Cuenta la leyenda que en la familia de Diego Trerotola, conocido especialista de cine, activista gordo y lgbtti, además de colaborador de este suplemento, no existieron jamás los álbumes familiares. Habiendo nacido el niño con un lápiz en la mano y con una alta tendencia voyeurista, fue el encargado de convertir en hojas de fanzine todas las escenas recordables de la casa y más allá. Dibujador serial, que todo lo piensa en cuadritos o en efímeros primeros planos, Diego desde entonces anda suelto. Y suelto se presenta en esta muestra. De aquella escena de origen provendrían los retratos de sus monstruos favoritos, los osos para colorear, los vikingos y en especial los autoretratos donde se lo puede ver con expresión anti selfie dando cuenta de sus gustos y sus hazañas. Ejemplares de todas estas instantáneas a mano alzada aparecen reunidas en la muestra preparada por el mismo autor donde se pueden ver fanzines, dibujos sueltos, dibujos que aparecieron en su Facebook y algunos completamente secretos hasta hoy. Cuando se le pregunta al mismo Diego por el origen de esta leyenda, no sólo no la niega sino que decide irse por las ramas: “Imposible recordar cómo empezó todo, pero creo que de niño mi primera obsesión fue dibujar mucho a She-Hulk y a la Mujer Araña, protagonistas de un álbum de figuritas de 1981, con dibujos que me fascinaban. Era raro porque era un álbum protagonizado por dos mujeres heroínas de historieta.” Diego se considera un niño afortunado, para empezar, porque su madre le dio permiso para que juntara (coleccionara) a los seis o siete años esas figuritas de un álbum decididamente para chicas cuando no abundaban los albumes que pudieran incluirse en un concepto muy de los años 80: el unisex. “Hoy pienso que fue un álbum queer y que merece todo el culto que tiene en la actualidad entre coleccionistas, como un álbum extraño, incunable, buscado como tesoro.”
La muestra de este sábado incluye numerosas escenas y sueños de autor, donde será imposible encontrar palabras al pie de cada una ni mucho menos un catálogo. ¡Incluso hay algunos fanzines que ni tienen título! Con un respeto casi místico por la potencia genuina de las imágenes, Diego revolea sus rulos con la mano izquierda mientras explica: “quiero salir del palabrerío de la modernidad”. Si hay palabras, en realidad son juegos de palabras, con más de un doble sentido, lo más parecido a las imágenes posible en clara alianza con el modelo representado por la amorosa alianza entre Lewis Carroll con John Tenniel, el ilustrador de Alicia.
Reconoce la influencia de Alberto Greco, recuerda en especial una de sus muestras del Vivo Dito a mediados de los 60 en Buenos Aires donde usaban máscaras de Anteojito y Antifaz y se reconoce tan discípulo de las serialidades pop de Warhol como de los cuadros del chileno Condorito, o las historietas de Mazzone, creador de Afanancio y Capicúa. Quien lo conozca y quiera conocerlo más, o quién tenga ganas de conocer el album de Diego Trerotola, no se pierda esta panzada. Sus autoretratos son absolutamente fieles, aunque no se sabe bien a qué, una suerte de forma esperpéntica de la selfie, de trazo rápidos, improvisados, diarios, sin pausa. “Sin tomarme mucho tiempo para pensar y sin basarme directamente en mi imagen sino en lo que yo imagino que soy o puedo ser. De los más de cien autorretratos que fui publicando en redes sociales solo dos los basé en una foto mía, los demás son una versión caricatural, dibujos simples alejados de cualquier realismo, más bien naives, que tratan de ser una versión patafísica de mi biografía biodegradable.”
Diego Trerotola muestra su pluma este sábado a las 19 en la Librería Punc (Belaustegui 393, Villa Crespo).