Desde Londres
Todo comenzó con un caso espeluznante pero aparentemente aislado y se convirtió con el correr de las semanas en el peor escándalo de la historia del futbol británico. En la entrevista publicada por el matutino “The Guardian” a mediados de noviembre el ex futbolista Andy Woodward denunciaba que había sido violado y abusado sexualmente desde los 11 años por su “scout”, Barry Bennell, un conocido caza talentos de futbol infantil del norte de Inglaterra. “Me arruinó la vida. Vaya a saber cuántos niños más pasaron lo mismo. Bennell reclutó a cientos de chicos para equipos de futbol. Espero que esta denuncia les dé fuerzas para dar un paso al frente”, decía Woodward.
Así fue. Decenas de futbolistas se sumaron a las denuncias de Woodward salpicando a 98 equipos de distintas categorías, entre ellos el Chelsea y el Manchester City, de Sergio Agüero, Nicolás Otamendi y Pablo Zabaleta. Ex jugadores de la selección inglesa como Matt Le Tissier, leyenda del Southampton, y la estrella del Chelsea Gary Johnson le dieron visibilidad nacional a un tema silenciado por años de vergüenza, amenazas, miedo y encubrimiento.
En Londres, la policía metropolitana recibió 106 denuncias contra 30 clubs –entre ellos cuatro de la Premier League– y la ONG de Protección de la Infancia, la National Society for the Prevention of Cruelty to Children (NSPCC), atendió más de 1700 llamados en la línea de emergencia en las últimas tres semanas. En total 21 fuerzas policiales en distintos puntos del país están investigando la catarata de denuncias destapadas por el caso. Leyendas del futbol inglés como el delantero Gary Lineker –que marcó el gol contra Argentina en el famoso 2 a 1 de la “mano de Dios”— y el media punta del Manchester United y la selección, Wayne Rooney, salieron públicamente a condenar lo ocurrido, alabar a los que tuvieron la “valentía de hablar” y alentar a otros a hacer lo mismo. El director de la Asociación de Fútbol Inglesa, Greg Clarke, señaló que es la “crisis más grave de la organización de la que tenga memoria”.
En el centro de muchas de las denuncias está Barry Bennell, de 62 años, que fue detenido y acusado de “abuso de un menor, incitar a un menor a cometer actos ‘indecentes’ y abuso con intento de violación”. Los ataques ocurrieron hace más de 30 años –entre 1981 y 1985– y se refieren a la misma víctima, pero, como el mismo Woodward señala en su entrevista, son apenas “la punta del iceberg”.
La información oficial es que la policía está investigando a unos 89 implicados. Una de las figuras más respetadas del fútbol inglés, Dario Gradi, director de uno de los equipos en el centro del escándalo, ha sido suspendido a la espera de que una investigación determine si encubrió las denuncias realizadas en su momento.
La historia de Woodward tipifica el modus operandi que hoy aterroriza a muchas familias inglesas con sueños futboleros para sus hijos. El caza talentos Bennell descubrió a Woodward y lo llevó a jugar en el Crewe Alexandra, un club de Cheshire, noroeste del país, hoy en cuarta división. Para Woodward era el primer peldaño de un sueño que no podía saber que terminaría en una espantosa pesadilla. “Mis padres cuentan que yo siempre estaba jugando a la pelota, era todo lo que me interesaba hacer. Crewe parecía el comienzo del sueño. Pero yo era un chico dócil, débil de carácter, manejable, el perfil perfecto de víctima que buscaba alguien como Bennell”, confesó al “The Guardian” Woodward.
Bennell se ganó la confianza de la familia de Woodward que lo autorizó a pasar tiempo en la casa que el entrenador tenía en una zona idílica de montañas y Parques del norte de Inglaterra. Una vez establecida su autoridad y su ascendiente a nivel familiar comenzó el abuso sexual, que se inició con toqueteos para terminar con violaciones que siguieron durante años.”Me amenazaba y chantajeaba, decía que podía destruirme como si nada, que me quitaría del equipo y me haría desaparecer del mapa futbolístico. Mi sensación era que todo lo que yo siempre había soñado ser, él me lo podía sacar en un segundo”, comentó Woodward a la BBC.
El grado de psicopatía de Bennell añadió a la historia un giro de película de terror. El entrenador empezó a salir con la hermana mayor de Woodward, con quien se casó en 1991, cuando el jugador tenía 18 años. Nadie parecía sospechar nada. Pero en una gira por Estados Unidos con otro equipo juvenil inglés, el Stone Dominoes, un jugador de 13 años denunció a Bennell que fue arrestado y condenado a cuatro años de prisión por abuso sexual de menores. Con el pasado comenzando a explotarle en la cara, una vez cumplida la sentencia Bennell fue llevado a la justicia en el Reino Unido donde fue condenado a 9 años de prisión por 23 distintos delitos contra seis chicos.
Muy tarde para Woodward, que para ese momento jugaba en el Bury, un equipo de segunda división, y sufría ataques de pánico y estados agudos de depresión y ansiedad. Su carrera, que muchos habían imaginado destinada a los grandes equipos y la selección, estaba cayendo en picada. El tratamiento y la medicación que le recetaron en la célebre clínica Priory afectaron su estado físico. A los 29 años, fingió una lesión y se retiró. “En el ambiente de futbol era muy difícil hablar de todo eso en medio de la típica camaradería masculina de vestuario. Tuve que callarme durante años. La historia destruyó mi vida y la de mi familia. Mi hermana dejó a Bennell apenas supo, pero sufrió muchísimo. Para mis padres fue un shock terrible y, considerando lo que sucedió, nos llevamos bastante bien. Muchas veces me sentí al borde del suicidio. Si no fuera por el amor y respaldo de mi compañera Zelda, no habría sobrevivido”, señala.
No todos lo lograron. Un famoso jugador galés, Gary Speed, uno de los 10 que más partidos jugó en la Premier League en la historia, se ahorcó en 2011 horas después de participar como comentarista televisivo de un partido con su ex compañero, amigo y leyenda del futbol inglés Alan Shearer. Speed era uno de los favoritos de Bennell. La viuda de Speed salió a negar que hubiera sufrido abuso sexual. Otro jugador descubierto y entrenado por el siniestro caza talentos, Alan Davies, ex Manchester United, se suicidó a los 30 años cuando su esposa estaba esperando su segundo hijo.
La investigación policial e institucional en curso está sacando a la superficie un modus operandi similar en este primer peldaño de gloria y millones que soN los scouts y caza talentos. Según Daniel Rhind, especialista de deportes de la Universidad Brunel de Londres, uno de cada 20 menores que practican deportes corren riesgo de ser sexulamente abusados. Casos de vista gorda abundan. “Durante todos esos años en el Crewe mucha gente hablaba del tema. Otros jugadores me lo dijeron en la cara: seguro que él te hace esto. Si era moneda corriente en el vestuario, el club debía saberlo. El club nos falló a todos”, señala Woodward.
El Crewe inició una revisión interna que se suma a la que anunciaron clubs como el Chelsea y el Manchester City. El tema afecta al resto de los deportes. La Asociación Nacional de Rugby y de Cricket anunciaron el lanzamiento de investigaciones internas a nivel nacional, aunque las respectivas autoridaes señalan que, por el momento, no han recibido denuncias. En medios futbolísticos el fantasma es el de Jimmy Savile, estrella de la BBC de los años 60-90, condecorado por Margaret Thatcher, amigo del Príncipe Charles y Lady Diana, especie de Capitan Piluso británico, quien abusó de cientos de menores (y hasta de ancianos o enfermos) como se supo a su muerte en 2012. El analista deportivo británico Jason Pettygrove indicó a PáginaI12 que si bien el escándalo se centra en casos de los años 80, la sombra se extiende a nuestros días. “Las cosas han cambiado, pero no todo lo necesario. Las Academias de Futbol por ejemplo, tienen que chequear con la policía para asegurarse que los entrenadores no tengan antecedentes. Esto no quiere decir por supuesto, que nadie escape al radar. Habrá que ver el resultado de las actuales investigaciones y son muchas al mismo tiempo: la policía, los clubes, distintas organizaciones. Creo que va a ser un punto de inflexión para el futbol inglés porque tendrá que cambiar la manera en que operan los caza talentos, la interacción que tienen con los clubes y la responsabilidad de las distintas instituciones”, indicó a PáginaI12.