El supuesto de que todo personaje protagónico necesita generar empatía en el público parece trastabillar e inevitablemente cae por la borda en cada episodio de Curb Your Enthusiasm, la inusual serie de HBO escrita e interpretada por Larry David, que prepara una décima temporada para estrenar este año. Es que Larry resulta el menos empático de los antihéroes: ¿cómo sentirse cerca de un personaje millonario y mezquino, sin filtro y cruel, que se pavonea por restaurantes caros y clubes de golf menospreciando a camareros y ordenanzas, que es capaz de fingir enfermedades, hostilizar a púberes, verbalizar las incorrecciones políticas más inaceptables y no exhibir mayores motivaciones que obtener pequeñas, irritantes ventajas a costa de los demás? 

La renovación de esta serie única, por diez episodios más, es una gran noticia. Pese a haber nacido hace ya 18 años, Curb Your Enthusiasm sigue siendo extraña y rupturista, no sólo por su cámara en mano y su luz siempre verde para la improvisación de diálogos (indispensables, para eso, los coprotagonistas como J.B. Smoove, Jeff Garlin o Bob Einstein), sino por su fina y deliberada capacidad para incomodar. Larry David, guionista y co-creador de la sitcom-hit Seinfeld, borronea deliberadamente la ficción y la realidad: su personaje se llama Larry David y es el guionista y co-creador de la sitcom-hit Seinfeld. El Larry de la serie hace todo para no agradar, pero la lánguida cotidianeidad de ese tipo desagradable resulta irresistible. Disfruta de arruinar cenas, nunca puede dar por terminada una conversación, se mofa de los tabúes y tiene una forma de defender sus (caprichosos) principios que inevitablemente termina en choque. Se muestra como un Gollum septuagenario y californiano al que le gusta caminar por su mansión y recibir trato de estrella por sus logros con Seinfeld. 

A decir verdad, la interacción con el universo de Seinfeld ha sido constante en Curb Your Enthusiasm, acaso dentro y fuera de la pantalla: las buenas nuevas sobre la continuidad de Curb Your Enthusiasm llegan casi al mismo tiempo en que el propio Jerry Seinfeld causara revuelo seriéfilo al admitir que “es posible” una vuelta de Seinfeld. Regreso que, dicho sea de paso, ya tuvo lugar, precisamente, en Curb Your Enthusiasm: fue en 2009, cuando las peripecias y mezquindades en torno a ese retorno constituyeran el arco argumental principal de la séptima temporada y permitieran ver en escena a Larry junto al célebre dream team seinfeldiano: Jerry, Elaine (Julia-Louis Dreyfus), Kramer (Michael Richards), George Costanza (Jason Alexander). 

Curb Your Enthusiasm parecía muerta hasta 2017, cuando tras una pausa de seis años regresó para una novena temporada. Y lo hizo con evidente buena estrella, ya que acaso como intrincada campaña promocional, el retorno coincidió con el estreno de un emocionante documental, Long Shot, de Jacob LaMendola, disponible en la grilla de Netflix, que cuenta una impactante historia real: la de cómo Juan Catalán, un joven de Los Ángeles detenido y con amenaza de condena a cadena perpetua por un crimen que no había cometido, salvó su cuello gracias a Larry David. En realidad, gracias a haber compartido pantalla involuntariamente con Larry en unas tomas rodadas en exteriores con teleobjetivos para un episodio de Curb Your Enthusiasm. Long Shot revela una historia tan retorcida como los mismos guiones de Larry y parece jugar con la idea de que el hostil guionista de Seinfeld sólo puede hacer el bien cuando es de modo accidental. Y definitivamente contribuye a la idea de que Curb Your Enthusiasm es una serie de culto. 

“No iba a esperar otros seis años para producir una nueva temporada”, explicó el propio David al confirmar el décimo ciclo. La emisión de la novena temporada vía HBO finalizó apenas hace algunas semanas e incluyó participaciones de celebridades como Bryan Cranston (el Walter White de Breaking Bad), Michael J. Fox, Ted Danson Y el escritor Salman Rushdie, funcional a la trama central, en la que Larry es objeto de una equívoca fatwa por irritar la fe musulmana. “Cuando tenés la oportunidad de molestar a alguien, hay que aprovecharla”, ha dicho alguna vez el propio David. Y en esta casa se aprovecha todo.