La devastación educativa

Es evidente que las clases dominantes no se conforman con la devastación de ecosistemas si eso contribuye a acrecentar sus riquezas. Tampoco les alcanza con someter a la cotidiana explotación, expoliación y escarnio a cientos de miles de mujeres y hombres de diversas edades. Los privan a través de la maquinaria estatal de lo elemental para una vida digna: alimentos, medicamentos, viviendas y muchas cosas más. Ahora también han decidido avanzar en la devastación educativa con el cierre de las escuelas de la zona del delta del Paraná y de casi medio centenar de escuelas rurales en la provincia más densamente poblada del país. Esto significa castigar a población vulnerable por razones geográficas, económicas y sociales. De esta manera, muchas niñas, niños y jóvenes no podrán acceder al aprendizaje básico de la lecto escritura y las operaciones aritméticas. Claro está que debemos debatir acerca de los contenidos y métodos educativos para que estos brinden herramientas que liberen y no que domestiquen, adoctrinen o adiestren. Pero la eliminación de estas escuelas es un acto de perversión gubernamental inadmisible, repudiable. No puede haber argumentos convincentes sino los de la mercantilización y la clara intención de multiplicar la exclusión social. También tienen previsto el cierre de escuelas nocturnas. Otra aberración de los cancerberos del capital. El único freno a todo esto es la resistencia irreductible. La lucha férrea e inclaudicable contra estos hacedores del malestar general y sus cómplices de toda laya por acción u omisión.

Carlos A. Solero.