“El fútbol siempre da revancha”, decía semana a semana José María Muñoz en sus transmisiones. Era una muletilla que pretendía ofrecer un consuelo para los derrotados.
El fútbol le dio revancha a Independiente, que en la semana perdió la Recopa Sudamericana contra el Gremio y muy especialmente a Martín Benítez. El pibe que erró el penal que decretó la caída de su equipo en Brasil, ayer marcó el gol que valió tres puntos ante Banfield. “Nos alegra más que nada por él”, dijeron coincidentemente sus compañeros, conscientes de la amargura que le había provocado aquel penal desperdiciado.
Holan dispuso seis cambios para este encuentro, respecto del equipo que entró como titular en Porto Alegre, un poco por el cansancio de los que habían jugado y otro poco porque la semana próxima sigue el maratón y hay que ir a jugar a Venezuela. Salieron Bustos, Amorebieta, Silva, Domingo, Meza y Menéndez y entraron Brítez, Figal, Romero, Sánchez Miño, el Burrito Martínez y Benítez. Pese a los seis cambios no se puede hablar de equipo “muletto”, porque Independiente tiene un plantel de al menos 18 jugadores de parejo rendimiento y que suelen alternarse.
Tres de los que entraron, Sánchez Miño, Benítez y Martínez, fueron figuras del equipo. Sánchez Miño se mostró firme en la marca y aprovechó sus virtudes para pasar al ataque y desbordar como un wing. Martínez (mucho más despabilado que en los tiempos en los que jugaba en Boca) colaboró bastante en la recuperación de la pelota y lo que es más importante, aportó su habilidad y su precisión para meter la pelota en la profundidad. Estuvo a punto de marca un gol que fue salvado espectacularmente por el arquero Arboleda, el mejor de Banfield. Y Benítez dejó su sello con un remate de media distancia contra un palo, a los 23 minutos, pudo haber marcado otro y redondeó una destacada actuación.
La distancia futbolística entre el equipo de Avellaneda y su rival fue bastante más amplia de lo que parece indicar el 1 a 0 final. Los de Holan controlaron la pelota en casi todo el desarrollo del juego, ahogaron con la presión a su rival para recuperar rápido el balón, triangularon, ensayaron distintas variantes ofensivas y generaron por lo menos media docena de situaciones de gol.
Chocaron contra las manos de Arboleda que desplegó en los 90 minutos el manual del arquero eficiente: tapó un par de mano a mano, voló magistralmente en disparos de media distancia y larga distancia y atenazó con sus manos todos los centros que cayeron en el área. En el gol de Benítez, un tiro esquinado, muy difícil, no tuvo responsabilidad.
El otro arquero, Campaña, trabajó mucho menos, pero mostró su categoría cuando lo exigieron, como por ejemplo en un sorpresivo cabezazo de Brítez contra su propio arco a la salida de un tiro libre. Lo que pasa es que Banfield (que también venía de un golpe duro al quedar eliminado de la Libertadores) lejos estuvo de merecer que el fútbol le diera algún desquite. Anduvo desconocido Cvitanich (hizo todo mal), aportaron poco Bertolo y Mouche y sólo Dátolo inquietó un poco al fondo del equipo local, en algunos pasajes del partido sobre el inicio de la segunda etapa.
Independiente venía de varias actuaciones flojitas en el torneo local. Ayer se reivindicó. Ganó bien y demostró que tiene rollo para seguir dando pelea.