quizás haya que correr el horizonte de lo que está legislado. En la Universidad Complutense yo dicto el último curso. Les digo a los alumnos: “Hasta aquí han estudiado con lo que los han adoctrinado toda la vida. Pero hay otra forma de ver las cosas y analizarlas, y la estamos construyendo”. Se trata de una crítica que incluso puede ayudar a cambiar algunos marcos. Muchas veces lo que es legal es legal porque los que dominan logran imponer legislativamente auténticas violaciones de los derechos humanos, o al menos evitan que esas violaciones sean castigadas.
–¿Las cuentas y las empresas offshore son una forma de corrupción?
–Por lo pronto no deben ser tomadas como un hecho normal.
–Sin embargo forman parte de la vida cotidiana de los grandes empresarios o financistas.
–No hablemos solo de ellos. En todo el mundo los que no tenemos actitudes cómplices con la corrupción sabemos que una persona abre una offshore solo para evadir impuestos o lavar dinero.
–¿Solamente?
–¿Para qué, si no? Las otras argumentaciones son pretextos. Que un ministro tenga o haya tenido una offshore significa que opera u operó con dinero oscuro. Una offshore solo sirve para operar con dinero oscuro.
–Nicolás Dujovne dijo que él tenía declarado su patrimonio en el exterior. La offshore sería Florentine, con domicilio en Delaware.
–Perfecto. Entonces no les puede decir a los españoles, por ejemplo, que inviertan.
–El ministro podría tener una inversión en la economía real de otro país.
–Bien. Pongámoslo así: si un residente en la Argentina, sea ministro o no, tiene dinero invertido en el extranjero, en la economía real, uno podría decirle que sería deseable que hiciera esa inversión en la Argentina. Podría tener propiedades en el exterior. ¿Por qué no compra propiedades en la Argentina? El punto es que para eso no hace falta ninguna offshore. Pero el ministro Dujovne tiene o tenía una offshore situada en el estado de Delaware. ¿Sabe qué dicen los expertos en finanzas? Que más que un estado, Delaware es una dirección postal. Es grave el tema de los paraísos fiscales, porque a veces hay dinero de un funcionario y a veces se mezcla dinero que lava El Chapo Guzmán, el capo narco. Y no estoy diciendo que los funcionarios sean narcotraficantes. Estoy diciendo que acuden a los mismos lugares que otra gente dedicada a actividades ilegales. Los paraísos fusionan el dinero de todas las procedencias. De las “normales”, para llamarlas de alguna manera, y de las identificadas con El Chapo. ¿Cuál es la explicación del ministro Dujovne? Me temo que simplemente haya dado los datos a la Oficina Anticorrupción y entienda que ya está todo resuelto. Pero a mí, en particular, y supongo que también a quienes viven en la Argentina, me gustaría saber cómo acumuló esa riqueza en todos sus detalles y en todos sus pasos, y me gustaría saber por qué tiene o tuvo bienes en el exterior y por qué parte de esos bienes están o estuvieron en una offshore. Creo que ese derecho a saber es parte de la ampliación de las fronteras de la democracia. Discutamos sobre delitos. Los delitos de lesa humanidad, por citar un caso, son imprescriptibles. No existieron siempre. Lo son por razones históricas. Tal vez determinados delitos que afectan a grandes sectores de la sociedad debieran tener plazos de prescripción más largos. Pero no quiero limitarme al plano legal: en una sociedad democrática deberíamos exigir a todos los funcionarios que expliquen el origen de su riqueza desde cero. Desde cero. Hace poco hubo un caso interesante en Francia.
–¿De un funcionario?
–No. Tenía que ver con un famoso robo de hace 42 años, el del Banco Societé Générale de Niza. Como el robo estaba prescripto, un señor, Jacques Cassandri, noveló la historia con muchos detalles. En los últimos días la Justicia empezó a perseguirlo penalmente. Cassandri se pavoneó delante de los periodistas con la idea de que el robo del banco era un delito prescripto. Pero las autoridades ahora le imputan el lavado del dinero, que no prescribió. Vuelvo al ministro. Ignoro qué repercusiones legales podría tener la situación de Nicolás Dujovne. Pero él debería saber que al menos en España los movimientos sociales, sobre todo a partir del célebre 15-M, la protesta del 15 de marzo de 2011, pusieron sobre la mesa el debate sobre la ilicitud de las prácticas como las offshore, y poco a poco la ciudadanía asumió que eran inaceptables. Los ciudadanos ya las evalúan, creo que razonablemente, como actividades ilícitas ligadas a cuestiones más graves. Este es al año del 50° aniversario del Mayo Francés de 1968. El sociólogo Immanuel Wallerstein, con quien trabajo mucho, considera que es un año clave. Opina que en ese momento empezaron a ampliarse las demandas sociales. No solo quienes protestaban formulaban reclamos sobre salarios. Su lucha tenía que ver con la calidad democrática. A nivel mundial cada día transitamos nuevas instancias. Wallerstein considera que el poder está diseminado. Por eso cada espacio debe ser democratizado. Más allá del carácter lícito o ilícito según la legalidad de cada país, algunas actitudes son legítimas o ilegítimas desde el punto de vista ético. El patrimonio de los funcionarios debe ser conocido porque ese es un estándar democrático. Lo de Dujovne trascendió lo anecdótico, porque nos saludamos cordialmente.
–¿Se conocían personalmente?
–No. Yo escribí mi pregunta desde el público y por suerte el presidente de la Agencia EFE, que era el moderador, José Antonio Vera, fue un caballero y se la transmitió tal cual a Dujovne. Al salir lo esperé y le dije: “Nada personal con usted, ministro, simplemente hice la pregunta por honor a la verdad y a la ética democrática”. Y es lo que pienso. De lo contrario no podemos construir un país del que nos sintamos orgullosos. No son admisibles la corrupción ni el nepotismo en ningún gobierno. Cuando uno simpatiza debe decir: “Te apoyo en general, pero tal y tal cosa me parecen mal”.
–¿Qué respondió Dujovne?
–“Ningún problema, todo bien.”
–Usted es integrante del Departamento de Economía Aplicada de la Universidad Complutense de Madrid. ¿Qué es exactamente la economía aplicada?
–La llamamos así para distinguirla de la economía teórica. En estos años vengo trabajando en el Departamento de Economía Internacional y Desarrollo, heterodoxo, que fundó José Luis Sampedro, un hombre de perspectiva humanista y progresista.
–¿Las offshore son marginales o centrales en sistema global de economía de mercado?
–Centralísimas. Importantísimas en el mundo de las operaciones de especulación financiera. Y hablo de especulación, no del sector bancario que financia la economía real.
–¿Cuál es la diferencia?
–La especulación es el uso del dinero para ganar más dinero. Abarca lo que desde hace unos años llamamos “derivados financieros”.
–¿Por ejemplo?
–Especular con los precios futuros del petróleo o de la soja de acuerdo con estimaciones climáticas o políticas. Son mercados no regulados, que en general están fuera de las Bolsas. Timbas. Una timba mundial que es varias veces mayor que el Productivo Bruto Interno del planeta entero. Las reservas conjuntas de los bancos centrales no alcanzarían para regularlos. Bien, en esas operaciones de derivados las actividades offshore permiten hacer de intermediarias. Y no importa dónde. Puede ser en Delaware, en una oficina de la Avenida Castellana de Madrid o en el centro de Buenos Aires. Solo evito nombres para que no me hagan juicio mañana mismo, pero no dude de que los grandes bancos locales y extranjeros tienen su oficinita donde hacen operaciones offshore, que no quedan registradas y nadie conoce. Salvo el banco y el beneficiario. El conjunto de las economías está distorsionada por las economías especulativas. Muchas de las operaciones que antes se consideraban punibles dejaron de serlo y los grandes sectores financieros comenzaron a diluir la idea de lo que se entiende por lícito y lo que se entiende por no lícito. La Argentina es un ejemplo típico: el Gobierno quiere instalar en la sociedad la idea de que los procedimientos de sus funcionarios son legales y legítimos. Veremos si lo logra.